Tres Días de Verano

ANNA

Un mecho de cabello azul se enredaba entre mis pestañas y aunque lo apartaba el viento lo traía de vuelta. Estaba cansada del día anterior, había caminado mucho para llegar de la universidad a mi casa, pero nada me impidió tomar un autobús de dos horas hasta aquella ciudad. La noche parecía tranquila y yo seguía mirando hacia los lados en busca del primer carterista, pero me encontré el rostro sonriente de quien esperaba.

Ella se abalanzo sobre mí en un abrazo fuerte y cálido, estaba ligeramente sudada, seguramente había venido caminando desde su casa.

_Te extrañe tanto_ dije.

Era la segunda vez que nos veíamos, la primera vez teniendo mi cabello azul. Me aparto mechones de la cara, estaba notablemente asombrada, no le había dicho que me había teñido el cabello, había querido que fuera una sorpresa y lo logre con mucho esfuerzo; me costaba no contarle todo lo que me pasaba.

_Me gusta_ dijo y me dio un beso suave en la mejilla, sabía que no podía pedir más que eso hasta estar solas _ ¿Tienes hambre?

_Mucha, pero creo que estoy más cansada que hambrienta_ mentí, solo quería estar a solas con ella.

Sus cejas se alzaron y me dedico una sonrisa ladeada, fui descubierta.

_Pues déjeme decirle señorita, que no le permito estar cansada. Te tengo por tres días y lo que menos vas a hacer es descansar.

Y en lugar de eso abrí los ojos. Por un momento me sentí aturdida. Mi cabello estaba oscuro y salvaje, igual que las promesas que habían hecho los ojos grises de Julieta aquel día, hace poco más de tres años.

Lo recordaba, recordaba todos mis momentos con ella a la perfección.

Me levante, sentía la tela suave de la sudadera sobre mi piel desnuda y lo primero que hice fue cambiarme. Mis mejillas enrojecieron, Julieta conocía mi cuerpo tan bien como yo el suyo, no debería de apenarme.

Revise mi teléfono era muy temprano pero ya tenía dos mensajes de Vic, ninguno de los dos mensajes decía algo malo, de hecho eran muy cordiales pero no podía parar de imaginarla arrugando su nariz ligeramente pecosa y apretando los labios rosados en un puchero adorable. Estaba segura que estaba molesta y trataba de tragárselo. Sonreí con nostalgia por su imagen en mi cabeza, extrañaba ver su espalda pecosa al despertar.

Respondí en tono de burla, ella no era capaz de molestarse realmente conmigo, así que era toda una diversión irritarla solo un poquito. Salí de mi habitación con el teléfono en la mano, yendo directamente a la cocina, los olores me atraían y la voz de Julieta en medio de su interpretación de alguna canción coreana me saco un tipo distinto de sonrisa.

_La última vez que cantaste y cocinaste al mismo tiempo se te quemaron las arepas ¿Qué vas a quemar esta vez?_ dije.

_Al menos lo intento.

Julieta giro y coloco el plato sobre la barra de cocina, había tres panques perfectamente redondas bañadas en miel, jugo de naranja y leche tibia endulzada con papelón.

_Sabes que no era necesario que hicieras el desayuno. Pudimos haber salido a comer algo.

Ladeo la cabeza mientras colocaba un segundo plato al lado del mío y apagaba la cocina.

_Me pregunto ¿Cómo es que estas viva?

Esta vez tuve que esforzarme para sonreír. Vic había cuidado de mí desde el momento en que la conocí, y me había ensañado lo poco que sabía de cocina. Ella siempre cocinaba y yo limpiaba.

_Tener restaurantes cerca ayuda mucho_ respondí.

Ella rodeo la barra y se sentó señalándome el lugar a su lado.

_ ¿Dormiste bien?_ pregunto.

_Sí.

Se sentía todo muy familiar y confortable casi podía imaginarme hacer aquello todos los días, simplemente con su calor a mi lado… casi.

_ ¿Y tú?_ pregunte.

_Me costó un poco al principio, sabes que no duermo bien en lugares nuevos, mucho menos cuando estoy sola.

Me lleve un bocado rápido a la boca, y el dulce sabor me deleito los segundos que necesite para pesar en una respuesta.

_Lo bueno es que pudiste descansar_ dije llevándome otro bocado _ ¿A dónde quieres ir?

Ella se encogió de hombros mientras tragaba.

_Dudo que salgamos. Se está cayendo el cielo_ respondió.

Gire. Parte de la cortina de la pared de vidrio estaba corrida, el cielo era una capa de tela negra, pesada. Las gotas gruesas impactaban contra la superficie con mucha fuerza. Sin duda no era buena idea salir así.

_ ¿Has visto el meteorólogo?_ pregunte y ella negó con la cabeza mientras masticaba _La última vez que llovió así fue el año pasado, lo recuerdo porque cayó granizo, algunos postes de luz cayeron y cortaron la electricidad. Desde que emigre jamás se había ido la luz.

Me sonrió y levanto las cejas. Ambas sabíamos que tan ineficientes podía ser los servicios básicos en nuestro país.

_Todos estaban asustados, fue por una tormenta_ continué.

_ ¿Dónde estabas tú?

Fingí que tenía comida en la boca y trague. Había estado en un apartamento que no era el mío, envuelta en sábana, sobre una cama que ahora sentía muy mía, besando una espalda pecosa para después escuchar con una sonrisa sus quejas sobre la luz.



#44020 en Novela romántica

En el texto hay: lgbt, amor, lesbiana

Editado: 12.03.2019

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