Tres Mclaren Son Multitud

Capitulo 9: Trabajar juntos

Roseanne notó como Jason vestía una camiseta simple y unos pantalones de chándal oscuros, y aunque intentaba lucir despreocupado, sus ojos tenían rastros evidentes de cansancio. Era una imagen que ella nunca había visto, sin sus trajes Armani y sin su cabello perfectamente peinado, parecía un tipo normal, no el multimillonario frío que ella conocía.

—¿Qué haces aquí, Roseanne? —su voz era gélida, cargada de irritación—. Avisé a mi padre que toda esta semana no trabajaría.

Roseanne se enderezó, intentando mantener su calma habitual, aunque el nudo en su estómago no ayudaba en lo absoluto. Le sostuvo la mirada, aunque tuvo que aclararse la garganta antes de hablar.

—Lo sé —respondió con firmeza, aunque había un leve nerviosismo en su tono—. Estoy consciente de ello, pero tengo que hablar contigo.

Jason soltó un resoplido exasperado y se apoyó contra el marco de la puerta, cruzando los brazos sobre su pecho. La luz tenue del pasillo apenas suavizaba la dureza de sus facciones.

—Si es de trabajo, te lo advierto: ahora mismo no tengo cabeza para eso —replicó con una voz más grave, casi cortante—. Seguro mi padre estará feliz de tener todo a su cargo otra vez.

Su tono irritado hizo que Roseanne frunciera el ceño ligeramente, pero en lugar de responder con la misma dureza, respiró hondo y se obligó a mantener la compostura.

—Jason, esto no es solo un asunto laboral —dijo, escogiendo cuidadosamente sus palabras—. Es... personal también.

Los ojos de Jason se estrecharon ligeramente al captar el nerviosismo en su voz, aunque intentó no mostrar interés. Se enderezó, descruzando los brazos, y dio un paso hacia adelante, acercándose más a ella.

—Detesto cuando hablas crípticamente —espetó con frustración, su mirada clavada en la de ella como si intentara adivinar lo que ocultaba—. Ve al punto de una vez.

Roseanne se tenso un poco al sentir la cercanía de Jason pero siguió hablando:

—Créeme, yo tampoco quiero estar aquí dando vueltas —dijo finalmente, con un toque de seriedad en su voz—, pero esto es importante, Jason. Lo suficiente como para que tu padre confiara en mí para venir a hablar contigo.

Jason la miró por un instante, sus facciones tensas mientras intentaba descifrar su expresión.

—Mi padre, claro que él te envío. —dijo con sarcasmo.

—Solo escúchame.

Jason finalmente, exhaló un suspiro largo y cansado, llevándose una mano al cuello.

—Bien —cedió con una voz más controlada, aunque seguía sonando molesto—. Tienes cinco minutos.

Roseanne asintió con decisión y apretó los puños suavemente a los costados, preparándose para lo que venía. Sabía que no sería sencillo, no con Jason, el hombre que le gustaba resolver todo a su manera, en cierta punto era un rasgo que compartía con su padre, ser obstinado como una mula. Pero Roseanne nunca había sido de las que retroceden cuando algo era realmente importante y ella estaba dispuesta a cumplir el trato con Walter.

—Walter me pidió que viniera —comenzó, con un tono profesional pero firme—. Quiere que te ayude con Jasmine.

—¿Qué? —Jason frunció el ceño, su voz cargada de incredulidad.

—Así es. Estaré contigo en esto.

Jason bufó, cruzándose de brazos mientras la miraba con una mezcla de frustración y sorpresa.

—No necesito ayuda, puedo encargarme solo.

—Jason... —Roseanne lo miró con paciencia, como si estuviera a punto de explicar algo muy obvio a un niño testarudo—. Este no es el tipo de situación en el que puedes gritar para resolver las cosas, como siempre lo haces. Jasmine es una niña pequeña, no un socio de negocios ni un partido de póker o un empleado inepto.

—Lo sé —respondió con irritación, pasándose una mano por el cabello—. No tienes que decírmelo como si fuera tonto.

—No estoy aquí para sermonearte —continuó ella, manteniendo su tono suave pero firme—. Estoy aquí para ayudarte a que te adaptes a esto, a que ella se adapte a ti. Walter tiene razón: esto no es solo una responsabilidad, es el futuro de tu hija. Solo quiero ayudarte a que las cosas sean más fáciles para tí y para ella.

Jason permaneció en silencio, su mirada fija en el suelo mientras procesaba sus palabras, él conocía perfectamente a Roseanne y sabía que estaba siendo genuina con sus palabras, no solo era un encargo de Walter, Roseanne también quería ayudar aunque no lo admitiera. Después de un momento, soltó un suspiro pesado y se desplomó en el sofá.

—Esto es... complicado —admitió finalmente, con una voz más baja—. No quiero que ella piense que soy un desastre.

Roseanne notó la vulnerabilidad con la que Jason hablaba y quería demostrar le que estaba dispuesta a ser su mano derecha en esta aventura, aunque ambos tuvieran una relación tensa, podían ayudar a Jasmine juntos.

—No lo eres, eres uno de los hombres más eficientes e inteligentes que conozco—dijo Roseanne, acercándose y sentándose en una butaca frente a él—. Solo necesitas un poco de orden. Y para eso estoy aquí, para ayudarte a poner orden a tu nueva vida.

Jason levantó la mirada hacia ella, notando su expresión seria pero también llena de una determinación tranquila, Jason miro los hermosos ojos azules de la rubia y sintió confíanza en ella, Roseanne en los últimos 4 años había demostrado que era una empleada impecable y una mujer maravillosa que siempre había tenido fé en él y en sus proyectos, más de alguna vez, la chica le había dado palabras de aliento cuando tenía una idea y eso lo motiva aún más a seguir trabajando para mejorar la empresa. Él realmente la iba a necesitar en esta aventura, su padre tenía razón.

Después de unos minutos, Jason asintió lentamente.

—Está bien. Quédate.

—Perfecto —respondió Roseanne, poniéndose de pie con una energía renovada.

—¿Qué haces?

—¿Qué parece? Organizándome —dijo ella con naturalidad, mientras comenzaba a caminar por el penthouse con mirada crítica—. Si Jasmine va a vivir aquí, necesitará un espacio adecuado.




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