Tres días en la oscuridad

 15. La última esperanza 

Deniel sujetaba al lobo del enorme cuello para tratar de alejarlo de él, su espada estaba en el cinturón y no tenía manera de sacarla para usarla en su defensa. La fuerza del animal parecía ser superior, le estaba tomando ventaja, su hocico se acercaba más y más a su cuello, falta poco para que lo mordiera y la vida de Denial llegará a su final, un nudo en mi estómago se formó. Tenía que actuar o Deniel moriría. 

Lo único que faltaba para seguir empeorando todo esto. El lobo que estaba enfrente a mí torció la cabeza de forma antinatural, el cuerpo completo del lobo vibraba. El crujir de los hueso resonaba en toda la habitación, la bestia se puso en dos patas y mientras que su cuerpo fue tomando la forma de una persona. Lo único que permaneció igual, era el color del cabello. Jamás podré olvidar sus ojos negros como la profundidad del abismo. Sus garras ahora tenían dedos que terminaban en uñas afiladas. Los dientes amarillos y con grandes caninos se mostraban en una expresión de ataque. Era todo un hombre lobo. Un humano poseído por un demonio lobuno. Su respiración era agitada, estaba completamente impaciente por arrancarme la garganta y probar la carne de mi cuerpo. 

La imagen de mis padres dándome un fuerte abrazo se hizo presente en mis recuerdos, una lágrima resbaló por mi mejilla y me dio la fuerza para seguir adelante. Para sobrevivir en esta guerra sin final.

De repente, se escucharon pasos en la parte de afuera de la casa, eché un vistazo con el rabillo de mi ojo y lo que vi me puso la piel de gallina. Eran una manada de hombres lobos que llevaban entre sus enormes garras y en los hocicos partes humanas, al parecer habían tenido un festín. Un hombre lobo cargaba con una chica entre sus brazos, estaba muerta, sólo que su cadáver permanecía completo, de su cabellera castaña escurren gotas de sangre, otros cinco hombres lobos traían a más mujeres de distintas características, pero todas estaban muertas por contusiones en la cabeza. La sangre que brotaba de las heridas atraía a más bestias. 

El viento tocaba una melodía fúnebre, era como si él se diera cuenta de todo lo caótico que estaba pasando en la Tierra y con la brisa trajo el olor a putrefacción de los cuerpos inertes que estaban dispersos por todo el mundo.

“Chicos no quiero ponerlos nerviosos, pero tienen que mantenerse ocultos o escapar. Estamos rodeados de poseídos por demonios lobunos”  pensé para que los demás me escucharan.

No podía respirar. La tensión de todo lo que estaba pasando había provocado que olvidara, respirar.

En frente de mí había un hambriento demonio que lo único que deseaba era destrozar mi garganta, disfrutando de cada mordida que desmembraba mi cuerpo con facilidad. Miré hacía el suelo, donde Deniel seguía luchando.

“¿Cómo había llegado a esa situación? El único chico que me gusta está a punto de ser asesinado por un maldito lobo y yo no puedo hacer nada para ayudarlo. Que buen final tiene mi historia” pensé sarcástica. 

Analicé las posibilidades tan rápido como pude, pero las distintas opciones me daban el mismo resultado, en todas las opciones acabaríamos muertos de cualquier forma. No tenía otra alternativa, más que luchar.

Sujeté a Arya, pero antes de sacarla, le lancé una patada con todas mis fuerzas al lobo que estaba sobre Deniel, después todo pasó más rápido, Deniel se levantó, yo desenfundé a Arya con un movimiento limpio, me hice hacia atrás para evitar el contacto del licántropo que tenía enfrente, mientras que el intentaba agarrarme con sus garras, el filo de mi espada rebanó sus garras.

Deniel ya estaba de pie con el filo de su espada en la garganta del lobo, la mirada de la bestia se dirigía a la ventana donde los otros demonios nos veían con sus ojos rojos tan ardiente como el magma volcánico. Sus hocicos estaban abiertos, tenían finos hilos de saliva mezclada con sangre, ya habían dejado caer las partes de los cuerpos que llevaban segundos antes. Sus dientes filosos nos gritaban que corrieramos, para dar inicio a la diversión, una cacería de ángeles y demonios.

Tardé un par de segundos en decirle mi plan a Abigail “sobre la salvación de Arex” y le agregué al plan que intentaremos distraer a los demonios, para que ellos lograran el objetivo. 

Se están tardando —dijo Ely en su pensamiento —no  creerán que sólo tú y Deniel se divertirán matando lobos ¿verdad? 

No tardamos en llegar —pensé.

¡Muévanse! —ordenó Tristán.

Los gruñidos de las bestias se escuchaban por toda la casa, la emoción de la caza apenas comenzaba, entre ellos sólo volaba una pregunta ¿qué es más apetitoso, que destrozar el cuerpo algunos ángeles?

Yo seguía apuntando con mi espada, amenazando al licántropo que estaba frente a mí, mientras que esté no paraba de lamer sus heridas. Luego aulló tan fuerte que dolía escucharlo.

“Tiene poca resistencia al dolor. El problema es saber si todos son así. Al menos, sé que no se regeneran sus tejidos o de manera rápida” pensé.

Nos vemos en el frente de la casa, ya no podemos retener más a las bestias —pensó Deniel para Ely y Tristán.

Di un paso hacia adelante, aproveché que el lobo estaba distraído con la sangre que brotaba de las heridas y enterré a Arya en su corazón sin pensarlo dos veces. Deniel me siguió muy de cerca, giré lo más rápido que pude, para llegar a la sala, seguimos por el camino hacia el pasillo de la entrada, la puerta estaba abierta de par en par.



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En el texto hay: angeles, demonios, apocalipsis

Editado: 01.11.2020

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