CAPITULO TRES
UN SANTA MUY ESPECIAL
Ahora la magia comienza, los formula se recrea para cumplir los deseos. Ya habían pasado diez días, solo faltaba cinco días para navidad, así que las luces y los colores brillaban en las calles y en los pasillos y puertas de las oficinas y locales comerciales, así como en algunas empresas, empresa como en la que trabajaba mi madre.
Ella trabajaba en una empresa de tecnología e informática, como jefa del departamento de manejo de datos, ella como ingeniera de Software, además de licenciada en estadísticas, cumplía un rol importante dentro de la empresa, pero además ella había ido comprando acciones a nombre de su nieta, pensando en dejarle un fideicomiso y asegurar sus estudios y la posibilidad de seguir como asociada en ésta aunque pocos sabían de esto.
Eso no implicaba que ella hiciera su mayor esfuerzo en el desempeño de su trabajo, por eso era apreciada y respetada por los gerentes de la empresa, ya a sus casi cincuenta y tres años, había llegado a ser la jefe del departamento de manejo de datos, cargo que tenía desde casi cuatro años desempeñándolo con mucho éxito, pero a su vez era dueña de una pequeña firma independiente que diseñaba aplicaciones con uso en muchas áreas y cada día diseñaba prototipos de sus diseños, como también algunos diseños para su uso personal, como un dispositivo de rastreo minúsculo que tenía su nieta en sus pequeños aretes y que cada cierto tiempo cambiaba de diseño para que no se aburriera y se los quitara, no pensaba pasar por el mismo dolor como cuando perdió a su hijo tras su accidente, se lo llevaron y ni ella ni yo, su esposa, pudimos localizarlos, habían pasado mas de siete años y su hijo no había aparecido, dándolo por fallecido, pero ella en su corazón sentía que seguía vivo, pero no sabía porque no había regresado y yo casi había perdido las esperanzas de ver nuevamente a mi esposo.
El domingo antes de la navidad, la empresa realizaba el compartir de fin de año, a la vez anunciaba la incorporación del nuevo Directo ejecutivo, quien se presentaría a sus oficinas el día lunes antes de Navidad, pero todos los que sabían de ese hecho, esperaban que se presentara ese domingo en el compartir, nadie sabia quien era, ni como era, solo sabían que tenía treinta y un año, aun estaba soltero y que tomaría el rol que desde hacía siete años, tenia el actual director ejecutivo, un hermano por parte de su padre que tomó el cargo cuando este falleció dos años antes de su accidente.
Solo el asistente de confianza del nuevo directo sabia quién era y había informado que se presentaría ese día en la fiesta de la empresa, por lo que todos volteaban hacia la puerta del salón de festejos cuando vez que esta se abría, en espera del destacado personaje, pero esta vez solo entró el asistente quien abrió con fuerza la puerta y junto detrás de él venia un alto y corpulento hombre vestido de Santa y a quien también estaban esperando a recibir las peticiones de los pequeños invitados de la reunión festiva.
Los pequeños que aguardaban gritaban emocionados, llamándolo con gritos de alegrías
−Santa, Santa, aquí, aquí −, se oían las emocionadas vocecitas, algunas tan emocionadas que lagrimas salían de sus anegados ojos, en especial los emocionados ojos marrones de la pequeña Emilia,
En el estacionamiento, el asistente le había dicho al hombre sentado en el asiento posterior del auto,
−señor hay un pequeño problema en la organización del evento, me esta escribiendo el jefe de relaciones públicas,
−que pasó ahora −, preguntó interesado era importante que los trabajadores y sus familias se divirtieran en la fiesta.
−el hombre que contrataron para hacer de santa, se enfermo y no pudo venir, y ya no hay tiempo en buscar un reemplazo, ya los pequeños esperan −, le contesto rápidamente,
−dejó el traje que usaría−, pregunto a su asombrado asistente,
−sí señor, lo dejó en el camerino donde debía vestirse con el traje −, le informó,
−bien, vamos, Santa no debe tardar más, desilusionaría a los pequeños, eso no debe pasar en mi empresa, vamos a oír las peticiones de los niños−, dijo abriendo la puerta y saliendo del vehículo donde habían llegado
Así fue, como el nuevo director ejecutivo se vistió de Santa, porque el santa que debía venir no lo hiso, así fue como la pequeña de ojos marrones le sonrió a Santa, estaba de tercera en la fila de niños que harían sus peticiones.
Santiago miró a la cara a la pequeña que se acercaba a él, miró su ojos de un color tan parecido a los suyos, pero que también les recordaban a otros ojos que veía en sus sueños, unos ojos que siempre lo miraron con amor y ternura,
−dime pequeña cuales son tus peticiones a Santa, ella se acercó, y haciéndole indicaciones precisas le dijo que se acercara para susurrar cerca de su oído, el la subió a sus piernas y le indico que hablara,
−Santa, me llamo Emilia y tengo seis años, tengo algo para ti −, le dijo sacando un colorido y brillante sobre del bolsillo interior de su abrigo,
−la escribí para el verdadero santa, yo se que el no puede venir, pero tu como su asistente se la puedes entregar −, el miraba a esos ojos tan familiares, permaneciendo en silencio, oyendo a aquella pequeña que ingenuamente exponía su solicitud,
−le escribí yo sola, porque mi mami y mi abuela no saben que la hice, así que puede tener algunos errores, apenas estoy aprendiendo a leer y escribir, pero tú me entiendes verdad−, le dijo con gestos de complicidad mientras le entregaba el sobre,