Tres Lunas, Primera Luna

Once, Visiones.

Vladimir Cross me convenció para que saliera de las sombras tenía que retomar el lugar que me correspondía en la manada, después de todo Humanos que pudieran vivir una vida tan larga como la de un Lobo eran pocos, que pudieran ver el futuro... solo se sabía de uno antes que yo, y fue desangrado por los Cazadores para obligarlos a predecir las batallas contra los de nuestra raza.

Pero eso me aterraba, ponerme de nuevo en el ojo del huracán... ¿Qué pasaría si ocurre algo de lo que no pueda decir nada? Me culparan otra vez, no podría soportar eso de nuevo. Mas cuando es el destino y no mi decisión de poder decir o no sobre el futuro, si por mi fuera hablaría siempre. No entiendo qué sentido tiene poder ver el futuro y no poder decir nada.

Pero si muchas de las cosas que han ocurrido, que debían ocurrir y las vi, creo que, si hubiera dicho algo, se habían cumplido mil veces peor al tratar de evitarlo. Esta noche tendré a Grigori hijo frente a mí, sé que es exactamente igual a su padre. El porqué de ello no lo sé, esa transformación la sufrió estando sumergido en el sueño del Cazador en el que ese Venántium lo sumergió.

Sé que no vendrá solo, no se fía de nadie. Pero existe algo que debo decirle, algo que cambiara su futuro y el de toda la raza. El por fin tenerlo frente a mí, y ver en el rostro de su padre me hace recordar aquellos años en lo que me encontraron. Tienen la misma mirada, la misma fuerza, pero sin duda este que esta frente a mi es mucho más letal que cualquier Lobo, Cazador o Humano que exista sobre la tierra.

Necesito decírselo a solas, sé que le parecerá extraño. Pero es importante, deberá escucharme y si quiere que el futuro sea como pretende, tendrá que hacer bien las cosas. Su gente nos dejó hablar solos en mi biblioteca, al entrar pude sentir su renuencia a estar solo conmigo.

-Conocí a tu padre-. Le digo para calmarlo un poco.

- ¿Qué?

-Hace siglos, viví en la casa de tu abuelo, Grigori apenas era un adolescente casi adulto. Me dieron asilo, me amaron y me escucharon.

-Pero... tu...

-Soy humana, la madre de Cross cambio su inmortalidad por mi mortalidad, pero esa historia la dejaremos para después. Tengo que hablarte de tu futuro, de la decisión que tomes dependerá el futuro no solo de Alekssandra, de toda la manada.

-Me aterra lo que tengas que decir.

-Pero es necesario que lo sepas, de lo contrario los dioses me harán callar. Cuando se algo que pasara y puede cambiarse, solo puedo dar algunos indicios acerca de ello... pero en esta ocasión, sé que puedo decirlo todo.

- ¿En qué forma lo que me digas cambiara mi futuro?

-En que podrías salvar o destruir a la manada entera.

Vi como la expresión en su rostro cambiaba, seguramente sopesando mis palabras.

-Es sobre la sangre de Cazador que corre en mí, ¿No?

-Sí y no.

Se dejó caer pesadamente en el sillón.

-Hace siglos encontré un pergamino que escribió Uhnn, un antiguo oráculo amigo de tu abuelo, miembro de su tribu. Este pergamino estaba en la biblioteca de la casa familiar de los Záitsev... No lo entendía, hasta hace poco.

Busqué en mi escritorio y le mostré el pergamino, lo leyó con cuidado, una, dos, tres veces.

-No comprendo.

-Primero tienes que saber tienes que buscar en la mente de ella, para encontrar una solución. Esto va más allá de ella y la reina de los Lobos, involucra a uno de los tuyos. Pero eso es algo que tú debes revisar, esa respuesta no puedo dártela. Pero puedo ponerte en el camino correcto.

-Ese vínculo de sangre que la aleja de mí.

-Si.

- ¿Lo segundo?

-Debes dejar que el Cazador te domine, para poder tener el completo control.

- ¿Qué?

Me grito poniéndose de pie.

-No controlas la oscuridad porque te resistes a ella, la has rechazado toda tu vida. Y estas rechazando una parte de ti, no eres simplemente un Lobo, eres algo más.

-Si dejo que la oscuridad me domine, matare a todos a mi alrededor-. Me interrumpió con terror en su garganta.

- ¿Qué pasara cuando la oscuridad quiera escapar y detone en ti como una olla de presión? Destruirás todo a tu alrededor, aun lo has hecho en pequeñas fugas.

En su mirada había un entendimiento de lo que yo decía que me aterro.

-Tienes que controlar eso por todo lo que está por venir, por todo lo que ese pergamino dice.

-¿Los dioses? Ellos la escogieron en especial a ella, por una razón, ¿Verdad?

-Si.

- ¡Maldición!

- ¿Pero sabes que lo hicieron por ti?

- ¿Qué? ¿De que estas hablando?

Medite cada palabra que saldría de mi boca, pero tenía que hacerlo.

-Los dioses no solo tocan a los humanos, uno de ellos se encarnó en un hombre, y vivió como uno por siglos... cuando este abandono a ese hombre, la Sed de sangre, de poder se apodero tan rápido como una plaga. Tu llevas sangre de ese dios, de uno de los siete, y eso te ata a ellos.

- ¿Algún día la mierda dejara de caerme en sima?

-No.

-Lo temía.

Hablamos por horas, pero no había palabras para consolarle por lo que le había dicho. Él tenía que resolver ese asunto por sí mismo. Aunque para ello pasaran mil vidas, quizá el temor de enfrentarse a lo que es, le impida hacer lo correcto. Por su bien, pero sobre todo por el de la raza de Lobos.

Los días comenzaron a ser semanas y estos meses, y entonces una noche tuve la peor visión de todas. Me desperté por un ruido que escuché, pero al abrir mis ojos no me encontraba en mi recamara, estaba en un prado ensangrentado. El pasto era rojo, pero no porque ese fuera su color, estaba bañado en sangre.

Y había muerte, muerte a mi alrededor. A mis pies se encontraba Cross, tenía una espada con un dragón rojo labrado en su maneral. El símbolo que Z había tomado como propio, pero la misma marca estaba en el pecho de Alekssandra que se encontraba a mi derecha. Eso solo podía significar una cosa, la muerte de ambos estaba ligada ahora.



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En el texto hay: lobos, amor, magia

Editado: 24.02.2021

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