Estos últimos días andaba medio ansiosos; con ese tipo de ansiedad que cualquiera corta con nicotina. Me levantaba para ir a trabajar y lo veía al Cesar, ahí tranquilito tomando su agüita, luego nos mirábamos como idiotas esperando que ocurra alguna magia. Y no, nada, entonces iba trabajar, el alquiler no se paga solo. Bueno anduvimos así un tiempo cenábamos, mirábamos la televisión, dormíamos y me iba a trabajar tempranito. Y justo hoy llegue, él estaba usurpando el cuerpecito de Cesar; sospecho que sabe cuándo me tocan los días libres para jodérmelos, porque no puede ser, mañana es mi franco. Me tirare en el sillón para ver a mi querido hermano y hablarle, hasta me prepare y todo.
Eorgilmunil era una de las tantas perlas inmersa en el espacio infinito que pertenecía al Mimilti. Estaba en un sistema planetario que tenía por estrella al Mielmi, cinco planetas los orbitan atados a su perpetua línea geodésica; estando Eorgilmunil en la cuarta posición, ubicándose en la zona de habitabilidad estelar. Desde el cielo algunas noches junto a la Liniel se podía observar a sus hermanos cercanos al Mielmi: Eorgilnadiole de un solo satélite llamado Equeri; le seguía Eorgilfaul sin satélites; luego venia Eorgilvisal con un satélite mayor Belmof y sus tres Vistras, todos planetas telúricos como Eorgilmunil. Mas halla estaba el cinturón de asteroides Meiudi; y pasándolo se encontraba el único gigante joviano de trece satélites llamado Eorgilkal, lejos de su órbita estaba la heliosfera; y la zona más apartada del sistema se llamaba Acantilado Viriaticas una nube de asteroideos y hielo que debe tener como un gúgol de cuerpos cósmicos, que en segmentos se mezclaban con otros, en ese largo pársec —pero considerando que la unidad astronómica seria desde Eorgilmunil al Mielmi, no desde la Tierra al Sol, que subtiende a un ángulo de un segundo de arco—, limitaba con el Acantilado de Etrelgal la frontera del sistema planetario de la estrella hermana del Mielmi llamada Gaelmi. Contaba con un planeta terrestre llamado Eorgilceol de cuatro satélites y dos gigantes gaseosos llamados Eorgildanion con veinte satélites y Eorgiltilion con diecisiete satélites; más allá del último planeta estaba su heliosfera siguiéndole el acantilado. Ambas estrellas complementarias, danzaban en un baile casi eterno de su galaxia del que solo conocían los leiyas.
Corría el final del Guomaf del kafkuls mil doscientos veinticuatro de la llegada leiya; el manur regalo clima templado para los refugiados en Guillar que seguían en ese descampado de catorce karis con un camino comercial al sur. Todavía el pueblo fantasma cerca del lago Celmos permaneció a pesar del anterior avance mutgon. La villa Carmiros yacía muda a la sinfonía selvática y ocurrió que unas mamás kopras entraron en las casas viejas para proteger a sus cachorros de los ruidos ya pasados; terminaron acostumbrándose al resguardo, quedándose a morar. Avanzaban en su dirección pasos ligeros de una criatura invisible que, al pasar junto a los simios que retozaban en las calles disfrutando del Mielmi y buscándose parásitos en el pelaje; salieron disparados hasta los caraslumileles cuando sintieron a la criatura pasar entre ellos, aunque eso poco le importo al dueño de esos pies, siguió su camino esperando encontrarse con la cabaña que buscaba por lo menos con el mismo deterioro de que veía a las demás, y lejana al centro la encontró todavía en pie; entro conociendo donde debía ir, cruzo el salón y llego a una habitación donde se podía ver una cámara excavada, la bordeo para llegar junto a una de las camas que deba a la ventana y debajo de la vieja almohada encontró el viejo luheco que ella lo leyó antes de dormirse esa noche; era solo un poco más grande que su mano, delgado de hojas gruesas. «Orquealems de Eorgilmunil» se titulaba; término que se usaba mucho en Eorgilmunil para señalar a las criaturas que intercedían por otras en causas legales, parlamentaban a favor de una comunidad o defendían del castigo físico que aplicaba el kerrien a los maleantes; los orquealems eran visto como criaturas astutas y conocedoras de todas las leyes de los reinos, incluso un lenar necesitaba de consejero a orquealms para tratados o pactos; también estaban los orquealems a conveniencia y eso sucedía cuando cualquier criatura abogaba a favor de otra frente a los aliqueniles o el kerrien, en ambos ámbitos esto era cotidiano. El luheco estaba compuesto por dos partes: «Crónicas Viriaticas» y «Gilfrium».
Sus cabellos rojizos granate volvieron a aparecer mientras que su nauiel se desvanecía y con él un largo suspiro, escucho que alguien lo había seguido y trato de contener su vulnerabilidad frente al desconocido que estaba en el recibidor.
—Mumflei, sé que estas aquí —lo llamo Nolaski. Habían pasados solo unos cuantos días de la desaparición de Tilus Motfals y algunos todavía permanecían en el descampado esperando el regreso del kerrien de Eorgilmunil, aunque las trágicas noticias ya fueron escuchadas y en reciproco los niniamis fueron a Kurlanf con las novedades de Celmos. Entonces parte del kerrien de Miriar volvería a Oleilian para acompañar a la Ialusa vualayina a Carñaf y partir desde el puerto occidental. El resto se quedaría en Japkus para ayudar a la reconstrucción y volverían a Miriar a través de los puertos orientales una vez retomado y restituido el reino de Ialusa Falchila que traspasaría el título aliquen a su hija Flunmila como mandaba la ley fuccana. Las carpas blancas permanecieron con sus enfermos en recuperación; pero si asignaron escolta kerrier para aquellos soarfres que quisieron volver a sus lugares de procedencia traídos por Silma después de los ataques lileimunil; fue así como algunos volvieron a Terolinliel y Zugmun por la ruta de Quingal. Otros regresaron a Gerolinjia con algunos droxirrarus que se volvían a Terri. En cuanto a los vualayines se quedaron con su Ialusa y los fuccanes también esperando que llegasen su kerrien de Kurlanf; ese tiempo fue tan silencioso que desesperaba.
#22396 en Novela romántica
#10733 en Fantasía
#4038 en Personajes sobrenaturales
Editado: 31.12.2023