Tres desamores una ciudad

DE VUELTA EN EL JUEGO

Anyel estaba triste en su apartamento le hubiera encantado ir con Clarice y poder tener su primera cena en ese lindo restaurante luego sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada.

–¡Hola Anyel!–

–Rita¿Donde están?
Llevo mucho tiempo esperándolas–

–Azul me dijo que tú le diste permiso para quedarse con Bea esta noche o no fue así, por lo que escucho–

–¿Esta donde Bea?–

–¡Recién acabo de dejarla ahí!
¿Regreso para llevarla conmigo?–

–No, déjalo así.
Luego hablaré con ella–

–¡Muy bien!
Voy al apartamento–

–Si, adiós–

–Adiós–

En ese momento se le ocurrió una idea a Anyel, ya que su hija no dormiría allí, él podría aprovechar e ir tras Clarice y convencerla de ir al restaurante.

Preparó una maleta con poca cosas y ni siquiera espero que Rita llegará y se marchó.

Pronto alcanzaría a Clarice no tenía mucho de haberse marchado.
Ella le había dado el nombre del hotel donde pasaria la noche, por si le llegará a necesitar.

Al llegar al hotel vió a Clarice salir de él y subirse a un taxi, así que decidió seguir el taxi, éste se detuvo frente a una cafetería muy populosa, y se dirigió hacia una mesa en la cual ya estaba alguien.

Supuso que sería algún cliente o amigo, se sentó en unas de las mesas de alrededor y esperó a que terminará de conversar para darle la sorpresa.

Pasado un tiempo dedujo que ya habían terminado su plática, miró que ambos se pusieron de pie, se dieron un gran abrazo pero luego sucedió algo que él no esperaba: Él comenzó a besarla y ella parecía no oponer resistencia, más bien parecía estar disfrutando de ese beso.

No pudo soportarlo más, se alejó lo más pronto posible, y de inmediato empezó el camino de regreso a Ciudad Vista Linda.

Por su parte Clarice se sintió extraña con ese beso, como algo frío, simple sin ningún sentimiento.

–¡No debimos habernos dado ese beso!–

–¿Tú crees?–

–¡Me sentí muy incómoda!–

–¡Eso percibí!
¡Descuida, sólo fue la despedida!–

–¡Debo irme!
Adiós Ray que seas feliz–

–¡Tú igual Clarice!
¡Busca tu felicidad!–

–¡Eso haré!–

Clarice comenzó a alejarse de la cafetería, se subió a un taxi y luego al ver su teléfono vió diez llamadas perdidas todas de parte de Anyel, intentó regresar la llamada y la dirigía directo al buzón de voz.

Se percató que tenía un mensaje.

<<Clarice , creí que eras una chica especial, pero me equivoqué, mi esposa me hizo sufrir por que murió, y tú me haces sufrir por que me dejaste vivir.
No quiero que te acerques a mí, no más.>>

Clarice al ver su mensaje entró rápidamente al hotel, tomó sus cosas, se subió a su coche y regresó nuevamente a la ciudad, sus ojos parecían cascadas, no dejaba de llorar.

Ya en Ciudad Vista Linda, había un cierto joven que decidida ahogar sus penas todos los fines de semana, el un bar cercano a la carretera principal de la ciudad.

–¡Roch, creí que ya no vendrías!–dijo el bartender al ver al joven entrar.

–¡Hasta que la encuentre, ya sabes, seré tu cliente premium!–

–¡Por supuesto Roch, por supuesto!–

Luego entre tantos cliente apareció uno que Roch ya había visto antes.

–¡Hola!
¿Puedes darme algo que haga olvidarme de ella?–preguntó un recién llegado Anyel al bartender.

–¡Por supuesto!
¡No sólo te olvidarás de ella si no hasta de tu 
nombre!–

–¡No me defraudes amigo!–

Luego la conversación entre Anyel y aquel hombre de vió interrumpida por un tercero

–¿Problemas en el paraíso?–preguntó en tono burlón Roch.

–¿Paraíso?
¡Creí que solo yo era el iluso!–

–¡Oye!
¡Si tú no hubieras aparecido para mí lo hubiera sido!–

–¿Eso crees?
¡Pues adelante!
Tienes el camino libre–

–¿Qué hablas?–

–¡La ví, besándose con un chico en Ciudad Real!
¡Le pedí que se alejará de mi!–

–¡Supongo que ese joven era pelinegro, un poco más bajo que yo y que se parece a ti!–

–¡Si se parece a mí, no lo sé!
Pero creo que sí, lo describes bien!–

–¿Que le ven las mujeres a ese tal Ray?–

–¿Ray?–

–¡Si, ese es su nombre!–

–¿Y como es..?–Anyel fue interrumpido por el sonido del teléfono de Roch.

–¿Me permites?
¡Debo contestar!–

–¡Claro!
¡No me iré!–

Roch salió del bar para escuchar bien la llamada telefónica.

–¡Sabes muy bien que mi turno ya acabó!–respondió un poco tosco Roch a su colega en el hospital.

–¡Debes regresar al hospital!
¡Ella está aquí!–




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