Tres Jardines - Mirada al Oriente

PACTO Y MALDICION

La estrella diurna se asomó en el cielo despejado y en el suelo el viento polinizaba las flores amarillas del prado que se aferraba en un abrazo natural al lago glaciar reinado por mamíferos acuáticas. Jalmer escuchaba con alegría las voces traídas por el viento del otro lado de la montaña mientras regresaba. Ese jardín era uno de los tantos en el que contribuyo Mildor Akis; y como ese lugar solo permitía la vida de criaturas poderosas, no cualquiera podía vivir allí. Cerca estaba el templo de piedra y madera donde se dirigía; ocurrió lo impredecible, un dolor agudo atravesó su pecho como una lanzar que le ataco desprevenida cayendo inconsciente sobre el colchón de hiervas. La estrella recorrió un paso en el cielo cuando despertó llorando con amargura, no por aquel dolor sino por la perdida. Después un segundo dolor agudo la incoó como un puñal volviendo a quedarse inconsciente. Cuando recobro el conocimiento la estrella estaba en el centro del cielo, pero esta vez Jalmer no se dio tiempo para lamentarse y camino lo más rápido que pudo en su condición tan desgastada, aunque fue en vano porque un tercer golpe de dolor sacudió su corazón. Había pasado hasta la tarde cuando abrió los ojos y esta vez corrió, pero tuvo otro asalto de dolor, cayendo frente al templo. La estrella diurna estaba dejando paso a la oscuridad de la noche cuando Jalmer volvió en sí, estrujo su vestido en el pecho y lloró, miro el cielo naranja sabiendo que tenía que levantarse para volver. Era la primera vez que había experimentado el caerse en su vida, esa era una señal innegable, espero absorta acariciando la hierba hasta que como si una fuerza mayor le diera impulso se levantó. 

 

Cuando Mumflei despertó, sus ojos contemplaron el blanco techo con su araña colgada. Al principio no entendió lo que sucedía, giro su cabeza por donde provenía la luz del amanecer y allí la vio; estaba durmiendo sentada junto a él como si no hubiese llorado tanto. 

 

—Silma despierta, estas durmiendo en una posición incómoda —le hablo mientras movía su hombro para que reaccionara. 

 

—Mumflei, dormiste pocas fallines, continúa poco más. 

 

 —Está bien así, descanse lo suficiente, ¿Cómo te despertaste de Taiyims? Parecías estar en un sueño muy profundo. 

 

—Me desperté de Taiyims porque aterrizaste de golpe en Emuril y Tilus se asustó de que estés mal.  

 

—Criaturas hablando vaiual y vaualin ¿llegaron los kerrien? —los lileinalas habían llegados en cientos de barcos atracados en el puerto Ibergon en la provincia central de Emin en Carñaf. Atravesaron el reino vualayin entrando a Oleilian por la región de Guillar. 

 

—Si con el Mielmi llegaron los nalas, me ayudaron a traerte, Ialu Parnil me dijo que te acompañe y bajemos a hablar cuando estés listo —el silencio se acentuó cuando por fin dejo escapar la pregunta—. ¿Dónde está Melmones, Mumflei? —y al ver su cara supo la respuesta, pero necesitaba escucharlo; aunque haya estaba en Taiyims y funcionaba como el más potente ansiolítico del mundo, no hay magia o droga para las perdidas. 

 

—Fue infectada por un varalayin en Iguelgal, lo siento no había nada que podía hacer —y sin restricciones las lágrimas volvieron a brotar, se preguntó ¿quién podía frenar a Melmones cuando algo se le metía en su cabeza? Agacho su mirada encogiendo el hombro y el fuccan la abrazo—. Quiero que me escuches con atención Silma, no puedes volver a llorar por más difícil que sea la situación; cuando esto termine si quieres dedicarle una temporada completa al llanto frente a la tumba de Leulin te acompañare, pero ahora no puedes salir allá afuera siendo débil; esas criaturas serán fuertes si te ven fuerte y seguras si te van segura ¿Entiendes lo que te quiero decir kuindar Silma? 

 

—Si Mumflei ¿pero lo sientes igual que yo? —pregunto mientras secaba sus lágrimas, y como él conocía la necesidad que ella tenía de ponerles palabras a las situaciones no le dejaría en el misterio. 

 

—Si, siento igual, lo que me ocurrió es que ya dejé de llorar hace bastante tiempo —tomó su cara con ambas manos y la beso hasta acostarla suavemente sobre la cama; cuando sus manos llegaron debajo de la camisa y tocó el chaleco de cuero; se detuvo de súbito y suspiro sobre su pecho; al perecer el varalayin no estaba equivocado, él era un imbécil calenturiento que aprovechaba cualquier oportunidad, pero para llegar así de lejos no iba a dar ese paso; y se reincorporo—. Perdón no quiero incomodarte. 

 

—No me incomoda, me agrada mucho —dijo mientras le acariciaba su cabello. 

 

—Soy testigo, ¿si estas bien vamos a hablar con Ialu Parnil? 

 

—Si estoy bien, lo estaré no te preocupes —se puso sus botas, tomo su cinturón con el chaleco de la mesa y salieron. Al llegar a la puerta de la torre se encontraron con una muchedumbre de criaturas; vieron tantas cabezas que solo pudieron reconocer la de kurume Clasclan que destacaba, lo siguieron esperando que le pudiese llevar donde el dionte. 

 

Para el atardecer del segundo día como se había pactado en Permeo todos los involucrados en la inminente guerra se reunirían en el salón Mifel: de los nalas, los kurumes diontes: Metoren, Polsugar y Aconkal; el Ialu Donel de los gummus, Alafila Lirinfa, además los kurumes: Garflin y Daftenal; el Ialu Rael de los rufkanes, Alafil Malnami y sus kurumes: Melirref, Irnal y Kanutar; el Ialu Tona de los eglones, Emil Toyos y kurume Sintalf; los Ialuses karquentarines En Niel y La Lun y sus lenares: Korf Tei, Kan Kis y Lau Narg, también los kurumes: Mof Leu y Nil Tao; de los nantilus curus el kurume general Emil Epora con tres de sus kurumes: Sor Mori, Anikel y Gur Mara; Ialu Yalto de los nantilus timfo con sus kurumes: Eyael y Fillel; Ialu Euras de los niniamis, Emil Milias, Emil Fuelgas y sus lenares: Guelmasil, Miniolas y Dofelmes. Entre los faralas, Ialusa Falchila de los fuccanes, Emil Mumflei, Curan Clisfonchil, los kurumes Clasclan, Kalafil; de los eiqueles Emila Macca y sus kurumes Suelcia, Mulai, Golos y Alisil; Ialusa Niñami de los vualayines, Lenar Suñime de Alibrion  y los kurumes: Morioñi y Pilaguil. Del pueblo droxirraru, Ialusa Raltali y Emil Exrra, con kurume Ruxira. Siendo el principal orador Ialu Parnil y a su derecha la señora de Tilús Motfals kuindar Silma. 




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