Cuando Mumflei despertaba antes que el resto durante los momentos de descanso en la madriguera, esperaba tranquilo hasta que el ultimo vigilante levantará al resto para continuar el viaje. Acomodaba su cabeza en el hombro y se cubría hasta el rostro con las pieles —botines de los atracos—. Ese tiempo era el único que tenia de reflexión, un acontecer precioso donde podía volver a Eorgilmunil para revivir los escasos recuerdos luminosos que en su mayoría le pertenecía a ella, luego raptado por la culpa aparecía la reminiscencia que lo atormentaba extraída del desierto donde la había desterrado, volvía cada vez que el frío en sus magillas le reafirmaban que la estaba buscando: flotando en el profundo abinol, sintiendo llegar el viento desde abajo, intentando saber la dimensión del lugar a través de su volfandir vunief sin conseguirlo y pensando que Silma y él no había sobrevivido, observo venir un enorme animal fulgente como los miurkig parecido a los pelágicos cetáceos blancos del gran azul; con cuatro pares de ocelos celestes brillantes como las tarántulas. Sobrevoló con su mirtra el lomo de la criatura descubriendo a la Gran Casa erigida ahí, eso era Tilus Motfals con quien Silma hablaba y cuando se encontraron de frente, descubrió que no tenía boca.
—¿Eres Tilus Motfals? —dijo mientras se estudiaban.
—Sí, soy yo —le hablo en su mente.
—¿Eso fue real?
—Si, Mumflei, acuérdate que en ese tiempo tenías gubruf.
—Ella me dijo que puedo pedirte ayuda para defendernos del ataque varalayin.
—Yo no tengo esa capacidad, no puedo, porque mi poder no se basa en el mirtra, ni puede ser manifestado en Eorgilmunil. Por eso las criaturas solo sienten que muevo otras criaturas de un lugar otro.
—¿Entonces la Gran Casa, no es tu cuerpo en Eorgilmunil?
—No, es mi ancla, Jantor se compadeció de mi por estar perdido y me dio un lugar donde vivir en Eorgilmunil.
—¿Hay algo que puedas hacer para ayudarnos?
—Solo hay algo que puedo hacer —y se rio como si fuera una broma.
—¿Cuéntame de que se trata?
—¿Puedes ver lo que está ocurriendo desde donde estas?
—No voy a elevarme un poco más —dijo el fuccan convirtiendo sus ojos en fuiel para poder ver a la distancia—. Ahora puedo ver.
—¿Puedes ver la batalla entre Emuril y Kamuril?
—Si, están peleando con mutgones y parece que no lo lograran con los kolrres.
—La única forma de la que podemos deshacernos de los varalayines y mutgones es digiriéndolos, quiero decir mandar a la Gran Casa a mi estómago luego la devuelvo.
—Pero no tienes boca, como podrías tener estómago ¿Y cómo haríamos eso?
—Mi boca no está aquí, no sé dónde está... Te acuerdas de las luces en la habitación por donde llegaste a mí, esa era la puerta que usaba Jantor para venir a visitarme, tienes que romperla para que yo pueda desanclarme y llevar la Gran Casa a mi estómago.
—Tilus me estas pidiendo que te saque de Eorgilmunil. Que mate incluso a nuestros amigos ¿no es mucho sacrificio?
—Lo sé, y sé que volveré a estar solo aquí, pero si Jantor se sacrificó por capturar al Ialu varalayin y Jalmer me pidió proteger la puerta verde, debe valer la pena cualquier sacrificio —el fuccan se sintió tan angustiado por ese argumento, era una dolorosa verdad.
—Tilus ahí un momento en cualquier guerra que el brazo débil se repliega, cuando eso suceda, si se refugian en la Gran Casa destruiré la esfera de luz.
—De acuerdo —dijo riéndose y dando vuelta como si fuera una situación divertida; fue cuando se dio cuenta del porque Silma siempre tuvo ese tipo de actitud, eso le alivio un poco.
Esperaron un tiempo mirando con resignación el eminente retroceso hacia Emuril y cuando el joven considero que todos estaban a dentro de la Gran Casa le pidió a Tilus que lo regresa a la habitación con paredes de agua. No tardo nada, tan solo con tocar el suelo expandió su volfandir, saco a Kinjal y salto hasta la luz chafándola contra el césped con todo el poder de su mirtra. El antiguo ill que lo componía se resistió a ser detonado por el martillazo hasta vencerse siguiendo la deformación física de la esfera hasta que explotó entre el martillo y el suelo; las paredes de agua contuvieron la onda supersónica después se desmoronaron empujando la vieja puerta para salir huyendo por el pasillo; el joven arrastrado por la ola termino en el pasillo tratando de levantarse con torpeza del suelo resbaladizo, no supo ni como encontró el impulso que lo llevo hasta la cascada de Taiyims donde las criaturas al verlo lo saludaron con alegría creyendo que fue él fue quien cerro las puertas y ventanas.
Recordaba cuando saludaba con frivolidad avanzando sin encontrar al Silma, Folkofi y Nolaski tampoco ayudaron a aplacar su ansiedad hasta que se abrieron las puertas; las criaturas salieron con curiosidad por el silencio del afuera. La mirada de la eiquel contemplando su llegada se clavó en su mir como una saeta mortal, entonces como si fuera la luz que aplasto con Kinjal ella se desvaneció.
Se pregunto si fue su culpa, si él los había mandado al vacío por salvar la puerta verde, ¿y la puerta verde estaría a salvo en ese momento? Era justa su pena, justa fue la tarea de búsqueda. Volviendo a la realidad sintió como si algo sobre ellos estuviera moviéndose con violencia, parecían varias piernas las que pisoteaban y alertado expandió su volfandir debajo del de Alfañas que también se puso alerta por si las criaturas de arriba de la madriguera terminaban cayendo sobre ellos. De inmediato comenzaron a pasarle las pieles a Sumnen para que las guardara en la lolira; Alfañas que custodiaba la boca de la madriguera daría la señal para salir con cautela.
—No vendrá nadie —susurro el lileimunil.
—Verificaré —susurro Velsayi emocionado por saber que paso en la superficie.
—Espera —dijo el mutgari—; creo saber dónde estamos, una vez que salgamos a la superficie no estaremos seguros.
#22409 en Novela romántica
#10733 en Fantasía
#4039 en Personajes sobrenaturales
Editado: 31.12.2023