Las sombras azules que danzaban sobre el rostro de Julieta le deban un aspecto misterioso, oscuro y tentador. Era algo bastante familiar para mí, Julieta sabía cómo seducir y yo jamás me había resistido. Por un momento quise mover la lámpara pero tampoco quería perderme el espectáculo que era su rostro.
_ ¿No piensas hablar?_ pregunte.
Había pasado varios minutos desde que había hablado por última vez. Incluso yo, para ese momento quería decirle todo si eso acababa con su silencio.
_ ¿Vas a dejar de evadir mis preguntas?_ respondió.
Simplemente asentí ya no podía postergarlo más.
_ ¿Qué pasa amor?
Esa fue su pregunta y era la única que necesitaba.
Nos habíamos sentado en el suelo detrás del sofá y ella se fue arrastrando hasta estar casi sobre mí. Tomo una de mis manos y comenzó a acariciar la palma. Mi piel reacciono ante el tacto familiar pero mi corazón se apretaba dolorosamente.
_Tengo una vida aquí, sabes… ¿Por qué te contactaste conmigo después de tres años? ¿Qué sucedió?_ le debía muchas respuestas así como ella a mí.
_ ¿No querías verme más?
_Tú sabes muy bien que no es eso.
Cerré mis manos sobre la suya y delinee la marca de sus venas y el pulso de su muñeca. Había un aire de calma en sus ojos y en su postura, pero la sangre debajo de mis dedos corría con la fuerza del pulso acelerado.
_Sabes que te quiero y siempre te voy a querer_ dije. Esas palabras valían mucho más que yo.
_No fue eso lo que dijiste la última vez que nos vimos.
_No dije mucho la última vez que nos vimos.
De hecho no había dicho nada. Recordaba aquellas últimas horas tan bien como recordaba las veces en la que me fundía en su cuerpo y me enseñaba a hacer los besos más largos y húmedos.
_Cierto no dijiste nada_ dijo con un matiz de lamento.
En aquel tiempo mi cabello enviaba destellos azules a nuestras manos entrelazadas, el sol brillaba como nunca pero la brisa estaba fresca, yo tenía las palabras atoradas en la garganta y el corazón en sus manos.
Manos que luego soltó para mirar a mi espalda. Yo gire y aunque en un principio no había reconocido su rostro Julieta se levanto y él atrapo sus labios en un beso casto. En ese momento las palabras murieron y el corazón se enfrió.
_ ¿Qué querías que dijera? Solo era una amiga viendo como su amiga saludaba a su novio_ dije y sus manos se fueron apartando hasta que no hubo ninguna parte de nuestra piel tocándose.
_Sabes que no siempre fuiste solo una amiga.
_Pero eso era lo que sería al final de todo el sexo, solo una amiga.
Desde hace tres años que no decía aquella palabras y esta vez pude sentir la paz con ellas. Pero ella bajo la cabeza y se mordió los labios, estaba ansiosa y nerviosa, solo había dos cosas que podía calmarla y tenía ambas en la cocina.
Me levante y alumbre con mi teléfono, tome dos copas, la botella de vino y una barra de chocolate a medio comer.
_Yo tampoco he olvidado nada de nosotras_ fue lo que dijo cuando volví a su lado, llene las copas y le di de comer el chocolate.
_Fuiste y eres una persona muy importante en mi vida, jamás podría olvidarte_ y estaba siendo totalmente sincera.
Julieta tomó un trago grande antes de volver a levantar sus ojos hacia mí.
_Recuerdo tu rostro aquella vez. Estabas a punto de decirme algo importante y luego…
_Llego tu novio_ agregue.
_Ex-novio_ corrigió y esta vez fui yo quien tomó un gran trago.
El líquido amargo bajo por mi garganta y arrugue la cara. Nunca fui fan del sabor del alcohol, pero en ese momento sentía que lo necesitaba.
_ ¿Qué paso?_ pregunte.
Julieta se encogió de hombros y volvió a tomar, esta vez un trago más corto.
_El tiempo, discusiones… Intentamos que funcionara pero… simplemente se acabo.
Sentí un calor fantasmal apretarme el pecho, era confortable. Era lo que había esperado escuchar hace tres años, cuando sujetaba su mano, rodeadas de brillo azul y a punto de decirle que me había enamorado de ella. Pero ahora todo era distinto.
_ ¿Por eso me contactaste?
_Una de las razones por las que no funciono es que trataba de buscarte en él._ suspiro _Trataba de sentir lo que sentía cuando estaba contigo.
_Siempre me habías dicho que lo amabas.
_Supongo que le das verdadero valor a algo cuando lo pierdes.
_Si necesitas perder algo para darle valor entonces no lo mereces_ dije, jamás me había medido en decir lo que pensaba, aunque mis palabras la golpearon con fuerza.
_No seas tan cruel_ rogo.
Y yo solo pude asentir. No me disculparía por algo que pensaba solo porque la hacía sentir mal, aunque me desagradaba ver el dolor en su rostro. Ese era un rostro hecho para la felicidad.
_Eres mi amiga Julieta, puedes decirme lo que quieras. No te juzgare jamás.
Se llevo el último trago de su copa y la volvió a llenar mientras masticaba un trozo de chocolate.
_No le tengo miedo a que me juzgues… Le tengo miedo a tu respuesta, porque sé que te ame tarde, y tú me amaste muy temprano.