Treinta y Un Días: Juego de Novios

Día 5: Pensando en el Pasado

Me levanté y mi madre informó que no había clases para mi curso. Dijo que apesar de que no estaban enojados con la escuela y que ni los padres de Harry o los míos habían presentado cargos, la institución por respeto y como disculpa nos había dejado el día libre. Más que todo para que Harry y yo descansasemos del episodio de ayer. Estuve casi toda la mañana tranquilo, no tuve que hacer nada y lo odiaba. No me malinterpreten, amaba no tener que hacer nada, podía leer y ver cuantos capítulos quisiese de mi serie. No tenía que salir de mi cuarto para nada y mi madre estaba para lo que necesitase, pero... era por que creían que yo era un héroe. Y me molestaba en más de un sentido. En primer lugar yo no era un héroe, sentía que se necesitaba mucho mas para ser uno. En segundo, simplemente no me gustaba llamar la atención. Sentía que se concentraban en mi más de lo debido. Por último estaba como posiblemente me tratasen en el colegio. Cosa que no me importaba y a la vez me disgustaba. Ya fuera que pensaran bien o mal, no me interesa, prefiero que no piensen en mi de ninguna forma.

Ese día tanto mi madre como mi padre se habían tomado el día libre en el trabajo para pasar el tiempo libre con su hijo. Clarissa y Luther, sus nombres respectivamente. Nunca los llamaba por su nombre, salvo... salvo la vez hace dos año que descubrí que Luther no era mi padre.

Mi madre, Clarissa Owens, contrajo matrimonio con Matthew Evans hace 17 años, ya casi 18. Muy joven a mi parecer, tenía 20 años en aquel momento. Un año después de su boda se enteró de que estaba embarazada. Me relataba eso con un alegría nostálgica que me hace suponer que fue un momento feliz para ambos. 9 meses después, a sus 22 años, el mismo día en el que dio a luz; su marido falleció en un triste accidente de tráfico mientras conducía rumbo al hospital. Eso la devastó demasiado, recuerdo que lloro en sobremanera al momento de contarme todo. Me habló de cómo duro 2 años como madre soltera, años en los que pensó que nunca se iba volver a enamorar y en la que no tendría más compañía que su preciado hijo. Cuando yo tenía 3 años, mi madre se volvió a enamorar de un hombre, que por pura coincidencia tenía el mismo apellido de su difunto esposo. Al momento de casarse, a mis 8 años, recuerdo que pensaba que el era mi padre de verdad, no tenía razón para dudar. Pensaba que hasta ahora se iban a casar o que estaban renovando sus votos.

Por otro lado, no sé mucho de mi padre biológico. Se que mi madre lo conoció en la universidad, a sus 18 años. Se enamoró al instante perdidamente, o así lo relata ella. Dice que era un hombre que a pesar de parecer apático o asocial, era de lo más simpático y divertido. Sabia tocar la guitarra, y hubo veces en las que le canto más de una vez. Ambos iban extremadamente bien en sus estudios, ambos habían adelantado años de secundaria, se graduaron de su carrera universitaria a sus 20 años (compartían la misma edad) año en el que también se casaron. Y eso es de lo poco que sé de él. Puedo notar el triste dolor que la aflige cuando habla de él, así que prefiero evitar preguntar o hablar de él.

Luther, mi padre adoptivo. El es cool, supongo. Aún cuando pensaba que era mi padre biológico lo tenía en el mismo concepto. Un puente tiene dos puntos, su lado sería como un puente moderno, portentoso, y elegante. Asimismo, mi lado del puente era más rural y descuidado, seguía siendo fuerte pero no por eso tan fuerte como el otro lado. Así que en conclusión es un puente híbrido y raro que funciona los suficientemente bien. Por que sí, estaba conciente que mi padre, Luther, trataba de tener la mejor relación conmigo, comunicación, tiempo, etc. Solo que yo, no le dedicaba tanto esfuerzo. Y lo mismo era con mi madre, solo que mi lado del puente con ella era mejor. Solo un poco.

El día que mi madre me reveló que Luther no era mi padre biológico, me sentí devastado. Me sentí engañado. Pero no pude hacer mas que comprenderla. En especial cuando me contó sus anécdotas con Matthew. Aún así, mi dolor y mi tristeza no se iban. Las descargué entonces con mi padre. Lo dejé de llamar papá, y comencé a llamarlo simple y fríamente por su nombre. "Luther", decía yo con un tono frío, tanto como para referirme a él como para hablar con el. Papá se sintió muy mal por ello. Muy a pesar de que no era su hijo biológico me había cuidado, amado y criado como uno propio. Meses después cuando superé ese dolor, me entristeció el hecho de como lo enfrente. De manera tan inmadura desquitandome con quien no tenía nada que ver. Reflexioné demasiado en como me había comportado con mi padre y traté de enmendar las cosas. Por suerte el estaba dispuesto a ello y nuestra relación padre-hijo mejoró bastante aparte de enmendarse.

Escuché la voz de padre llamándome para el desayuno. Al parecer ambos cocinaron hoy. Normalmente se turnan para prepararlo, hoy fue en cooperación por que fue un GRAN desayuno. Sobre la mesa había 6 platos, dos para cada uno, el platillo principal consistía en spaghetti a la boloñesa con trocitos de carne de res, acompañado de una ensalada. Que de hecho, todo era mi comida favorita. Al lado, el segundo plato tenía un postre de chocolate, otra vez, mi favorito. Y en el vaso, la bebida era jugo natural de curuba. Mi favorito de nuevo. Eso era un premio demasiado grande para un héroe falso. Pero no me quejaba, a ver, es que la comida siempre será comida; ¡en especial si es mi favorita! Dí algunos bocados y me percaté de las miradas fugaces entre mis padres, mi madre le hacía señas a mi padre quien claramente no entendía. Cuando mi madre iba hablar, fingí que no había notado nada.

—Cameron, ¿no hay nada que quieras decirnos?— indagó pretenciosa.

Casi escupo mi comida.

—¿Por qué preguntas?— Pregunté nervioso.

Miro a mi padre y luego viró su mirada hacia mi de manera inquietante.

—¿Seguro?— Inquirió.

Miro de nuevo a mi padre, sonrió picaramente y canturreó:




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