Tres Jardines - Mirada al Oriente

LA DECISIÓN

—Alafil Tona es curioso verlo aquí —saludo sin sorprenderse Miras mientras revisaba unos libros en la biblioteca de la ciudad de los puentes. 

 

—Lamentablemente Miras, ya he dejado de ser alafil —dijo algo apesadumbrado, entonces el lileimunil dejo lo que estaba haciendo y se acercó. 

 

—Mis condolencias Ialu, entiendo que no es curioso verlo aquí, sino causalidad.  

 

—En realidad tiene razón Miras, no soy laomi como mi hermano, por eso nunca me intereso venir a Olguis Calal, en este momento es una visita diplomática. 

 

—Se acercan sus lenares, al parecer se ha extraviado Ialu —un sonido de zapatos con tacos hizo que giraran en dirección de los estantes más antiguos de la biblioteca. 

 

—Este es el único luheco que se refiere a lo que buscas... —Raquiaba se detuvo al verlo; el eglon no supo cómo comportarse frente a ella. 

 

—Déjame presentarte, Ialu Tona ella es Emila Raquisba, la hija menor de Ialu Parnil encargada de los luhecos, por si se aburre en su estadía y quisiera leer algo —tomó el luheco y entendiendo las emociones del eglon reconocía cuando era el mal tercio del lugar—. Volveré después —y en un segundo término absorbido por el suelo, pero justo llegaron los lenares eglones. 

 

—Es un placer conocerla Emila —al fin pudo hablarle después de una lucha interna de no quedar como un tonto y aunque el sentimiento fue mutuo. En aquel entonces ella se preocupó de desarrollar sentimientos por un Ialu que tenía fama de autoritario y arrogante. 

 

Ese recuerdo vino a la mente del Ialu mientras escuchaba el sonido del chocar como mazazos el sello de madera sobre los papeles que serían enviados a otros reinos; observó junto a él sentada a su compañera sellando con la urgencia de terminar para irse; suspiro con resignación acariciando un mechón de su cabello blanco. 

 

—No intentes manipularme, ya te prometí que regresare con Toyos —le comento mientras terminaba de sellar el último mensaje. 

 

—Soy un sentimental querida, vuelve rápido ya he pasado mucho tiempo sin ti. 

 

—No me hagas sentir culpable Tona; volveré, se moderado para que papá este complacido con su yerno. Sabes la prioridad que me es Silma, ya te perdoné... Te he extrañado todo este tiempo, cuando vuelva trabajemos en cambiar todas nuestras actitudes que nos hacen daño —abrazo con ternura a su compañera. 

 

—Para Ialu Parnil no seré suficiente porque mi pasado me condena. Solo quiero que el tiempo pase rápido. 

 

—Papá no es inflexible ya tendrás tiempo de demostrarle esa cara que yo conozco —en ese momento se levantó con desgano y acomodo su atuendo, los kerrieres al ver a sus Ialuses retirarse con sus lenares los escoltaron en un desfile que terminaría afuera de Galms. 

 

La comitiva estaba reunida en un patio de armas en la parte trasera del ministerio kerrien, Aitos sería el conductor del buglep vestido con el tradicional uniforme de mensajero del reino; cada aliquenil llevaban uniforme de kurume de sus propios kerrien y Toyos de ropa kuindar, en cuanto a Melmones y Silma solo vestían lo que compraron de la tienda de Algrenf y los animales vestidos con el escudo de Garumeial.  

 

El peregrinaje para abandonar la provincia de Garduil fue largo era una urbe que parecía no terminar; incluso al costado de las carreteras donde siempre tenían viajantes había casas y caserones que miraban impasible a los transeúntes. Pareciera que todo Eorgilmunil quisiera tener un lugar donde vivir en la provincia más vieja del mundo. Silma mientras estuvo en el buglep con Raquisba estudiaría cuestiones básicas del aprendizaje, escritura y redacción, cálculos simples y lectura de vauial y el vaualin aunque en este último ella era una lectora habida. Solo cuando entraron en la provincia de Mialmel pudieron ver los espacios de tierra deshabitada y vida silvestre.  

 

Cuando llego la primera noche que dormirían fuera de la civilización eglona, Raquisba extraño el humilde hospedaje de la noche anterior; se abrigo con un chal y salió del buglep para cenar con el resto del grupo. Aitos como siempre estaba encargado de cocinar mientras que el resto montaba las tiendas y exploraba el área; al ver que su Ialusa venía hacia la fogata con diligencia saco de una de las loliras un sillón cómodo para que no tenga que sentarse en el suelo, después una mesa plegable; Silma lo ayudo colocando un mantel y algo de beber para ella. Y de entre las sombres salió Lirinfa, del cielo cayo como si fuera una pluma Toyos y se unieron junto al fuego. 

 

—¿Malnami y Melmones no han llegado todavía? —preguntó Lirinfa. 

 

—Este es un gran paramo, por ahí se encontraron con algo interesante —respondió Aitos y Lirinfa miró a Toyos en complicidad; pero como un viento cálido que soplo sobre sus cuerpos llego Melmones. 




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