Tres Cartas A Santa Que Piden Lo Mismo

CAPITULO CUATRO - UN AFORTUNADO DESCUBRIMIENTO

CAPITULO CUATRO

UN AFORTUNADO DESCUBRIMIENTO

Apenas había salido el sol del amanecer del día lunes, Santiago apenas salía de la ducha después de su rutina de ejercicios, se estaba preparando para desayunar cuando tomó de su escritorio, el pequeño sobre de la carta de peticiones de Emilia, el que todavía no abría, sentía tanto interés por el contenido, pero a la vez sentía una opresión en su pecho, pero que no sabía porque estaba allí ese sentimiento, tomó asiento y se dispuso abrir la carta que la pequeña le dio al igual que su consentimiento para leerla.

Abrió lentamente y con cuidado el brillante sobre, con temor de dañar el delicado papel, busco en su interior y sacó el papel cuidadosamente doblado en cuatro, lo colocó sobre el escritorio extendiendo con delicadeza los dobleces del papel, luego pasando su manos por encima para extenderlo bien, vio la letra irregular que demostraba la edad del escritor, eso le saco una sonrisa de ternura y no sabia porque, pero esos ojos cada vez se les parecían a los ojos de sus sueños.

Tenia un título la carta; en letras verdes y rojas intercaladas estaba escrita la frase:

Quiero que mi papi regrese

“querido Santa, esta es una carta muy importante, por favor léela, mi papi se fue antes de que yo naciera, mi mami y mi abuela los buscaron por mucho tiempo, pero no lo encontraron, ellas lloraron mucho y han estado muy triste por eso, por eso yo no sé cómo es mi papi, por favor tráelo de regreso,

Santa tú sabes lo que quiere mi corazón, que mi mami y mi abuela sean felices, regresa a mi papi, lo quiero de regreso, regresa a su esposo a mi madre y su hijo a mi abuela, esa son mis tres peticiones Santa,

Gracias Santa, pero si puedes también quiero mi scuter nuevo, aunque te lo cambio por las tres peticiones anteriores”

Santiago sintió un nudo en su garganta, su corazón latió fuertemente haciendo que ese hoyo que sentía se llenara de un calor desconocido como reconfortante, se levantó tan rápido de la silla, que esta con el impulso se rodó sobre sus ruedas pegando a la pared con un golpe seco,

Sintiendo un ligero mareo, puso sus manos con fuerza sobre el escritorio para mantener el equilibrio, lo que lo hiso parpadear con rapidez, a consecuencia de los movimientos rápidos que hacían sus ojos por el vértigo dentro de su cabeza, posó una de sus manos sobre sus ojos, como queriendo detener la avalancha de imágenes que su cerebro por mucho tiempo había ocultado, tanto como casi siete años escondidas dentro de la neblina de su memoria olvidada.

Ahí estaban, una mujer embarazada de varios meses, sonriéndome, mi mujer, mi esposa, otra de hermosos ojos marrones, que me miraban con la ternura mas grande, mi madre, mientras me despedían en la puerta, la firma de nuestro registro de matrimonio, la prueba de embarazo positiva. El día que nos fuimos de nuestra casa, de la casa de mi padre antes de su “accidente fatal” donde falleció, y que ahora vivía mi madrastra y donde viví confinado los últimos siete años, la causa que dejó a mi mamá sola conmigo, mi vida desfilaba ante mis ojos, a una velocidad que me hacía doler la cabeza, di unos pasos hacia atrás y tomando la silla por el respaldo la coloque de nuevo en su ligar y me senté en ella, tomé mi cabeza entre mis manos, apretando mis sienes con fuerza, la sensación del mareo se calmaba poco a poco mi corazón se acompasaba a su ritmo, y luego un sentimiento de rabia nacía en mi interior, me estuvieron engañando por tanto tiempo, la propia familia de mi padre me engañaba y se burlaron de mi y de mi madre, haciéndome estar lejos de mi verdadera familia, mi madre, mi esposa y mi hija.

Llamé a mi asistente, quien entro un par de minutos después,

−averigua con recursos humanos, si hay alguna Francia Villanueva o Grecia Ricardí entre el personal dentro de la empresa y también de la clínica −, recordaba muy bien que su esposa era fisioterapeuta y trabajaba allí,

−además y que familiar anotaron para la visita de santa de ayer, y lo quiero para ayer−, le dijo con premura y luego más calmadamente,

−tráeme un analgésico y un jugo de naranja que me duele la cabeza, hazme una cita con el neurólogo de la clínica de la empresa, si es para hoy, mucho mejor. −, le dijo rápidamente,

Antes de cinco minuto, entró con una bandeja, donde traía un frasco de comprimidos y un vaso con jugo de naranja, además de un sobre con varios documentos dentro.

Leyó el documento dos veces antes de calmarse lo suficiente y calmar su agitado corazón,

−como pudieron hacer algo tan cruel, como pudieron −,se decía con dolor en el corazón.

Santiago miraba los documentos sobre su escritorio, y la verdad se presentó antes sus ojos, ellos tomaron lo que pudieron antes de que alguien se diera cuenta de sus robos, pero como ya no podían seguir robando libremente y los abogados no les dio mas prorroga para entregarme la empresa al cumplir mis treinta años como estipulaba el testamento de papa, por eso Roberto su hermanastro, ya no pudo seguir sosteniendo las mentiras, seguramente ya deben estar fuera del país regocijándose de lo que hicieron. Ya todo volverá a su cauce, pronto estaré con mi familia de nuevo.

Andrés, ven un momento por favor −, le dijo a su asistente por teléfono, quien entro dos minutos después,




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