Treinta días para recuperarte I Sinrin

Cuarto día: Una carta para Yerin.

— ¿Una carta? ¿Tú?

—Todo lo que hace hacer el amor, ¿No?

—Sí, jamás imaginé verte escribir y mucho menos una carta.

—Pues, es la segunda vez que lo hago.

—Esto es increíble.

Eunseo se refería a la carta que Eunbi llevaba trabajando más de dos horas. La perfección en la familia Hwang era una de sus principales características, así que era de imaginarse que en una simple carta Eunbi se esmerara mucho.

Aún más, tratándose de Yerin.

—Termine.

—Es increíble que no hayas usado un diccionario.

—Todo está en la mente, querida.

—Por eso mismo lo digo. Te conozco, eres más de números y cálculos que poesía y prosas; por eso me impresiona saber que tu vocabulario es muy extenso.

—Eso solo evidencia que te falta conocerme aún más.

Ambas llevaban más de cinco años de amistad. Todo comenzaba en la Universidad; EunBi pertenecía al área de Logística y Mercadotecnia, mientras Eunseo estudiaba Educación Literaria.

Se conocieron gracias a Eunha. Así que Sinb le debía muchísimas a su mejor amiga.

—Revísalo, por favor. —Eunbi acercó la hoja al lado donde se encontraba Eunseo.

El juego de miradas comenzó con una fragante exquisitez. Eunseo aún estaba impresionada con todo lo que su amiga había escrito, era un talento innato que necesitaba salir a la luz.

Pero no se lo diría, conociendo el ego que tenía la familia Hwang.

—Aprobado. —Habló Eunseo al terminar de leer todo el texto.

— ¿Qué?

—Esto es una obra maestra, ella tiene muchísima suerte.

—Yo tengo la suerte de haberla conocido.

—Estás muy enamorada, ¿Cierto?

—La amo completamente, créeme. Daría la vida por ella.

Las seis de la tarde. Eunbi había enviado un mensaje a Yerin para avisarle el lugar en el que quedarían en verse. Esta había aceptado sin ninguna objeción.

«Llego en diez minutos» fue el último mensaje que Eunbi observaba en la pantalla de su móvil. Iban a ir a un restaurant a comer, nada formal obviamente.

—Fueron once minutos. —Sinb reprochó a Yerin en cuanto la vio; refiriéndose al mensaje que le había enviado.

—Lo siento, fue un día muy estresante.

— ¿La Universidad?

—Sí, el último ciclo es el más problemático ya sabes.

—Uf, sí. Aún recuerdo mis días de universitaria como si hubieran sido hace un año.

— ¿Bromeas, cierto? Realmente terminaste hace un año.

—Lo sé, pero shhh. Solo era humor.

Ambas chicas ingresaron al restaurante, siendo atendidas inmediatamente por un joven atractivo.

—Bienvenidas, señoritas. Mi nombre es Sehun y seré su mesero esta noche. —Se presentó el joven.

—Un vino tinto y dos lasañas, por favor. —Sinb se adelantó a pedir.

—Con mucho gusto.

El joven salió del campo de vista de ambas chicas, dejándolas solas.

— ¿Vino?

—Sí, es una buena opción.

—No quiero que sigas bebiendo, Eunbi.

—No lo he hecho desde que comencé con los treinta días. Estoy cambiando por ti.

—Me alegra ese cambio, pero deberías hacerlo más por ti. Es un cambio propio.

—Dejemos de hablar de mí. ¿Cómo vas con Yuna?

— ¿Quieres saber eso?

— ¿No puedo, acaso?

—No, es solo que... Es algo raro que quieras saber de mi relación con Yuna cuando intentas recuperarme.

—Entonces ¿No me dirás?

—Vamos bien.

— ¿Han tenido sexo?

— ¿Qué? —Yerin abrió los ojos por aquella pregunta, esperaba no contestarla.

—Lo que escuchaste ¿Han tenido sexo?

—Eso es cosa mía y de Yuna, nada que ver contigo.

—Entonces es un sí. —Eunbi apretaba la tela de la mesa por debajo de esta. Hubiera preferido no saberlo, pero era una pregunta que se repetía día a día en su cabeza.

—No quiero seguir hablando de eso.

—Está bien, entonce-

—Dos lasañas para dos bellas jovencitas. —Sehun, el camarero, se acercó con ambos platos dejándolos sobre la mesa de ambas. Compartió una sonrisa antes de retirarse.

—El servicio es muy bueno, me agrada aquel joven. —Comentó Yerin.

—Ahora ¿Te volverás hetero?

—Ni hablar, los chicos no me van.

—Me alegra.

La cena transcurrió de lo mejor para ambas. Yerin disfrutaba mucho la compañía de SinB y el sentimiento era mutuo.

—Joven, la cuenta. —Llamó Sinb sacando su tarjeta para pagar.

— ¿Tarjeta o efectivo? —Preguntó Sehun sin darse cuenta de la tarjeta en la mano de Sinb.

—Tarjeta. —Sehun extendió la máquina delante de Sinb esperando a que esta terminara de escribir su contraseña. —Muchas gracias por la visita. Esperamos que les haya encantado nuestro producto al igual que nuestro servicio. Vuelvan pronto.

Después que el joven se retirara, Yerin habló. —Vas a dejarle propina, ¿No?

—Yerin, Hwang Eunbi jamás lleva efectivo. Por algo existen las tarjetas.

—Debí suponerlo. —Yerin sacó algunas monedas y uno que otro billete de su cartera dejándolo sobre la mesa. — ¿Podemos irnos?

—Si es lo que quieres, está bien.

Ambas chicas salieron del restaurante en camino al auto de Sinb. Destino: La casa de Yerin.

—Gracias por la cena.

—No hay de qué, tenía mucha hambre.

— ¿Cómo vas con la empresa de tu padre?

—Todo va bien, en dos meses tendré que viajar a Japón para negociar con algunos inversionistas.

— ¿Iras sola?

—No, iré con mi padre. Es un asunto serio.

El auto estaba a unas calles de la casa de Yerin.

— ¿Volverás pronto?

—Depende de cuánto se extiendan todo el papeleo y las negociaciones. Sabes que amo todo el campo laboral.

—Lo sé. —El auto estacionó. —Solo espero a que estés para mi Cumpleaños.

—No me lo perdería, boba.

—Tú eres la boba.

—No, tú eres la boba. —Sinb rio al hablar, aún recordaba aquellas discusiones tontas que siempre mantenían al decidir quién amaba más a quién o quién era la más boba de ambas, era algo que deseaba recuperar. —Somos unas bobas.



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En el texto hay: kpop, gfriend, sinrin

Editado: 02.01.2021

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