Tres días en la oscuridad

 3. Atrapada

 

—¡Basta! ¿Qué este sufrimiento nunca va a terminar? —dije con un nudo en la garganta, abrí y cerré los ojos de nuevo. La horrible escena donde mis seres queridos agonizaban, se había esfumado.

Deniel se lanzó contra el demonio, ya no podía esperar más. Los segundos que habían transcurrido desde el ataque, lo estaban llevando al borde de la locura.

—Acabaré contigo, maldito —gritó Deniel. Abigail se preparaba para atacar.

—No —dijo el ángel de los ojos celestes.

—Ella puede hacerlo sola —dijo el otro.

—Están dementes —gritó Deniel, se escuchaba tenso, intentaba soltarse de uno de los dos ángeles, Abigail estaba paralizada de miedo, le temblaba el labio inferior, jamás la había visto así, ella era más valiente que yo o Deniel.

—Vamos Izy. Tienes el poder para vencerlo —dijo el ángel de ojos turquesa.

—Pero no tengo nada para def… —el demonio me tapó la boca y con el otro brazo me apretó la tráquea, el aire me faltaba, no podía respirar, sabía que pronto esto iba a terminar, el asqueroso peste a drenaje y animal muerto se intensificó, al igual que el calor del demonio a mi alrededor y con ello las ganas de vomitar, su mano me quema.

—¿Alguien puede ayudarme? —intenté hablar de nuevo, pero no se entendió nada de lo que dije, sólo murmullos. 

—¡Suéltala! —dijo Deniel entre dientes, mientras forcejeaba con el ángel —si no la vas a ayudar déjame hacerlo a mí.

Abigail piso el pie del ángel que la tenía inmovilizada. Quería ir a ayudarme, pero ni se quejó.

Nota: Al ser ángeles sus cuerpos no son frágiles como los de nosotros, por ende, no sienten el mismo dolor, que los seres humanos, sino que pueden soportar niveles más altos de sufrimiento, básicamente son inmunes, pero los demonios son otro cuento, para ellos el dolor y sufrimiento humano e inhumano es su alimento favorito, aún así pueden sentir dolor, al parecer no soportan tanto dolor cómo los ángeles. Existen diferentes tipos de demonios y ángeles, cada uno tiene diferentes jerarquías, poderes y habilidades.

—Nadie te puede ayudar, niña —la voz gruesa del demonio se hizo escuchar llena de desprecio, haciendo que mis vellos se volvieran a erizar. Apreté mis ojos y dientes, ya no podía resistir más. Mi respiración se aceleró, todo mi cuerpo temblaba, mis manos se cerraron en forma de puños. El calor de mi cuerpo incrementó alarmantemente. Grité tan fuerte como pude, el demonio me aventó al suelo, como si me hubieran salido espinas venenosas en la piel.

Aproveché ese breve momento. Visualicé en el ángel de ojos turquesa, una espada. Di un giro de 160° y tomé la espada, que empuñó entre mis manos, la sostuve con fuerza, sentía como el metal se calentaba poco a poco con el contacto de mi piel, la espada que antes era dorada, se tornó plateada.

Mi mechón violeta caía sobre mi ojo derecho, incliné mi cabeza ligeramente hacia abajo, para verlo de una manera más siniestra. Esperé el momento indicado para atacar, no podía ver a mis compañeros, pero estaba segura que tenían los ojos como platos. Al menos, la espada me proporciona un tenue resplandor, para ver la silueta deforme de mi atacante.

Mi contrincante tenía seis ojos, tan rojos como el mismo infierno, que resaltan en la penumbra, su pelaje era marrón y grasoso, en su horrible cara había facciones de una tarántula, cuatro patas que al final tenían una barra de metal, con afiladas puntas, sus dos brazos eran como garras de león, posiblemente podría matarme de un solo zarpazo. Pero, el miedo que había tenido se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. Estaba lista para luchar. Este sentimiento es el peor enemigo de todos nosotros.

—No debiste de desafiarme, ahora lo pagaras muy caro —dije amenazante. 

Todo alrededor se desvaneció. Era como si el mundo se hubiera desaparecido. Ahora, sólo éramos la bestia y yo. 

La voz del demonio volvió a resonar en la habitación, pero esta vez, era una risa macabra, que casi logra sacarme de mi concentración, un escalofrío me recorre por todo el cuerpo.

—¡Ataca o lárgate de una vez! —le ordené al demonio con voz firme.

No esperé su respuesta, posicioné la espada frente a mi rostro y esa cosa lanzó su primer zarpazo, sin pensarlo dos veces, moví la espada rápidamente, esta chocó contra las filosas garras, era como si hubiera golpeado una roca con ella.

“Tengo que cortar esas garras” pensé.

La batalla siguió, embestida contra embestida, una de las uñas que tenían forma de gancho, me hizo un corte en el brazo. Me dolía, pero seguí atacando, con mayor fuerza, la sangre hervía en mis venas, lancé la siguiente embestida, ya no era en sus garras, sino en su largo cuello, al cortar la piel y el hueso se escuchó un ruido muy extraño, el cuerpo cayó al suelo sin hacer sonido alguno, pero estremeciéndose. De repente, el cuerpo cubierto de sangre y heridas provocadas por la espada, se desvaneció sin dejar rastro alguno, sólo quedaron las heridas que me había provocado el demonio, una en mi brazo y dos más en mi cintura. La bestia me golpeó con sus enormes garras en el costado, estaba sangrando, no me había dado cuenta de cuando él lo había hecho, hasta que sentí el líquido que se deslizaba por mi piel. Y no dejaba de emanar.



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En el texto hay: angeles, demonios, apocalipsis

Editado: 01.11.2020

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