Tres Jardines - Mirada al Oriente

PUERTA VERDE

La lampara de aceite alumbraba la tienda blanca en el subsuelo de la torre sur; se escuchaba el transito diligente de las criaturas, cada tanto, aparecía Filana, y en otras ocasiones Tariñi; hasta hace un rato había estado acompañándola Suñime, luego se retiró cuando kurume Pilaguil llego a buscarlo. Silma contemplaba en silencio a Ñañomi Tami sentada al borde de la cama donde dormía Milori. Su pecho se insuflaba con cada ciclo respiratorio, y en su rostro parecía no tener algún dolor; ahí estaba el crepte, tranquilo, libre más allá de los conscientes.   

—Silma —llego Lankanis. 

—Tía... —le sonrió con pereza y la ilorisa se sentó a su lado, le tomo de su mano viendo que ya no tenía la pulsera—. Estoy cansada de estar triste. Tengo miedo; pero no es un miedo del que uno se libere rápido; es como un frio que recorre el cuerpo y sofoca, como el olor a la comida cruda; pareciera que estoy esperando malas noticias y sé que tengo que sacar energía para aceptarlas como vengan. 

—No sé si alguna vez pude contante, pero cuando vinimos acá sentí lo mismo por mucho tiempo. Un zumae se la llevaron mamá y otro zumae me llevaron; pensé por mucho tiempo que me había quedado sola en este mundo, solo queríamos volver a ver a papá; pero nunca supimos de él, y hasta ahora nunca más supe de mamá. 

—¿Cómo se llamaban los abuelos? 

—Mamá se llamaba Aion era una Alfiaen y papá Tronmoniael de los Miaieles. Él fue arrastrado en la batalla, nunca tenía que haber caído en Eorgilmunil. La carne es el castigo más triste cuando se vivió en el Vielminiami. Somos pocos los vivos que tenemos recuerdo de ese maravilloso tiempo. No tengas miedo de cumplir con tu destino Silma, lo que te esperará será maravilloso y no te entristezca si muero, se feliz por mi porque regresaré a ver a mi familia y desde ahí esperare por ti. 

—Yo quiero que vuelvas tía —se abrazaron mientras Milori roncaba y llegaron a buscarla.  

—Mi Alimalial, soy Caronfil y ella es Flunlis ambos seremos las marcas para que vayamos a Japkus. 

—Silma ¿son norocados? —le pregunto mientras salían al salón de Taiyims. 

—Algo parecido, aunque los norocados nos están esperando —el lugar estaba vacío todos salieron hasta Emuril para despedir al kerrien. Cuando salieron de Tilus Motfals se encontraron con el grupo de eglones, algunos eran los parientes de Aitos que conoció en Luan Lof. 

—Caronfil muéstrame donde quieres que vayamos —se acercándose y cuando lo toco todos desaparecieron. 

Un tiempo después Silma volvió a aparecer frente de la formación del kerrien donde esteban los diontes. 

—¿Ialu Parnil ya estamos listos? —dijo Silma y cuando el dionte ordeno levantar los estandartes como señal que iban a partir; tras ellos comenzaron a alzarse uno tras otro y cuando flameo el de los fuccanes todos desaparecieron en Kamuril dejando a Silma y del cielo bajaron algunos niniamis con urgencia. 

—Levántate escoria —le dijo Sumnen tirándole arena en la cara—. Levántate ¿Cómo es que Miras te libero de Pilanfir? 

—Otro desierto más en Korunda, es o va en contra del pacto Atayora —observo Alfañas y Quilax intento sentarse, pero todavía estaba muy aturdido. 

—Miras es un varalayin como el resto y me libero para que atrapara a la niña de Tilus Motfals. 

—Íbamos en camino a Celmos y sentimos al kerrien ir a Kurlanf, tendremos que matarte no podemos dejar que toques a Silma —dijo Sumnen. 

—No me maten por favor, no quiero morir —se arrodillo suplicando—, yo no le pedí que me sacara y entregara este terescalis —Alfañas se alertó. 

—Muéstranos —levantó su vestimenta y revelo su torso y su piel se abrió, luego sus huesos revelando la jaula de Kullultu—. Después de todo es un lileilian —suspiro el gebri. 

—No me maten, voy a ir a Kurlanf a atraparlos con su propio terescalis, pero no me maten. 

—¿Y por qué te creeríamos a ti mutgon? —pregunto Alfañas. 

—Díganme quien estaría libre en este lugar si se salen con la suya, esta yo entiendo de eso saben. 

—Vete, estas por tu cuenta, no esperes que te cubramos, cuando pases Alclinf te seguiremos —dijo Sumnen y el mutgari se levantó y desapareció en jielms. 

—¿Cómo estás tan confiado de que no se volverá en nuestra contra? Sumnen. 

—El nunca a desobedecido nada de los que exigimos antes, y aunque le regalamos esta oportunidad para traicionarnos, también podría traicionar a los varalayines. 

—Nos pusiste en riesgo por una intuición, no te creas tu padre. 

—Andando Alfañas, si confirmamos que hará lo que dijo, seremos su escudo —y desaparecieron en jielms. 

Silma y los kuldares niniamis se dirigieron al salón Mifel a encontrarse con Ialusa Lan Lun que había quedado a cargo; para cuando llegaron estaban sentados en la mesa oval la Ialusa karquentarin, sus lenares, Ialusa Niñami, sus hijos Tariñi, Ñusumi y Suñime, además el kurume Ruxira y Ialusa Raltali; Murrayi y Mela, detrás de Mumflei llegaron Reasmo, Milori, Nolaski y Folkofi.     

—Se acercan por el este un kerrien de varalayines y mutgones —informo el niniami.   

—Lo sabemos Mela ya los ha escuchado —dijo Murrayi—. Por eso estamos aquí.     




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