Trece: Serendipia

C A P I T U L O 2 2

Phoe los llevo hasta un callejón ubicado en las profundidades del complejo E. Cualquiera que intentara buscar a los Lincers sería casi imposible de hallarlos.

Phoenix observo su alrededor, si la parte obscura le parecía tétrica, esta parte no tenía comparación.
Podía sentir la pesadez en el aire al punto de ser sofocante.

—¿Cómo pueden residir en un lugar como este?— indagó Phoenix forzando a sus pulmones a inhalar aire con rapidez.

—Te acostumbrarás— respondió Pólux.

—¿No sería lo mejor para ti el esconderse en un lugar así?— interrogó Phoenix a Phoe.

—No es mi objetivo— le recordó.

Pólux la observó extrañado.

—¿A qué te refieres?

Phoenix se regañó a sí mismo, había olvidado temporalmente lo que Phoe deseaba hacer a espaldas de Pólux.

—¿Aquí es?— indagó Phoenix antes de que Phoe respondiera a la pregunta de Pólux.

Al igual que en el lugar en donde residía Phoe, una puerta solitaria se hallaba en medio del callejón.

—Sí, entremos— respondió Phoe.

Phoenix fue detrás de Pólux y Phoe a través de un largo pasillo mientras aquella pesadez lo acompañaba durante el camino.

Se detuvieron frente a otra puerta y dieron tres leves golpes.
Esperaron momentáneamente hasta que la puerta se entre abrió y una persona de facciones masculinas del otro lado les dio una rápida mirada.

—Está bien, es seguro— afirmó Phoe como si hubiera podido leer los pensamientos de aquel hombre—Es Phoenix Pride, descendiente del líder de los Jountugi.

Aquel hombre rápidamente abrió la puerta y les dio el paso.

—¿Eres Phoenix Pride?— indagó el hombre.

El hombre mide casi un metro setenta y cinco. No es ni alto, ni bajo, tiene el cabello rubio y corto. Ojos almendrados en color azules y la nariz grande con una corta barba de unos pocos días.

Phoenix asintió y se corrió ligeramente su guante para posteriormente enseñarle la marca de su complejo.

La mirada del hombre cambió drásticamente, como si se hubiera aliviado al verlo.

—Es un honor.

Phoenix asintió con agradecimiento  en respuesta y se adentraron en el lugar.

Una vivienda rústica que no lucia en un buen estado les dio la bienvenida.

—Siento el estado de nuestra residencia— se disculpó el hombre.

Se acomodaron en unos asientos en los que parecía ser la sala de estar.
Una mujer se acercó en aquel momento con desconfianza.

La mujer no lucia muy alta, se podría decir más o menos de un metro setenta, de complexión delgada, de cabello azabache y largo.

—Está bien, podemos confiar en él— aseguró el hombre— Es Phoenix Pride.

El rostro de la mujer reacciono de la misma manera.

—Ellos son mis padres— presentó Phoenix finalmente— Laureano Lincer y Simona Lincer.

—Es un honor conocerlos— dijo Phoenix estrechando su mano con ambos.

—El honor es nuestro— se apresuró a decir el hombre.

—Estás aquí para ayudarnos, ¿verdad?— indagó la mujer.

—¡Simona!— regañó Laureano.

—Está bien— respondió Phoenix con serenidad—De algo estoy seguro y eso es que voy a sacarlos de aquí y podrán vivir con libertad muy pronto, pero hay algo que debemos hacer antes— Phoenix aclaró su garganta y prosiguió— En primer lugar debemos encontrar al padre de Phoe, el señor Dalaras. ¿Saben algo acerca de él que podría sernos de ayuda?

Laureano y Simona se observaron entre sí con temor.

—¿Qué ocurre?— indagó Pólux.

Simona tomó asiento.

—Estuvimos allí el día que Zoilo fue condenado frente a todo el Primer Mundo— inclinó su mirada— Fue aquel día que nos dimos cuenta de que nada volvería a ser igual. Luego del ataque todo había cambiado, pero aquello conformó una división de posturas en el Primer Mundo y fue allí que decidimos irnos y llevarnos a Pólux. Sauro estaba totalmente cegado por su dolor y culpaba a Zoilo de ello.

—Creemos firmemente que Zoilo jamás haría algo así— acotó Laureano en referencia a la muerte de Mazin.

Simona elevó su mirada y prosiguió.

—Cuando oímos que había escapado, sabíamos que iría en búsqueda de Phoe, por lo tanto, escapó al Primer Mundo, pero nunca llegó a encontrarla, lo que puede significar que alguien más lo encontró primero.

—¿Las autoridades del Primer Mundo?— indago Phoe.

—Peor aún... Los Dambaes.

—¿Creen que se encuentra en el Complejo D?— se oyó la voz de Pólux.

—Es posible.

—Puedo averiguarlo— se apresuró a decir Pólux.

—No, tú solo no podrás— detuvo Phoenix.

—¿Qué harás? ¿Ingresar al Complejo D?

—¿Qué otra opción tenemos?

—¡Phoenix pondrás en riesgo a todo el Complejo J!— reprendió Pólux.

—¿Y si descubren lo que intentas hacer?

—Yo puedo ser de ayuda— irrumpió Phoe— Podemos usar mis elementos. Formaré un campo de tiempo y junto con Pólux nos introduciremos libremente por el Complejo D para intentar encontrar a mi padre. Será rápido, podemos usar la teletransportación.

—Puede funcionar— respondió Pólux.

—¿Y si no se encuentra allí?

—Buscaremos en el Complejo J.

—Cuando lo encontremos lo traeremos con mis padres hasta poder sacarlos de aquí.

Phoe asintió. 

Se despidieron de los padres de Pólux no sin que antes Phoenix les prometiera nuevamente que los sacaría de allí y fueron del regreso a la parte clara del Complejo E.

—Mañana pondremos en marcha el plan— avisó Phoe.

Pólux y Phoenix asintieron.

De pronto el cielo se tornó en un grisáceo oscuro.

—¡Están aquí!— aviso Phoe— Mantengan la calma, no es la primera vez que nos ven juntos— susurro— ¿Han notado eso?, que extraño se puso el cielo, ¿verdad?— comento en tono más elevado para que oyeran.

—Que agradable es verlos juntos— comento Tyr mientras rodeaba a Pólux con uno de sus brazos—¿Reunion de amigos?

—¿Sabes siquiera que es eso?— indago Phoenix.




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