Trece: Serendipia

C A P I T U L O 2 9

Los tres se encontraban frente a la fogata. Phoe reposaba su cabeza sobre el hombro de Pólux mientras observaban las llamas que los infundía en su calidez.

—¿Tu padre y Ackze siempre se han llevado de esa manera?— indagó Phoe—Es decir, su relación es bastante irascible.

Phoenix observó a Pólux y es que ambos sabían que sus enfrentamientos se debía a que los líderes se los habían inducido desde que disponen de razonamiento.

—Desde pequeño mi padre me enseñó a odiar a la especie contraria, pero no podía hacerlo. Si pensaba que el resto de ellos eran malvados, que no hace falta declarar que lo son, pero realmente creía en Tyr, jamás pensé que haría algo así y terminó siendo como ellos. En algún punto supongo que mi padre también creía que no era como su padre. Queríamos pensar que había esperanza entre tanta oscuridad.

Phoenix volvió su mirada hacia la fogata.

—Estuve presente cuando te enfrentaste por primera vez a Tyr y su manada. Oí lo de la traición…— Phoe observó a Phoenix como si lo consolara con la mirada.

Nuevamente, se produjo un silencio.

—Nunca lo hubiera imaginado— sonrió desganado—Que iluso fui. Siempre lo he tratado como si fuera mi propio hermano, pero desde ese momento ya no confíe en más nadie, ni siquiera confiaba en los elegidos, pero ellos demostraron su lealtad y confió en ellos como en mi propia sombra, a excepción de Dion, claro esta.

—Es lo mejor Phoenix. Estabas viviendo en una ilusión mientras él pensaba una manera de usarte para encontrarme, sin embargo, has ganado cinco fieles amigos, aunque uno este en el lugar incorrecto— dijo en referencia a Pólux.

—No quiero ni pensar en ello— respondió Pólux— Siempre he sabido que no es allí donde pertenecía.

—Prometí que estarías dónde siempre tendrías que haber estado y así será— afirmó Phoenix.

—Prometo que saldremos de esto— aseguro Pólux.

Phoe tomo la mano de Pólux quien solo atino a observarla e imagino como se sentiría su mano sobre la de él.

—No podremos escapar para siempre, debes aceptar que muy pronto ya no estaré con ustedes. No podemos vivir de una ilusión— replico Phoe con su voz apagada.

Pólux agachó su mirada y Phoenix soltó un suspiro.

—No quiero que vuelvas a mencionar eso, por favor— pidió Phoenix.

Phoe se levantó y se alejó unos pasos de la fogata.

—Creo que iré a dormir, ya estoy cansada— aviso.

Tanto Pólux como Phoenix asintieron sin enunciar palabra alguna.

Se dirigió hacia dentro de la cabaña, cerró la puerta y ambos quedaron frente a la fogata mientras la observaban con sus pensamientos perdidos.

—No podemos rendirnos tan fácilmente— se oyó finalmente la voz de Pólux.

—No tengo planeado hacerlo— respondió Phoenix con seguridad.

No paso mucho tiempo hasta que sus ojos se fueron cerrando lentamente y al cabo de unos segundos, se quedaron completamente dormidos.

No tenían noción de la hora que era, pero fueron levantados por unos sonidos que provenían desde lo más profundo del bosque. 

Tanto Phoenix como Pólux se alertaron. 

Caminaron unos cuantos pasos con cautela hacia el bosquejo, pero rápidamente Phoenix dio la orden de que retrocedieran.

Podían sentir su aroma, ese aroma tan particular que conocían a la perfección, el olor que caracterizaba a los lobeznos.

—Ve por Phoe— ordenó Phoenix.

Pólux se adentró en la cabaña para posteriormente levantar a Phoe y advertirle acerca de los sonidos.

—Despierta Phoe, creó que están aquí— pidió mientras la sacudía con suavidad.

Segundos después, ella despertó.

—¿Qué está pasando?— indagó adormilada.

—Debemos irnos en estos momentos, Phoe.

Rápidamente, logró despabilarse y comprender la situación.

—¡Vámonos!— pidió.

—¡Espera!… Iré a revisar.

—¡Claro que no!— impidió—Phoenix está encargándose de eso.

—Con más razón, no podemos dejarlo solo… Nada pasará, lo prometo— Phoe tomo la mano de Pólux—Todo estará bien.

Pólux accedió y ambos salieron de la cabaña. 

Phoe empleo el poder de la teletransportación para posteriormente desaparecer dentro del bosquejo y Pólux nunca se había sentido tan ansioso en una situación y ahora todo ese temor que no había sentido antes salió a flote en este momento.

Al cabo de unos minutos regreso hacia ellos.

—Debemos irnos cuanto antes— fue lo primero que advirtió—Están por todos lados, en su forma licántropa… ¿Eso es normal?

Pólux asintió.

—Desde hace mucho tiempo atrás desarrollaron la capacidad de convertirse cuando lo deseen— respondió Phoenix.

—¿También ustedes?

—También nosotros, pero no te preocupes, eso de que no pueden controlarse ante nadie es únicamente una leyenda, son consientes de cualquier ataque y de a quien se lo provocan.

—De acuerdo, van a atacarme a conciencia, no sé si eso es mejor o peor— respondió Phoe.

Pólux tomó su mano.

—Nadie va a hacerte daño, no voy a permitirlo, ¿de acuerdo?— aseguró.

Phoe asintió.

Inmediatamente, salieron de allí y comenzaron a avanzar con cuidado hacia el lado contrario de donde se encontraban los lobeznos.

Podían sentir su aroma cerca de ellos.

—No creo que mi padre haya sido capaz de mandarnos a buscar— comentó Phoenix—En realidad, ya ni siquiera sé dé lo que son capaces, excluyendo a los elegidos, de ellos sí que no me lo esperaría.

Se ocultaron detrás de un árbol y aguardaron por unos momentos.
Un sonido comenzó a oírse muy cerca de ellos y trataron de contener la respiración para que no nos oyeran, pero fue inútil, uno de ellos los había encontrado.

Él nos observó y el miedo comenzó a irrumpir en nuestro cuerpo.

—Tienen suerte de que los haya encontrado yo— comentó aquella voz.

Su voz les resulto familiar, sobre todo a Phoenix.

—¿Leander?— indagó Phoenix con temor.




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