Tres días para enamorarse

Un cupido entrometido, pero muy agradable.

Cuando se hay interés de querer, se busca la forma de romper tus límites y de cortar distancias.

—Noah

Ian

—Hola, ¿¡puedo hablar contigo!? —dice un chico a mis espaldas.

Al voltearme, veo que es el colega y amigo de Noah.

—Hola, sí, ¿dígame? —me exprese con algo de dudas ante su presencia bastante firme del momento; ya que, me tomó por sorpresa el que se dirija a mí de manera repentina.

Encontrarme un chico moreno y alto, era muy peculiar, más viendo, la gran diferencia de estaturas entre él y yo. Lo cual, si llamó mi atención, ya que, con sus grandes manos, de un solo golpe pudiese dejar soñado a cualquiera.

—¡Sin formalidades, por favor! —es directo, y con una voz muy gruesa —Soy Ander —estira su mano para una mejor presentación; y eso que ha dicho sin formalidades.

—Soy Ian —hice el mismo gesto que él, por supuesto, tragándome todos los nervios que pudies cargar en ese momento —¿Por qué el llamado? —también fui directo.

—Noah —exclamó de inmediato.

Al escuchar su nombre, me quede en mudo por un momento. Ahora entendía por dónde iba la cosa. No era de dudarlo.

—¿Sucede algo con él? —aluciné —¿¡No comprendo!? Si es por…

—¡No, no es por eso! —no me dejo pausado —Me acompañas a mi oficina, por favor —dice en un tono muy sutil, haciendo señas con su mano para que lo siga. Lo cual tuve que hacer sin chistar.

Observe como su figura pasa de mí, estando dispuesto a seguirlo. Tomé algo de tranquilidad en mis pasos; aún faltaba algo de tiempo para entrar al aula, así que asenté a lo dicho y procedí detrás, divagando entre mis pensamientos la razón de su acercamiento repentino, ¿acaso Noah le había dicho algo de mí? Rodé mis ojos detrás de su espalda.

—Ponte cómodo —expresó con una sonrisa peculiar, apenas hemos entrado a la oficina, tomando asiento en la silla que está frente a su escritorio.

—Gracias —respondí, para después guardar silencio.

Tras varios minutos de una plática muy fluida; quitándome todas las ideas de la cabeza sobre él, ambos expresamos nuestras posturas frente a Noah. Al igual que hablamos de algunas peculiaridades de él; me quedaba claro que Ander era muy curioso. Pero, tenía sus razones. Y, al final, me había encontrado con un chico bastante agradable detrás de esa gran figura.

No paraba de reír al contarme de alguna de las travesuras que Noah, había hecho dentro de la universidad como, por ejemplo, ponerle a la leche de uno de los docentes que le caía mal, laxante. Lo cual, me hacia gracia, al conocer un poco más de la persona con la que estaba comenzado a tratar.

Así, pasaron los minutos, hasta que el reloj ya marcaba las tres y cincuenta de la tarde. Ambos viendo la calidad del tiempo sobre nosotros, salimos de la oficina relajados, dando por terminada dicha plática, hasta previo aviso. Ya que me había quedado con las ganas de saber más de Noah, y es que era algo que quería, indirectamente diciendo a mí mismo, que él ya me gustaba.

 

Ander

«Ian es un chico peculiar, Noah. Concibiendo el cómo se ha comportado y expresado mientras hablamos de ti, al parecer, creo que también le gustas. No por nada se le ve lo atontado en sus ojos, al igual que tu».

Tan solo observe a Ian pasarse por delante de mí, caminando entre los corredores de los edificios. Un chico bastante peculiar, con algo de admirar a diferencia de otros, con una tonalidad perfecta para Noah. Lleno de misterio, cautivador y relajante al tratar.

 

Ian

«Tienes un buen amigo que se preocupa por ti, Noah. No lo dudo por el gran cariño que te tiene», dije en mi mente al ver a Ander en el escritorio, observando de reojo, como él me hace un guiño.

Mi semblante es muy diferente al del día anterior. La chica que esta a mi lado me ha mirado; a quien solo le he dado una pequeña sonrisa de medio lado, sin prestarle mucha atención, y, con calma y mucha concentración respondí mis exámenes. El tiempo esta vez sí se había ido rápido, que, al percatarme, me había sobrado media hora del tiempo asignado.

—¿Ya termino? Pero, ¿cómo es posible? —la chica a mi lado se mira la cara del chico sentado a su derecha

—¡Las preguntas no están nada fáciles! —susurra aquel chico.

No hay duda de la rapidez con la que he terminado, pero el último examen era bastante insignificante para mí. Ya tenia la nota que necesitaba, rendirlo, tan solo era obligarme a mí mismo a hacerlo. Por lo cual, no tenía que ser una sorpresa; en eso, comencé a percatarme de que algunos estaban más pendientes de lo que hacía. Torciendo mis ojos, tomé mis cosas y salí del salón. A lo cual noto que Ander hace lo mismo, para después ser detenido por él en el pasillo.

—¡Cuídense! Cualquier cosa, me escribes —dice, entregándome su tarjeta de presentación, dándome señas de manera discreta que al reverso de la misma estaba su número personal.

—¡Sí, estaremos en contacto! —asentí y me despedí con total atención, manteniendo la mirada baja.




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