Tres Jardines - Mirada al Oriente

LOS CURANES

Viajaron varias semanas a vuelo miurkig y como de costumbre acampaban cada tanto durante el día. Silma solo tuvo entrenamiento de mirtra debido a su tobillo lesionado algo que sintió aún peor que el entrenamiento físico. Hubo días que le dio fiebre con intenso dolor y no es que Melmones, Leulin o Mumflei no pudieron curarla al acto con mirtra, sino que la experiencia del dolor también era importante, sabía que tarde o temprano ella sola debía manejar sus heridas, como todos los kuindares. Desde la visita a Eclus todo fue diferente; Melmones decidió que era el momento de charlar sobre lo que acontecía en Korunda, obviando detalles personales. Había una certeza todo estaba encaminado para un mismo fin y poco alentador. Al principio fue incomodo con Mumflei, pero después la situación los acerco, porque de algo estaban seguros y era que todos estarían involucrados en esta próxima guerra.   

 

Se adentraron otra vez al continente siguiendo el sentido de un río Quelpif que tenía afluente en el lago Murlan. Pasaron por el centro de Gerolinjia y el cielo de Zugmun, cruzaron las cordilleras de Alclnif para luego dirigirse a la provincia de Flanpir en Kurlanf. Cuando Silma se recuperó un poco su tobillo, Melmones se volvió más exigente en los entrenamientos y para aquel momento contaba con la ayuda del fuccan que esa vez acepto participar con gusto. En cuanto a Mumflei entendió rápido los planes secretos de la lileimunil, pero él también tenía los suyos y su relación con el miurkig todavía le era imposible, lo que les alejaba uno del otro era su carácter parecido, aunque Leulin reconocía que él sería un gran kuindar. Por otra parte, Leulin era consciente de su misión y advertido por su amigo Miras nunca dejo de observar el bien estar de Silma y su eminke, también trato de evitar cualquier rencilla con el orgulloso Emil. En algunas noches añoraba el calor de su esposa durmiendo a su lado o de sus niños volando entre las nubes. El ya no quería ser el gran kuindar Calanul honrado en Ordoñas o Delmarus, miembro asesor del consejo de guerra en Filtis o Emil en su tierra natal Terolinliel; el solo quería ser Leulin esposo y padre, pescador y mensajero profesional, y porque deseaba seguir siendo eso debía hacer ese viaje.  

 

—Siento que nos observan Melmones —murmuro Leulin mientras sobrevolaban el trecho del río Quelpif que cruzaba por Flanpir y los llevaba hasta el lago Murlan.  

 

—Lo mismo yo, apresurémonos a llegar al lago que ya está cerca —el fuccan que iba a su lado sentado en su mendei, descendió casi al nivel del agua para ver entre los árboles y algo le pareció familiar luego se dirigió al bosque perdiéndose.  

 

—Mira Melmones, Mumflei se va —dijo Silma.  

 

—Déjalo ya vendrá. El ya no tiene la intención de escaparse y si lo hace lo encontraremos —le río pensando que lo agarraría de las patas como a un ave.  

 

Más adelante el río comenzaba a ensancharse hasta terminar su recorrido en el gran lago de aguas oscuras rodeado de montañas y un frondoso bosque con árboles purpuras y amarillos. Cerca de sus orillas había una pequeña cabaña al sur; se acercaron lentamente y aterrizaron justo en frente; salió de la cabaña una joven más o menos de la edad de Silma; Melmones sorprendida no supo que decir hasta que se acercó, por supuesto que Leulin se quedó tétrico antes esa fuccana, luego sonrió. La joven era tan bonita que sus facciones parecían obedecer al mismo futuro que la señora de Delmarus o la señora en Megños. Su nombre era Filana hija única de Carona Eloclar un Malaki de la provincia de Meldoref además de ser kurume general; uno de los aliqueniles más poderoso de Kurlanf. Ella era una de las piedras más preciosas del jardín porque pertenecía a los tres mirtra especiales como, kurume Suelcia Kascaia nacida bajo el mirtra ulmues, Emil Tariñi Erguiñon del mirtra ielienun, y ella regida por el mirtra nealienun con la capacidad de curar los cuerpos vivos de cualquier afección igual que un santo bendito por Dios.   

 

La joven no tenía el cuerpo de guerrero ni instrucción sobre algún arte de combate; quizás no era necesario porque su mirtra nealienun naturalmente creaba un poderoso volfandir cuando ella sentía miedo; sus cabellos eran naranja pastel como los damascos maduros, los llevaba largos recogido en la frente con un bonito trenzado; sus ojos naranjas, pero algo amarillentos y su piel era amarilla suave como si no tomara Mielmi, de estatura más alta que Silma quizás tanto como Mumflei; su era andar elegante y de buenos modales como una verdadera aliquenil. Unos pasos antes de llegar al encuentro del grupo levanto su brazo derecho de forma rígida e involuntaria como si lo estirace una fuerza superior y en la palma de su mano apareció una esfera tan grande como una uva con un resplandor tenue.  

 

—¿Tú eres Silma? —dijo mirándola ya que conocía a Melmones y supuso que no era el miurkig.  

 

—Si —contesto asombrada y tímida al mismo tiempo, entonces Filana se acercó, tomo su mano algo sucia y descuidada a comparación de la suya pequeña y tersa como las manos de una princesa.  

 

—Cómela —la eiquel miro a su eminke que asintió con un gesto y entonces la comió, en ese momento sintió como a su cuerpo le recorría energía, su tobillo, el codo izquierdo y su abdomen ya no le dolían, golpeo el suelo con su pie, no sintió nada, movió su brazo y tampoco sintió nada.  




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