Trece: Serendipia

C A P I T U L O 3 5

Palacio de Kkoch, Complejo E

Al arribar al palacio, Phoenix observo una gran edificación que triplicaba el tamaño de la mansión Jountugi e incluso la Dambae.

Se asombró ante su inmensidad y recordó que era una réplica exacta al palacio que se encontraba en el Primer Mundo.

Era lo más parecido a un castillo medieval con rocas fortificadas, cercado con murallas y rodeado con una gran fosa.

Phoenix se encontraba ubicado en el inicio del gran puente levadizo que lo separaba de la entrada principal del palacio y desde la distancia podía observar las torres de homenaje acompañadas de torres circulares en cada rincón del mismo.

Inhalo y exhalo aire para posteriormente dar el primer paso hacia el palacio y las palabras de Dalaras rondaron por su mente.

"Debo advertirte de la criatura que custodia el palacio, la cual no dudara en atacar a cualquier extraño que ingrese en él. Sauro la ha creado para cuando llegaran hasta la parte de la ceremonia, pudiera acabar con Phoe y los elegidos. Sabía que era el último lugar en que intentarían buscar el cofre, es por eso que lo he escondido allí"

—¿Hasta cuando continuaremos pagando por los errores ajenos?— se preguntó a si mismo.

Continuó su camino hacia la entrada del sitio y se detuvo cuando había logrado llegar a la gran compuerta que le daba la bienvenida hacia el interior de la edificación.

Al ser un sitio a marco abierto, cualquiera podía acceder. Phoenix avanzó hacia el inicio del interior y un alarido distante resonó en el lugar. 

Observó a su alrededor y una gran estructura de estilo colonial capto su atención. Una gran alfombra blanca con detalles en rojo y azul se encontraba ubicada en medio, mientras que sus lados eran sostenidos por grandes columnas. A mitad de camino podía observarse una escalera ancha en la que simétricamente de cada lado, se ubicaban dos pilares que sostenían un cáliz que lucían llamadas de fuego. Al subir las escaleras, Phoenix observó una puerta al final de la habitación que eran iluminadas por antorchas que contenían llamaradas en color azul. Como decoración, sus paredes lucían antiguas espadas y cuadros de serafines, de los cuales, Phoenix solo pudo reconocer a uno, Zoilo Dalaras.

Otros dos cuadros habían llamado su atención, uno con el nombre de Sauro  y otro con el nombre de Zoe Mazin. Todo se había ocasionado a raíz de la muerte de Mazin.

—¿Habrías hecho lo mismo si las cosas hubieran sucedido al revés?— interrogó Phoenix mientras observaba el cuadro de Mazin.

Phoenix continuó avanzando hasta llegar a la puerta, se detuvo para posteriormente inhalar aire y luego de largar un largo suspiro, tomó la perilla. Lentamente, abrió la puerta que le daba la bienvenida a una gran e inmensa habitación. En la misma dos fuentes de agua realizadas bajo piso, fue lo primero que observó Phoenix.

Se sobresaltó repentinamente cuando el alarido volvió a resonar, pero esta vez, se oyó más cercano.

Dio una rápida mirada en búsqueda del origen del alarido, pero no había nada extraño alrededor, sin embargo, Phoenix se encontraba totalmente en alerta. 

En su mano derecha formo una pequeña bola de fuego en caso de que el dueño del alarido lo atacara por sorpresa. La inmensa habitación se dividía a su vez, en cuatro pequeñas puertas, mientras que al final, lo que parecía ser una escalera levadiza, conducía al segundo piso, pero para ello, debía encontrar el interruptor que bajaría el gran escalón, aunque no era algo que le haría falta ejecutar, ya que debajo del escalón, lo que parecía ser un bajo nivel le indicaba que el jardín se encontraba en aquella dirección.

Al dar un paso en dirección hacia el bajo nivel, lo que parecía ser una rápida sombra pudo observarse en el segundo piso. Phoenix posiciono su mano delante de su rostro mientras continuaba sosteniendo la bola de fuego. Continuo avanzando hasta que de repente y sin haberlo visto, fue derribado con gran fuerza hacia la acera.

Sus ojos se abrieron con gran sorpresa al observar a la criatura sobre él, una criatura un tanto translúcida sin rostro con un largo cabello lacio en color azabache, similar a un ente, sin embargo, sus manos eran unas filosas garras. Phoenix se encontraba completamente inmovilizado y la criatura apoyo una de sus garras sobre su pecho, donde se encontraba su corazón y lentamente comenzaba a quedarse sin aire mientras que su cuerpo se estaba debilitando.

Lo último que pudo observar antes de caer inconsciente, fue a la criatura siendo golpeada con un gran trozo de roca que provenía de sus espaldas.

...

Phoe rápidamente se transportó hacia el interior del palacio y al no observar a Phoenix en la habitación inicial, se transportó hacia la siguiente habitación en la que observó a Phoenix boca arriba con la criatura sobre él. 

Con su mano derecha deshizo un trozo de fragmento del mural cercano y lo lanzó con fuerza hacia la criatura quien soltó un fuerte alarido frente al impacto. Corrió hacia Phoenix e intento reanimarlo mientras que la criatura tomaba carrera para avanzar hacia ellos y atacarlos.  

Phoe formó un campo de tiempo a su alrededor y la criatura quedo suspendida en el aire.

—Debes despertar, Phoenix— Phoe lo sacudió con suavidad—Phoenix— llamo una vez más.

Al no notar ninguna respuesta por parte de Phoenix, Phoe apoyó una de sus manos sobre su pecho y un fulgor se formó a su alrededor expandiéndose a lo largo de su pecho. Phoenix despertó abruptamente tomando una gran bocanada de aire.

—Tranquilo, debes intentar calmar tu respiración— pidió al oír la agitada respiración de Phoenix. 

Phoenix observó a Phoe con alivio y su respiración comenzó a normalizarse.

—Debemos ir por el cofre— fue lo primero que esbozó con dificultad.

—Primero debes recuperarte y recobrar fuerzas.

—Estoy bien, Phoe.

Phoenix recobro la postura y llevo una de sus manos hacia el lugar en donde la criatura había apoyado una de sus garras.




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