Tres Jardines - Mirada al Oriente

SI SE SABE EL PORQUE, SE ENCUENTRA EL COMO

Mela estaba en Kamuril escuchando llegar al enemigo desde Josinan; estos se habían reunido en las playas cercanas a Erniliel y desde allí comenzaron su avanzada; ruidosos, igual que el viento cuando enviste las copas de los árboles. Solo había una raza de mutgones capaz de viajar entre jardines y con la fuerza para llevar un kerrien. Los moliuxcloxes descendieron de Paramplicti, siendo mutgones eran tan atípicos, como los rufkanes en el reino natural de Eorgilmunil; estos no solo tenían el nauiel de gigantismo sino también la capacidad de burlar el espacio-tiempo por cortos periodos; dones tan eficientes debían ser compensados, por eso poseían limitaciones en su inteligencia, razón para criarlos como herramientas del kerrien y su pastor era el quialquex. Y para que cualquier mutgon llegara a ser un quialquex era una verdadera carrera meritocrática, pero en el más ruin de los ejemplos esos que se pueden ver en la corrupción y malicia humana; cuando más inmoral y peligroso se era, más mérito se reunía para que las moailclox dieran el premio. Los quialquexes eran equiparables al Antropoceno para los jardines que visitaban; en el caso de Galactlion si no hubieran existido los lileililian, Eorgilmunil habría sido un genuino campo.   

Los kurumes que había elegido Kullultu para esta contienda, no eran los más fiables, aunque tenían una buena cuota de ambición que conseguiría una victoria a medias incluso si el aliado era enemigo también. Así fue como acompañaron a Galactlion el laomi faulfilum, los quialquexes con experiencia en expediciones a jardines con criaturas poderosas como Apuaplic un tustochmil laomi miudi que peleo en la guerra por Eorgilgalmina, Runutlix el mixaltlol encor mantieol que fue enviado a Eorgilquerra a devolver los tuchnomixnas para ser juzgados por las moailclox y Oquixil que pertenecía a los texigmolixes un laomi abioen que también fue a Eorgilquerra para ayudar a Temploc con los valualyas.  

En la reunión del salón Mifal se dispuesto en primera medida que todas las criaturas meiudis buscaran una forma de bloquear las entradas abiertas de Emuril y las entradas este y sur de Kamuril. Entonces cumplieron la tarea con las partes del teatro, la plataforma de la fuente y tierras extraídas de la selva que amalgamaron con mirtra como si cocinaran cerámica sin poder llegar a llenar la extensión del túnel, pero sí reforzar la barrera con mirtra. Los meiudis eran pocos, pero contaban con laominas como Raltali y Milori, los ancianos y niños rescatados también ayudaron a trasladar los materiales desde el exterior.     

Para cuando Murrayi y Silma pudieron ver las aguas del suelo en Taiyims, Tilus estaba callado y Silma supo que no podía contar con él hasta que terminara la prueba, de imprevisto se encontraron con los fuccanes que estaban esperándolos y al verse se quedaron sin palabras, hasta que Nolaski se acercó para ver más de cerca.   

—¿Por qué? —pregunto confundida—. ¿Por qué dejaste que te convenciera? —Folkofi se acercó al hombro de la fuccana para ver bien si de verdad era lo que pensaba.  

—Bueno Noli, ya paso —dijo al fin y la fuccana se fue—. Perdónala Silma no está enojada contigo sino con Mumflei; y Filana con este idiota —refiriéndose a Murrayi como si fuese mucho que aceptar—. Perdónala... —exhaló todo su aliento y se fue tras Nolaski.  

—No le hagas caso, ellos creen que los amigos les pertenecen —menciono Murrayi con descuido—. Filana será mí compañera le guste o no, ya mi madre hablo con su Ialusa. 

—No pude explicarle —suspiro mientras se encaminaron donde todos estaban yendo. 

—Pero si lo hacemos ya está, estos fuccanes son demasiado fatalistas, yo hoy puedo quedarme sin nadie más que con Merrilanis y no estoy todo susceptible por eso. Anímate, hicieron lo correcto. 

Se dirigieron al noroeste de Emuril donde la plataforma había sido devastada, ahí tenían que encontrarse con todos aquellos que defenderían la Gran Casa.  

—¡No! tú y Mumflei —dijo el Tariñi riéndose—. ¿Qué tuvo que hacer? —su hermano le dio un golpecito en el hombro como señal de que se callara y este aúllo de dolor.  

—Discúlpale, el pobre es atolondrado —declaro Ñusumi disfrutando del golpe que le propino. 

—Por el Mimilti no puedo dejarte sola un rato —dijo casi riéndose Milori—. Ya le regalaste mi pulsera al abinol y ahora te uniste en velsalia y no te acordaste de mí, menos mal somos amigas. 

—Y eso que hasta lo amenazamos, algo anda mal con nosotros si no pudimos intimidarlo —se reía Reasmo. Para ese momento todos los reunidos con asombro giraron para ver los ojos de la señora de Tilus Motfals. 

Para ese entonces Silma tenía tanta vergüenza que quería que la tierra la tragase, y si ¿por qué no?, se preguntó ¿cómo se dejó convencer por Mumflei, cómo es que se le ocurrió que el fuccan estaba siendo razonable? Era embarazoso para ella, hasta que llego Suñime y se quedó petrificado que no supo si se volvía por donde vino; la jovencita se tapó la cara con sus manos para que no la viera y el vualayin la abrazo, luego destruyo con su mirada al eiquel, menos mal le había pedido que la cuidara del fuccan, no que sea testigo de su velsalia. 

—Déjame verte de nuevo —Silma lo miro y el observo la aureola granate rojiza en sus pupilas—. Tú no te irás a ningún lado con Mumflei ¡porque primero lo mato! —alzó la voz—. ¿Esto debe tener una explicación? 

—Porque quizás así; solo así Tilus lo reconocería como amigo y nos ayudaría —el vualayin suspiro.   




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