Tres días en la oscuridad

11. Letal

 

Corrimos un par de cuadras en sentido contrario a la grieta, donde encontramos al Señor Oscuro. Nos alejamos de ella lo más rápido que podemos.

Al ver que el camino estaba vacío, caminamos en silencio. Dentro de algunas casas se veía una pequeña luz encendida, que al parecer provenía de una vela, que danzaba con el respirar de las personas que oraban alrededor de ella, por la misericordia divina.

Pasamos por el frente del jardín empapado de una casa, la lluvia se había desatado de nuevo, desde hace un par de minutos, se escuchaba el repiquetear de las gotas en los tejados cercanos,  sintiendo el frío del agua en mi piel. La lluvia disminuyó de un momento a otro, ahora sólo podíamos sentir las gotas tranquilas, pero igual de heladas. El aire olía terriblemente, era como si partículas de los cadáveres putrefactos volarán en el aire. 

Íbamos caminando por en medio de la calle, cuando en una de las casas que estaban en la acera izquierda, una persona se asomó por la ventana. En su cara se dibujó una expresión que reflejaba horror, el peor que una persona pudiera sentir, es como si hubiera visto sus peores pesadillas y al parecer estaban justo fuera de la casa. Cuando lo único que se podía ver en la escena, eran; árboles arrancados desde su raíz, carros volcados por el viento y estrellados en los postes o con autos que habían transitado en la calle, otros hasta se habían estampado en las casas, casi derrumbándose. No digo que eso era algo bueno, para nada, pero no era motivo para el horror que se veía en la cara de esa joven mujer de tez morena. Sus ojos castaños se pusieron en blanco y pude ver como un alma gris salía de su cuerpo y era absorbida por un agujero negro, mientras que su cuerpo cayó inerte al suelo. Los gritos de las personas que estaban con ella, resonaban en mi cabeza, perforando mis oídos. Quedando grabados por siempre en mis recuerdos.

—Lo que acabas de ver, se le conoce como los ojos del pasado, es recordar todo lo malo que hiciste y ver como lo pagarás en el territorio del Oscuro, el impacto que puede causar en los humanos puede llegar a ser letal, como lo fue en este caso —dijo Ezequiel, poniéndome la mano en el hombro, mientras los demás se habían detenido para ver la escalofriante escena.

—Eso es asombroso —dijo Abigail, tratando de sacarnos una sonrisa. Ely le dio un golpe en el brazo, reprendiendo su comentario.

—Esa es una terrible forma de morir, porque sabrás todo lo que sufrirás en la otra vida y no lograrás hacer nada para remediarlo —dijo Gail, mirando al suelo, con una lágrima que derramó sobre él.

—Gracias por el intento de hacernos reír amiga, pero el mundo está viendo su inminente final y eso borra todas las esperanzas que quedan para la humanidad —dije, sin dejar de observar la ventana donde la chica había respirado su último aliento, derramé un par de lágrimas que reflejaban la tristeza que había en mi corazón.

Observé la marca de Arex que tiene en el brazo. La serpiente avanzaba lentamente, sólo si prestas atención podías ver el avance, no sabía que iba a pasar con él, pero de verdad esperaba poder salvarlo. La distancia entre la serpiente y el corazón se acortan con cada minuto que pasaba, ahora quedaban unos pocos centímetros entre ambas figuras.

—¡Vamos! Tenemos que seguir adelante y buscar un lugar donde dormir —dije, pensando en Arex y el cansancio que se veía reflejado en su rostro. 

Deniel me abrazó y yo le di un beso en la mejilla. Extrañaba estar cerca de él. Perdí toda la concentración que tenía y caminé con Deniel tomados de la mano. Su calor reconfortaba un poco el vacío que se había formado dentro de mí, después de ver tantas desgracias.

Todos menos Arex, se veían técnicamente bien, éramos fuertes y estábamos listos para seguir con la lucha, Abigail se acercó al chico moreno de ojos oscuros y le ayudó a caminar, poniendo el brazo de él detrás de su cuello, mientras Gail hacia lo mismo con el otro brazo.

Tristán, Ely y Ezequiel iban comentando algo que no lograba escuchar y tampoco me esforcé mucho por hacerlo. Estaba más concentrada en vivir el momento que estaba pasando con Deniel, no me había dado cuenta de lo mucho que me importa, hasta el momento en el que lo perdí y ahora que lo he vuelto a encontrar, quiero disfrutar el tiempo con él.

₪₪₪₪

 

—¡No salgas! —gritó un hombre maduro, que al parecer estaba dentro de una de las casas vecinas. Después llegó a mis oídos, el sonido del cerrojo al abrirse la puerta y el rechinar de esta misma, un niño pelirrojo se asomó por la puerta. De pronto, el niño fue envuelto en una nube de humo verde fluorescente y en cuestión de segundos se desplomó en el suelo dando su último aliento.

Las lágrimas salieron de mis ojos sin piedad alguna, ni logró dejar de temblar y un nudo enorme se apodera de mi garganta, no dejaba de preguntarme ¿por qué yo puedo sobrevivir a esto y los demás desfallecen sin poder evitarlo? 

Me solté de Deniel y corrí hacia donde estaba el pobre niño de casi tres años tirado en el suelo. 

Al llegar lo tomé entre mis brazos abrazándolo, no lo conocía, pero igual me sentía devastada por su muerte. Todo mi cuerpo se contrae en espasmos, que se repetían una y otra vez, sin dejarme descansar. Era la primera vez en mucho tiempo que recordaba el dolor de ver a alguien inocente morir. Cuando lo sentí por primera vez fue cuando mi hermano Zeke murió por un accidente. Era demasiado pequeña y no recordaba exactamente lo que había pasado, pero el perder a mi pequeño hermano, me hizo cerrar mi corazón a muchos sentimientos.



#7396 en Thriller
#2887 en Suspenso

En el texto hay: angeles, demonios, apocalipsis

Editado: 01.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.