—¿Escucharon eso? —pregunté, intentando despertar de la ensoñación.
Los ruidos se volvían cada vez más intensos. No habían pasado ni siquiera veinte minutos desde el inicio de la tormenta. Los coches que estaban aparcados en las calles, se mecían lentamente por la fuerza del viento. Aparté mi vista de la ventana. El caos estaba desatado; era aterrador ver el panorama, los árboles inclinados hacia un lado casi tocando el suelo, sus raíces saliendo de la tierra, faltando poco para ser arrancados por el feroz viento, había varios autos chocados e incendiados entre violentas llamaradas. Las personas estaban llorando dentro de ellos, sin poder salir, algunos otros ya estaban muertos por el impacto. La tromba de agua no parecía tener fin.
—Izy ¿qué pasó? —dijo mi madre, viéndome desde la cocina, le esta untando mayonesa a una rebanada de pan blanco, para hacer sándwiches.
Pensé en varias respuestas, dudando un instante en responderle.
—Nada, todo está bien —murmuré, ya que mi voz temblaba y no quería que ella lo notará.
—Vamos a tu habitación —dijo Abigail, alzando la voz, para sobresalir entre todos los ruidos del exterior. “Claro que iré, de ahí proviene la voz que susurró mi nombre” pensé.
—Okey —dijimos Deniel y yo al mismo tiempo.
Nos encaminamos a las escaleras que se encontraban en frente de la entrada principal. Mi habitación estaba en el segundo piso, al estar a la mitad de ella, pude escuchar como mi padre encendía la televisión, en ella sólo se podía escuchar estática, después de cambiar los canales constantemente, apagó el televisor, no había encontrado lo que buscaba. Encendió la radio y buscó alguna voz de locutor entre los sonidos que produce la estática, pero el deseo por encontrar a alguien que pudiera explicar lo que está pasando, era más grande, que el rendirnos. Después de varios intentos, lo logró, encontró una estación donde el locutor se hacía escuchar entre los ruidos de la estática.
Nos quedamos quietos, congelados, esperando escuchar el mensaje inquietante, que tanto estábamos esperando.
—Los científicos están… buscando el porqué de este suceso… dicen que es por el eclipse solar más largo en la historia del mundo, que va a suceder en un par de horas… o quizás minutos, pero lo más extraño de todo esto… es que grandes huracanes están azotando al mundo entero, incluyendo a nuestro país. El huracán Úrsula está haciendo grandes destrozos, mientras… (larga pausa) … es como si todos esos huracanes se unieran, para formar un “mega huracán”, parece… que… éste… es… el… final… para la... human… —quedó interrumpida la voz grave del locutor, y de repente, la señal ya no estaba.
“Al menos, la mayor parte del mensaje se comprendía” pensé. Un escalofrío recorrió mi espalda, mis amigos se estremecieron de igual manera. Después, la radio quedó en total silencio. Y un vacío se formó en mi estómago.
—Izy, cuando les hablé, bajan para comer, deben estar muriéndose de hambre —dijo mi madre tratando de ocultar su preocupación. Al parecer, no había prestado atención a lo que decía el locutor, era eso o mi madre es una maravillosa actriz. En cambio, mi padre estaba pálido y respiraba hondo, tratando de calmarse, él no quería alarmar a mi mamá, ni a nosotros. No tenía idea, de que ya habíamos escuchado el escalofriante mensaje. El miedo había paralizado casi por completo a mi padre. “Y ¿quién no lo estaría? Bueno, al parecer, mi madre” pensé.
—Okey, mami, ¡gracias! —alcé la voz para que logrará escuchar sobre el ruido que iba creciendo en el exterior, desde la lluvia hasta las ramas de los árboles golpeando todo lo que estaba cerca de ellos.
—¡Gracias, mamá de Izy! —dijeron Deniel y Abigail. Intentando controlar el miedo creciente, después de lo escuchado en la radio.
Llegamos a mi cuarto, la chica de ojos oscuros, alta y morena, cerró la puerta con cuidado mientras Deniel se recargaba en la pared de al lado, y yo estaba de pie frente a ellos, dándole la espalda peligrosamente a la ventana, que dejaba ver el desastre que se estaba desencadenando allá afuera.
—¡Izy! —volví a escuchar, pero seguía siendo la voz de un desconocido. No pude evitar, dejar atrás la noticia de la radio.
—¿Quién dijo mi nombre? —cuestioné.
—Nosotros, no fuimos —dice Deniel.
—Es extraño, ya escuché varias veces mi nombre y no tengo ni la menor idea de quién lo ha dicho —dije mientras que veía a Deniel y Abigail sin saber qué pensar.
—Izy, necesitas descansar. El susto que te has llevado esta mañana no es para menos, volvería loco a cualquiera y aunque sabía que era peligroso. Estuve a punto de ir a buscarte —dijo Abigail, algo preocupada, a pesar de que es muy agresiva, tiene un gran corazón.
—Pequeña, recuéstate un momento, nosotros nos quedaremos aquí contigo, para que descanses y te relajes —dijo Deniel, acercándose a mí, dándome un tierno beso en la mejilla.
—Deniel, ¿qué haces? —pregunté, sin comprender lo que pasaba en realidad.
—Lo siento, sólo quería hacerte sentir mejor —dijo apenado. Él nunca se había atrevido a hacer eso, muy apenas me abrazaba cuando nos saludamos, hemos sido amigos desde que tengo uso de razón, para mí es como mi hermano.