Tres desamores una ciudad

A FLOTE

Clarice se quitó los zapatos para que el hombre no escuchará cuando ella se acercará y lo bajara del barandal, corrió hacia él y lo halo de su traje haciéndole caer dentro del apartamento.

-¿Qué le pasa?-

-¡A usted que le sucede!
¡Cómo se le ocurre hacer semejante barbaridad!-

-¡Ya no soporto!-

Luego Anyel volvió a levantarse y intentó otra vez subirse a la baranda pero fue imposibilitado por Clarice quién lo tiró nuevamente al suelo y se colocó encima de él para evitar que volviera a levantarse.

-¡No señor Gutz de aquí no se mueve a menos que pueda subir conmigo!-

-¡Bajese y dejé acabe con mi dolor!-

Clarice se aferró mucho a él, pegó tanto su rostro a su pecho que pudó notar que había bebido vino y también un olor que se le hizo tan agradable, tan atrapante, tan cautivador: olor a madera de pino junto con una mezcla de flor de acacia y una clase de orquídeas de Nordin.

Ella estaba tan a gusto encima de él por ese tan excitante olor que sólo le recordaba a su amor eterno :Ray.

Sintió la necesidad de tener ese olor con ella, ya que gracias a Roch quién le dejó sin el olor de Ray se sentía neutra sin olor.

No sabe por que pero enterró su nariz en el cuello de Anyel y luego comenzó a besarlo. Él estaba confundido no sabía que estaba pasando pero sé sentía vivo otra vez después de 3 años de muerte de su esposa.

Clarice se quitó su chaqueta y luego quitó la corbata de Anyel con gran desesperación, comenzó a desabotonar la camisa de Anyel y comenzó a besar su pecho, no era como el pecho de Roch: firme y lampiño; si no más bien: velludo y nada tonificado.

Anyel ya sintiéndose un poco mareado por el vino comenzó a ver en Clarice a su esposa Lidis y se dejó acariciar pues lo extrañaba mucho.

Luego de llenar de besos el cuello y pecho de Anyel, tomó Clarice le decisión de llevarle a su apartamento, como pudo levantó a Anyel y lo agarró del brazo y lo llevó, abrió la puerta y lo llevó directamente a los cama lo acostó en su cama y volvió nuevamente a besarlo.

Le quitó toda su ropa y luego quitó la de ella ya que tenía un objetivo en mente: ese olor decía ser suyo, se pegó tanto a su cuerpo y lo apretaba tanto que parecía que quería meterse en su piel y eso lo notaba muy bien Anyel que luego de dejar acariciar no resistió más y comenzó a acariciar a Clarice dejándole saber que quería algo más que unos extraños roces que es lo que ella estaba haciendo.

Parecía que sólo el cuerpo de Clarice estaba ahí pues parecía perdida, no opuso resistencia cuando Anyel acarició su espalda, luego su trasero y piernas, y mucho menos cuando abrió éstas y se introdujo lentamente en ella.

Parecía que ella estaba esperando esto, para cuando él se introdujo totalmente en ella lo miró a los ojos y sintió que su mente había regresado al cuerpo pero ese olor eran tan envolvedor que no tuvo fuerzas para rechazar a Anyel.

Se dejó llevar por los movimientos torpes y flojos de Anyel, era muy diferente a Roch que cada vez que lo hacían la dejaba exhausta desde el principio.

Sabía que el estar en la cama con este desconocido era un error pero parecía que él también quería que ella se metiera debajo de su piel, no dejaba de recorrer su cuerpo con sus manos, besarle la cabeza,y adentrarse en ella con un sutil y suave movimiento que le hacía sentir correspondido. Fue una noche única para ambos.

Al despertar al día siguiente Clarice tenía su cabeza colocada encima del brazo de Anyel y dejó un par de besos en el, esto hizo que él se despertara ,comenzará a besarle el cabello,y abrazarla muy fuerte por atrás.

Se sentían unidos pero luego Clarice abrió los ojos prontamente ,dejó de besar el brazo y se dió vuelta rápidamente quedando cara a cara con Anyel.

Se miraron fijamente por un buen rato sin decirse nada pero luego Anyel rompió el silencio.

-¡Hola!
¡Buenos días!-

-¡Hola!-

-¡No recuerdo tu nombre sólo se que eres jefa de Bea!-

-¡Soy Clarice Herr!-

-¡Mucho gusto Clarice Herr!-

Clarice solo sonrió.
Por la mente de Anyel solo estaba el pensamiento de agradecimiento hacia su difunta esposa Lidis, quién él creía le había enviado a Clarice.




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