Tres días para enamorarse

Hacer realidad los pensamientos

Ian

En esta parte de mi vida, es cuando lo llamo: destino.

Apenas llegué a casa, lo primero que hice fue preguntarle a Gladys a qué ahora llegaría mi tío a casa. Diciéndome que esa noche, él tenía guardia en el hospital.

Así es como digo que, la vida tiene sus jugadas precisas, cuando de encuentros se trata. Siendo claro que, hay un momento correcto para todo.

Yo:

Hola.

Recién he llegado a casa.

Noah:

Hola.

Tomate tu tiempo. Pasaré por ti dentro de una hora.

Envíame la dirección, por favor.

Yo:

¿Vienes por mí?

Noah:

Sí, ¿O no puedo? Hahaha.

Yo:

O sea, está bien.

Solo que, me sorprendí un poco.

Noah:

Hahaha, entiendo.

Yo:

Ya le digo a la esposa de mi tío que voy a salir.

Y que vienes por mí.

Noah:

Muy bien.

Nos vemos luego.

Yo:

Dirección en tiempo real.

Con nervios, intriga y un toque de incomodidad, procedí a arreglarme, buscando algo entre la poca ropa que me queda; y encontrar algo que se ajuste al momento, se me era algo difícil.

—Estás muy guapo —resuena la voz de Gladys desde el comedor apenas he bajado de las escaleras.

La vi algo entusiasmada; mucho más entusiasmada que yo.

—Siento una sensación rara, pero, linda a la vez —dije nervioso, comenzando a dar pequeños brinquitos en mi propio eje —Sé que han sido dos días, pero no quiero ir al apuro.

—Tranquilo —se levantó de la silla y paso a la cocina, observando como coloca agua caliente en una tasa —¡Ven y tomate un té para esos nervios! Has que sea ameno y solo disfruta —dice de manera divertida —Mira que una noche como esta no se da muy seguido.

—Ni que justamente mi tío tenga guardia hoy —di una pequeña carcajada en ese momento, al igual que ella.

Era justo a pesar de todo.

Aunque aún me ocultaba, como si de algo malo se tratara.

—Si tu tío llega a saber esto, la que se nos va a armar a los dos —nervios y risa —Eres joven y tienes que disfrutar de tus momentos. Además, ya estas grande. Eres consciente de lo que haces —al escuchar eso, la verdad, es que, no sabía si era realmente consciente o no de las cosas que hacía con mi vida. En eso recordé lo que escuché aquella noche en casa. Despistado por un momento, Gladys se acercó y me abrazó —Aun así, no dudes en escribirme si las cosas no van bien.

—Lo sé Gladys, y ¡despreocúpese! La tendré al tanto si algo llega a pasar —le doy un abrazo de oso —¡Muchas gracias!

—No es nada. ¡Bebe el té y escríbele!

—Dentro de una media hora ha de pasar por mí.

 

Noah

—¿Sigues nervioso Noah?

—Ya estoy un poco más tranquilo, mamá.

—No lleguen muy tarde. ¡Por favor, se cuidan!

—¡Sí, mamá! —le di un beso y procedí a buscar mi auto.

 

Ian

Por la impaciencia, los minutos se estaban volviendo eternos. Noah no me había escrito desde hace un buen rato. Ni una respuesta a mis mensajes. En ese momento comienza a sonar mi celular.

—Es Noah —dije con una voz nerviosa, a lo que Gladys me ve y me regala una sonrisa.

Mis manos tiemblan y comencé a entrar en calor.

—¡Contesta!

Sonreí ante lo dicho, y procedí a caminar en medio de la sala.

—¡Hola! ¿Ya estás aquí?

—¡Sí! —lo escucho con una voz un poco temblorosa desde otro lado de la línea.

Afirmé de inmediato y me despedí de Gladys. Salí de la casa, caminando despacio hasta la entrada de la ciudadela; donde otra vez el guardia había llamado mi atención.

—¿Vas de salida? —refleja una sonrisa poco habitual.

—¡Sí, regreso más tarde!

—Creo que te esperan —me hace una seña con su mirada hacia la calle —Soy Andrés, por cierto. ¡Mejor apúrate! Porque ya tiene un buen rato esperándote.

—Gracias Andrés —le di una sonrisa de medio lado.

 

Noah

Yo:




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