Renunciar.
Era la palabra que no había dejado de rondar la cabeza de Roseanne desde la noche anterior. Cuando llegó a casa lo considero, hizo los cálculos necesarios y pudo obtener que tal vez si podía darse el lujo de renunciar y estar unos meses en paro, aunque también busco otras opciones de asistente ejecutivo y no eran salarios tan buenos como los de Enterprises McLaren pero eran decentes. La idea de dejar su trabajo había estado rondando en su cabeza todo la noche anterior. Una parte de Roseanne estaba cansada, agotada por el constante vaivén entre las disputas de los McLaren, los interminables correos y las reuniones. Su vida se había vuelto un ciclo de trabajo y más trabajo.
Pero al mismo tiempo, una sensación de incertidumbre la detenía. No podía evitar preguntarse si tomar un descanso significaría perder su propósito, lo único que le daba estructura a su vida. Aunque estuviera agotada, no podía evitar sentir una conexión con los McLaren y las oportunidades que le habían dado eran un sueño, las cenas que había asistido, las personas que había conocido y sobretodo, los hermosos países que había visto, no encontraría otro lugar como ese aunque lo intentará.
Sin embargo, mientras caminaba hacia la oficina, esa mañanita parecía diferente. Algo en el aire, en el silencio que la rodeaba, le hacía sentir que las cosas ya no podían seguir igual. Y no fue hasta que entró a la oficina y se sentó frente a Walter que tomó la decisión. Necesitaba hablar con él y ser honesta.
Al llegar, Walter ya estaba en su despacho, revisando algunos papeles, como siempre. La oficina, por lo general tan tranquila, parecía más cargada hoy, como si el aire estuviera impregnado de una tensión palpable. Roseanne se acercó a su escritorio, sin saber qué esperar de su jefe en el día de hoy. Los últimos días habían estado marcados por los secretos y las tensiones familiares, y a pesar de las dudas que le rondaban, sabía que el futuro de Jasmine recaía sobre todos ellos y eso los tenía más tensos.
Walter levantó la vista y la observó por encima de sus gafas.
—Buenos días, Roseanne —saludó con una sonrisa que no alcanzaba a cubrir su cansancio. No era el mismo hombre optimista y relajado de siempre; su rostro estaba más arrugado, los ojos más cansados. Los eventos recientes, y sobre todo la noticia sobre Jasmine, lo habían afectado más de lo que había querido admitir.
—Buenos días, Walter. —Roseanne no se atrevió a preguntar nada directamente sobre lo sucedido con Jason, pero estaba segura de que la carga emocional de su jefe se estaba haciendo más pesada cada minuto que pasaba
Walter notó a Roseanne, con su típica sonrisa, aunque hoy no parecía tan genuina. Había algo en su rostro que sugería que estaba esperando algo más de ella.
—¿Todo bien, Roseanne? —preguntó, dejando a un lado los papeles que estaba revisando.
Roseanne dudó por un momento antes de responder. Pensó en las palabras de Jessica y en lo que acababa de decidir, no había vuelta atrás, si no hablaba está mañana, no lo haría nunca.
—Walter, necesito hablar contigo. He estado pensando en algunas cosas... —su voz sonaba más seria de lo habitual.
Walter la observó con atención, notando el tono en su voz.
—¿Qué pasa? Si es algo que te preocupa, sabes que puedes decírmelo.
Roseanne respiró hondo, reuniendo el valor para decir lo que había estado pensando.
—He estado considerando seriamente renunciar. Es... es como si mi vida girara solo en torno a este trabajo, y siento que me estoy perdiendo a mí misma. Mi vida personal no existe, Walter. Solo tengo mi trabajo, mis informes, las reuniones...Es como si todo fuera una rutina interminable. Creo que necesito un descanso, un cambio.
Walter la miró en silencio, sus ojos arrugados por la preocupación. Sabía lo dedicada que era Roseanne, y le costaba imaginarla fuera de la oficina, lejos de su rol como su asistente, su mano derecha. Era la empleada perfecta, nunca decía que no y siempre estaba disponible para todos. Por eso, Walter entendía que si Roseanne estaba pensando en renunciar, era algo serio.
—¿Renunciar? —dijo, como si estuviera tratando de procesar la información. —No es algo que tomes a la ligera, ¿verdad?
—No lo es —respondió Roseanne, su voz firme pero con un dejo de incertidumbre. —He estado pensando mucho al respecto. Creo que merezco algo más que solo este trabajo. Mi vida personal está... vacía. Y no sé si puedo seguir así.
Roseanne sintió como el valor se apoderaba de ella y empezó su berborrea.
—No tengo una vida Walter, quiero algo más que solo reuniones y agendas interminables, mis amigos salen de fiesta o se están cansando, mientras yo estoy estancada. Trabajo día y noche, pero quiero más, necesito más. —dijo Roseanne con cierta desesperación en su voz, una imagen que la asisten impecable nunca había mostrado.
Walter la miró fijamente por unos segundos, como si estuviera evaluando sus palabras, antes de dejar escapar un suspiro. Sabía lo importante que era Roseanne para él y su familia, no solo en su trabajo, sino en su vida. Pero también sabía que esta situación que se les venía encima con Jasmine era aún más grande que cualquier cosa que pudieran haber enfrentado hasta ahora.
—Roseanne, antes de que tomes una decisión... necesito pedirte algo muy importante, tal vez es el cambio que necesitas.
Roseanne levantó la vista, sorprendida por su tono serio.
—¿Qué pasa?
Walter se inclinó hacia adelante, su expresión más grave que nunca. Roseanne noto su lenguaje corporal y entiendo perfecto, esto se había convertido en una negociación.
—Jason y yo... estamos en una situación difícil. La aparición de Jasmine ha cambiado todo, y aunque no te guste la idea, necesito que ayudes a Jason. Sé que nunca hemos hablado de esto, pero la realidad es que no tiene a nadie más. Si yo pudiera, lo haría, pero tú eres la persona más confiable y capaz de ayudarlos. Te lo pido, Roseanne, como un último favor personal.