Tres Jardines - Mirada al Oriente

EL VISITANTE DE ALIBRION

Eorgilmunil era una de las tantas perlas inmersa en el espacio infinito que pertenecía al Mimilti. Eorgil era un prefijo del vauial que significaba jardín, a esté se le agregaba el nombre la especie dominante que lo habitaba y de este modo nombraron a cada perla celeste conocida. Este jardín en especial era unos de los lugares más hermosos que conocieron los yauiel. 

 

El vauial era su idioma, su origen se derivaba del iguil —lenguaje que estaba prohibido pronunciar por las criaturas de carne que lo conocían—. Mildor Akis fue su creador, intentó que el vauial enseñado a los primeros lileimunil lileililian sea lo más semejante posible al iguil, pero sin ofender o transgredir el mandato divino. El vauial tuvo muchos dialectos que se perdieron y los pueblos que fueron llegando después también lo modificaron. El vauial primigenio se perdió con la primera generación de lileimunil olyas que fueron mezquinos de compartir el verdadero poder del lenguaje para evitar su abuso. En la modernidad en cada continente de Eorgilmunil la lengua variaba. En Korunda la lengua dominante era el vaualin —una combinación y modificación del vauial vulgar con la lengua que usaban los faralas y que más adelante también la adoptarían los querras; mientras que en Miriar todavía se usaba el vauial vulgar.   

 

Había un conocimiento atesorado del cual solo tenían acceso algunos eruditos que seguían vivos; las criaturas que de yauieles pasaron a ser faralas, y ese tesoro valioso era el iguil escrito. Estaba prohibido entonarlo o ser escuchado, por eso los faralas adoptaron el idioma foráneo; un idioma de la carne y todas las inscripciones en iguil solo se podía leer para sí mismo. El que lograba entenderlo, lo traduciría para comentárselo a los demás, de lo contrario caería en pecado mortal condenando su espíritu a Eorgilcobia. Aunque el iguil era el idioma de la creación, solo se conoció el vulgar y aquel que utilizaba el Mimilti para dar vida jamás fue escuchado.  

         

Este jardín tenía una estrella que iluminaba durante una porción del día equiparable a la luz solar llamada Mielmi, en su luz blanca predominaba los colores cálidos, por eso la vegetación de Eorgilmunil no era verde. En su horizonte navegaban tres satélites naturales que orbitaban el planeta: la mayor que alumbraba las noches la llamaban Liniel; la que le seguía en tamaño era la Vistra que se oculta detrás casi siempre; y la más pequeña que parecía seguir siempre a la mayor era la Meri Vistra. 

 

Eorgilmunil tenía cuatros enormes masa terrestre separadas por los océanos: Olqui, Mimbar, Tamiar y Elfiel. El continente que se ubicaba al oeste se llamaba Miriar; estaba divido en dos partes por un ancho río llamado Golpús y también contaba con ciento cincuenta y seis islas que rodeaban toda su extensión oeste. La masa terrestre que se ubicaba al este era conocida como Korunda; no tenía casi islas, a lo sumo siete que parecían escaparse hacia el oriente las Jalbrix, y otras de pequeña importancia porque la única habitada era Eclus. Las otras dos masas terrestres se encontraban una en cada hemisferio congelado eran: Gurki al norte y Larmi al sur, ambas estaban deshabitadas, no por no conocerlas, sino por la falta de interés; y en el extremo oeste alegadas de cada continente estaban las islas Um Liam un lugar misterioso en el que pocos podían salir vivos y por eso era un misterio para con comunes.  

 

El Señor del Vielminiami conocido como Mimilti por sus hijos; hábito Korunda con sus primeras creaciones de carne los lileililian. Criaturas tan poderosas que no conocieron límites de sus fuerzas, eran como dioses comparación con las demás creaciones; cuando quisieron conocer la Liniel fueron de un salto, pero, debieron volver por ser esclavos del aire, así aprendieron que nunca podrían ir más allá del cielo de Eorgilmunil y que sólo aquel jardín sería su único hogar. El Mimilti les mando hermanos que llegaron del cielo, también eran lileimunil aunque menos poderosos llamados Leiyas; seis varones y seis féminas; sus hijos fueron los Olyas tan nobles como los primeros, estos se unieron y tuvieron descendencia que no heredaron el mismo poder por eso los otros pueblos los llamaron lileimunil Quelyas. También vivieron en Korunda unas criaturas antropomórficas expulsados de su propio jardín después de una batalla ancestral, conocidos como los lileiquerras fueron tres grandes pueblos: los Gangusteres, los Miurkig, y los Droxirrarus. Pero antes que ellos llegarán, cayeron del cielo como estrellas fugases los Faralas, que al igual que los lileiquerras eran tres pueblos, no tan poderosos como los lileimunil, ni enormes como los lileiquerras, más bien eran de aspecto casi humano: los Fuccanes, los Eiqueles, y los Vualayines.  

 

El territorio de Oleilian  como lo llamaron los faralas y querras —después que la gran lileililian, cedieran tierras de Korunda para que los nuevos pueblos viviesen—, comprendía una vasta extensión de comenzaba en casi al centro del continente y terminaba en al norte. Limitaba al este con el reino fuccan Kurlanf y ganguster de Zugmun; al oeste con Carñaf el reino vualayin; al sur con el reino eiquel Gerolinjia; y al norte con el cordón montañoso llamado Erniliel o murallas del norte. Se dividía en cuatro regiones: al noreste Fasmira; al noroeste Coaltiem; el sudeste Melanquir y al suroeste Guillar.   

 

En la región de Guillar había una selva lluviosa llamada Celmos en honor a un olya que se trasmuto en ese sitio, su sangre le dio origen que aún llora su muerte. Este era un lugar indómito para los habitantes del jardín por su ambiguo ritmo vital y por otras justificaciones folclóricas. Allí se encontraba una única edificación insignia del poder de su constructor, conocida como La Gran Casa o Tilus Motfals. Celmos creció por las precipitaciones pluviales idénticas a las selvas tropicales; permanecía húmeda todo el kafculs —equiparable a doscientos diez años terrestres—. Conocida por sus caraslumilel, árboles gigantes como la sequoia —median cerca de ciento cincuenta metros de altura de troncos robustos, de hasta más de cincuenta metros de circunferencia con sus raíces expuesta; le brotaban hojas redondeadas lapislázuli que a simple vista parecían mezclarse con el cielo y las enredaderas parásitos que tenían se camuflaban del mismo color con enormes flores rosa de centro amarillo—, llegaban hasta la capa superior del follaje. La capa media de árboles media unos ochenta metros y la baja de unos cincuenta metros. Desde el suelo no se veía el cielo, todo estaba cubierto por sombras, aunque con fortuna en algunos lugares se filtraban haces de luz que llegaban de manera furtiva rebelando el tránsito de insectos que revoloteaban y las cacerías de los mamíferos, además el fluir del agua en las zonas inundadas por la lluvia.  




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