Treinta y Un Días: Juego de Novios

1095 días antes del juego: Conociendosé

Un sol y un calor bochornoso se apoderaban del día, me acercaba al parque que se hallaba cerca de la escuela, iba a paso ligero, muy ligero. Eran las 7:15 a.m. y se suponía que entraba a las... ¡7:00 a.m.! Iba a llegar casi 20 minutos tarde porque me faltaban aproximadamente 5 minutos de camino.

Esa mañana había despertado con el pie izquierdo: mi trabajo había sido empapado por el chocolate de mi desayuno, y mi gata había destrozado la maqueta que se supone debía llevar hoy. Me había levantado media hora más tarde de lo normal, se había ido el agua en casa y tuve que recoger agua para bañarme. A duras penas desayune algo y mi chocolate se había derramado. Logre salir a tiempo pero en mi bolso llevaba los cuadernos de el horario de otro día, no el de hoy, tuve que volver por los correctos cuando iba a mitad de camino; razón por la que voy tarde, y para completar, cuando iba de nuevo a mitad de camino, algún ave defecó en mi camiseta.

Comencé a correr para llegar antes, iba a trompicones, como si no pudiera soportar el peso de mi propio cuerpo. Iba cruzando el parque y ¡PUM!... choqué con alguna pobre persona.

—¡Lo siento!— Me disculpé apresuradamente —Y-yo no veía por donde iba y... ¡voy tarde, perdón!

—¡Espera! Tranquilizate por favor, pareces desquiciado.— dijo el desconocido, me percaté que llevaba el uniforme de mi escuela. —Yo igual voy tarde, podemos ir juntos; puedo ver que somos de la misma escuela. Mi nombre es Harry, Harry Griffin, gusto conocerte.

Me ofreció su mano, y yo solo estaba pasmado de lo despreocupado que era, ¡¿no notaba que íbamos casi media hora tarde?!

—¿Ehh? M-mi nombre es Cameron, Cameron Evans. Igualmente— me presenté presuroso.

—¿Por que tanta prisa? Ya te dije que te tranquilizarás. —Me recordó. —Solo cálmate, no es difícil.

—¡¿No has notado que vamos casi media hora tarde?! —Justifiqué. — ¡deberíamos apresurarnos!

—Correr no hará que el tiempo retroceda para que lleguemos a tiempo.—Contrapusó. —No entiendo tu prisa.

Me quedé callado, tenía razón. Lo miré desconcertado, sus ojos marrones denotaban burla, y su boca esbozaba una sonrisa socarrona. Advertí como mis mejillas se sonrojaban, y coloque una mano en mi cara a causa de la vergüenza, la cual no sabía ni siquiera por que sentía, no había razón para sentir vergüenza en esta situación, ¿o si? Cuando por fin superé esa situación caminamos hacia la escuela que se encontraba solo a dos minutos de camino, y no hablamos nada durante este. Al llegar resultó milagroso que nos permitieran entrar, el portón principal no fue difícil, el portero es buena onda, pero otra cosa seria entrar a clase y aguantar la reprimenda del maestro. En el camino hacia el aula me separé de Harry, dijo algo sobre unas diligencias en dirección, no presté mucha atención: estaba muy nervioso.

Al entrar al aula el maestro me miró como juzgándome, y entendí tácitamente que lo dejaría pasar por esta vez, por ser la primera tal vez. Algunos me miraron raro, pero raro no es igual a malo al menos. Me dirigí al asiento al lado de Erica, mi mejor amiga. La clase siguió con normalidad hasta que me percaté de una cabellera de color negro acompañada de una delgada silueta en el umbral de la puerta del aula. Se trataba de Harry, por alguna razón se dirigió hacia donde estaba el profesor y le murmuró algo. El maestro se levanto y dio un anuncio algo inesperado -al menos para mi- :

—¡Muchachos! Le pueden dar la bienvenida a un nuevo estudiante a su curso, y nuestra institución. ¿Gustas presentarte?

—¡Sip!, Buenos días, mi nombre es Harry Griffin

—Muchas gracias Harry, puedes tomar asiento—Le sugirió el profesor. — Seguiremos el tema en la página...

El maestro siguió la clase normalmente, yo seguía un poco sorprendido, Griffin tomó asiento a mi lado y me saludo:

—Hola, Cameron, que casualidad, somos de la misma clase— sonrió.

—Sí, genial— Dije con entusiasmo fingido

—¿Se conocen?— preguntó Erica curiosa.

—¡Síp!— Respondió Harry

—No exactamente, en realidad nos conocimos hace rato, ambos íbamos tarde y el me acompañó aquí.— Corregí.

–—Ah, ya veo.— Soltó Erica —Pareces agradable, cool.

—Sí, soy muy cool— Continuo Griffin.

—Veo que ya se están conociendo, pero pueden dejar las conversaciones para el recreo, por favor presten atención a la clase, esto irá en el examen— Nos reprendió el profesor. Erica y yo nos callamos, y Harry hizo mueca de querer seguir hablando, pero no lo hizo. La clase continuó con normalidad.

***

Llego el final de la jornada y me despedí de Erica y Simón (mi otro amigo). Iba camino a salir de la escuela cuando escuché que me llamaban.

—¡Hey, Evans! Espera.— Era la voz de Harry Griffin.

Me volví para ver a Harry trotando hacia mí se detuvo y preguntó:

—¿Por donde vives?

Lo observé extrañado pero simplemente respondí.

—¡Oh, que casualidad! Justo vivo cerca de ahí, podemos ir juntos— Propusó Harry. —¿Que dices, Cameron?

—Esta bien— Cedí.

Podía llegar a ser un tanto irritante y persuasivo. Retomé mi camino, esta vez junto a Harry, y nos dirigimos a casa. En el camino Harry buscaba sacarme conversación, y lo logró: teníamos algunas cosas en común y, al parecer, él era más interesante de lo que creí. Estábamos a una calle de mi casa y el se despidió de mi. Si que vivía cerca a mi. Yo también me despedí de él, y seguí mi camino. Al llegar a casa salude a mis padres, y continué a mi cuarto. Estaba tan cansado que me quedé dormido casi al instante. El día había sido casi un fiasco, de no ser por la animada personalidad de Harry Griffin y también de que tuve suerte puesto que el profesor entendió lo de mi trabajo ya que había llevado prueba de el accidente y me dio una semana para repetirlo; en cuanto a la maqueta también lleve evidencia de cómo mi gatita la había destrozado y la maestra Collin me dejó hacerla de nuevo, menos mal que había pensado en ello; el caso es que para completar de añadir un poco más de fiasco a mi día para compensar la suerte que tuve, estaba teniendo una pesadilla un tanto rara.




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