Tres meses para dejarte ir

Capítulo 4: El Primer Encuentro

No tenía idea de cómo debería empezar. No sabía qué pensar de él, mucho menos cómo comportarme a su lado. Me sentía incómoda al caminar por el umbral de la casa, respirando el aire denso que parecía cargado de secretos. La mansión de Matías era majestuosa y fría. Sus paredes, de un blanco impoluto, resplandecían con un brillo extraño, como si estuvieran ocultando algo más allá de su apariencia perfecta. El hecho de que no lo conociera, o más bien, de que nunca me hubiera cruzado con él, me hacía sentir todavía más vulnerable.

Matías estaba allí, esperándome, aunque no parecía realmente esperar nada. Era difícil leerlo, difícil encontrar algo que me hiciera sentir que no estaba completamente perdida en este acuerdo tan absurdo. Al principio, lo vi como una obligación. Un sacrificio necesario para ayudar a mi hermana, para escapar de mi monotonía. Pero mientras me acercaba, el nombre de "esposo" comenzaba a tomar una forma más concreta en mi cabeza, y la ansiedad que sentía me hizo pensar que el próximo paso sería una batalla. No era solo un acuerdo, era mi futuro.

Cuando entré en la sala de estar, él estaba parado cerca de la chimenea, su figura alta y casi imponente bajo la luz dorada que se filtraba a través de las grandes ventanas. Me detuve en seco. Había algo en su mirada que no entendía. Me observaba como si estuviera esperando algo de mí, pero al mismo tiempo como si no quisiera involucrarse demasiado. Su expresión era grave, distante. Casi parecía que ni siquiera me veía.

Me presenté con una sonrisa forzada, porque, aunque me hubiera gustado parecer segura, no lo estaba. Él asintió lentamente, como si pensara que mi saludo no era nada más que una formalidad. El silencio llenaba la habitación, y cada palabra que intentaba lanzar parecía caer en el vacío.

Finalmente, fue él quien rompió el hielo.

—Te ves… diferente —dijo, su voz bajo, como si estuviera probando algo. Me miró de una manera que no supe descifrar, y entonces sentí una pequeña punzada de miedo. No podía dejar de pensar en la posibilidad de que me hubiera reconocido. La idea de que él pudiera descubrir que no era quien pensaba que era me aterraba. Pero, ¿cómo lo habría notado? Las diferencias entre mi hermana y yo, aunque pequeñas, no eran lo suficientemente evidentes para quienes nos conocieran.

Sonreí, intentando ocultar mi nerviosismo.

—¿Diferente? —dije, forzando un tono casual—. No sé, tal vez el aire de este lugar me cambia.

Él la observó en silencio por un momento. Algo en su mirada hizo que me sintiera aún más incómoda, pero no dijo nada más. Afortunadamente, parecía estar dispuesto a dejar el tema de lado, lo que me hizo suspirar en silencio.

Sin embargo, mi mente no dejaba de darle vueltas a la pregunta que me había rondado desde que su nombre apareció en mi vida: ¿por qué un hombre como él, guapo, poderoso, elegido por mi padre para este acuerdo, me había escogido a mí? Sabía que no iba a obtener una respuesta sencilla, pero no podía evitar sentir curiosidad.

—Matías… —comencé, un poco vacilante—. ¿Por qué me escogiste para este acuerdo? No me malinterpretes, pero no entiendo. ¿No podrías haberte casado de verdad, con alguien a quien realmente quisieras?

Su rostro se endureció apenas escuchó mi pregunta. Por un momento, parecía que estaba evaluando si responderme o no. Finalmente, habló, pero su tono fue evasivo.

—Eso es parte del pasado. Lo que importa es que estamos aquí, y tenemos que cumplir con lo que se espera de nosotros. —No fue una respuesta directa, pero lo dijo con tanta frialdad que no pude evitar pensar que había algo más detrás de esas palabras.

Noté que evitaba mirarme directamente mientras hablaba, y una chispa de desconfianza se encendió en mi interior. ¿Por qué no quería hablar de ello? ¿Por qué no podía darme una respuesta simple, sin evasivas?

—Entiendo… —dije, aunque no lo entendía en absoluto. Me estaba empezando a dar cuenta de que había algo que no me estaban contando, algo relacionado con él, con mi hermana y con este matrimonio.

La conversación pasó rápidamente a otro tema, como si él quisiera evitar continuar con esa línea de preguntas. Pero no podía dejarlo ir. Sabía que algo no cuadraba.

—Entonces, ¿cómo debemos comportarnos durante estos tres meses? —le pregunté, buscando distraerme del silencio incómodo que nos envolvía—. ¿Cómo actuamos con los demás si apenas y me diriges la palabra? ¿Y entre nosotros, siempre será este silencio incómodo?

Él la miró con una expresión calculadora antes de responder.

—Lo más importante es que mantengas las apariencias. Nadie debe saber que esto es solo un acuerdo, que estamos aquí por obligaciones. Para los demás, debemos ser una pareja feliz. En casa, sin embargo, las reglas son un poco diferentes. —Sus palabras fueron claras, pero frías. No había ni una pizca de emoción en ellas, solo una especie de protocolo que se debía seguir al pie de la letra.

No me sorprendió. Estaba claro que este matrimonio no era más que una fachada, una obligación para él, y que yo no tenía nada que ver con lo que él realmente quería en la vida. Pero aún así, había algo extraño en todo eso. ¿Por qué quería que las apariencias fueran tan importantes?

—Y… ¿cómo nos comportaremos en casa? —pregunté, mi curiosidad ganando terreno.

—Lo mismo que fuera, en apariencia. Pero entre nosotros, no hay necesidad de pretender. Podremos ser honestos sobre lo que somos… —dijo, sus palabras impregnadas de una tensión apenas perceptible—. Aunque, eso sí, por respeto a la familia, hay ciertas normas que debemos seguir.

Lo miré fijamente. Aunque mi mente no quería procesarlo, sabía que estaba atrapada en un matrimonio que ni él ni yo queríamos. El solo hecho de que me hablara con tanta indiferencia me incomodaba aún más. Pero, por alguna razón, algo en él me atraía. No sentía una atracción directa, no todavía, pero había algo en su presencia que me mantenía alerta, que me mantenía buscando algo más allá de la fachada de frialdad que él proyectaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.