Tres Principes, un Castillo

Capítulo 1: Viaje inesperado

Michelle

 

Mire por la ventana como pasa todo ese campo verde, ya la batería de mi celular se ha agotado y mis padres insisten que debemos ir a casa de la tía Ester, pero papá no quería ir por aire así que, aquí estamos.

 

—estamos perdidos...—No es por ser pesimistas, pero papá no es nada bueno con mapas o navegación.

—Que no estamos perdidos. estamos en el camino correcto, pronto haremos una parada, ya verás. —Afirma mi padre con total seguridad, yo estando en el asiento trasero podía ver a mamá algo nerviosa, ambas sabemos lo testarudo que es papá y lo mal guiados que estamos.

 

Pronto estábamos atravesando una zona boscosa, un sentimiento de que algo malo pasaría comenzó a invadir mi cuerpo cada vez que nos adentrábamos más en aquel bosque, en poco tiempo me quede dormida, pero al instante sentí como el auto bajaba la velocidad y mi cuerpo se alertó, haciendo que mirara por la ventana, aun seguimos en este bosque que parece no tener fin, escuche suspirar y gruñir a mi padre.

 

—Se apagó. —Mis ojos se abrieron en gran manera ante la declaración de papá, mire rápidamente afuera y casi comenzaba a caer la noche.

—¡oh! ¡vamos Mich!, no pongas esa cara. —Dijo mamá con una leve sonrisa en sus labios mientras me mira por el espejo retrovisor.

 

Pero la verdad es que estoy aterrada, tal vez tantas películas de terror y suspenso estaban afectando. Papá tan solo negó con la cabeza y comenzó a intentar encender el auto, pero este no encendía, rendido salió del auto y junto a él, también salió mamá.

 

—Mamá, ¿todo está bien?—Rendida y con mi instinto aventurero salí del auto yo también, enfrentándome al frio y húmedo bosque, inhale un fuerte olor a rosas y parece que no soy la única que le daba ese olor.

— ¿Es normal que huela a rosas? —Pregunte, pero mamá tan solo negó.

—No Mich, es muy extraño...—Mi mamá miro a su alrededor buscando algún rastro de rosas, pero no había. Comencé a caminar hasta el otro extremo de la carretera y era extraño, se escuchaba a lo lejos el sonido de un tren.

—Mamá... ¿escuchas eso?—Le pregunte a mamá, me vio extrañada luego de un momento de silencio me dio, tal vez estoy quedando loca.

—yo no escucho nada. —Solo contesto negando con la cabeza mientras se cruzaba de brazos buscando calor, yo también hice lo mismo con mi suéter, ya estaba pensando en buscarme algunas ropas más y ponérmelas, el frio calaba hasta los huesos.

 

Pasamos tres horas esperando si algún milagro ocurría, pero nada, parecía que nunca pasaría alguien, pero fue entonces que un par de luces se dejaron ver a lo lejos en la carretera, papá comenzó a hacerle señas para que se detuviera y este también hizo señales con sus luces mientras bajaba la velocidad.

 

Al poco rato ya estábamos siendo arrastrados por el otro auto hasta un pequeño desvío dentro del bosque, cada vez me comienzo a sentir como en las películas de terror, tal vez esas personas nos llevarían a lo más profundo del bosque, para matarnos y sacar nuestros órganos para venderlos o algo por el estilo. En menos de quince minutos estábamos frente a una casa con la fachada desgastada y muy grande.

 

—Pasaremos la noche aquí y ya mañana revisaremos mejor el auto para así volver al camino—explico papá una vez que estábamos afuera de aquella casa, lo mire atónita y él toco mi hombro colocándome una gorra que decía "Boy", lo mire de mala gana y comencé a fruncir mis cejas.

—Ni creas que seguirás con esa idea de ir a casa de la tía Ester, ¡ni siquiera sabes dónde estamos!—Exclame muy alterada, mientras quite de manera ruda su mano de mi hombro.

— ¡Mich!

— ¡No mamá! ¡Esta vez no! ¡Tenemos que ser realistas, papá se equivocó de camino y no sabemos ni donde estamos!

—...

—...

Todos me miraron en silencio hasta que esos extraños hablaron.

—no se preocupen por eso, este es un pueblo que no suele tener muchos visitantes—Explico calmadamente esa mujer.

—Bienvenidos al Bosque Rose. — Dijo aquel hombre canoso junto a su esposa, parecen amables, pero siendo optimistas aun pienso que nos matarían y ocultaran nuestros cuerpos en este bosque.

—Gracias por ayudarnos hace un rato, ella es mi esposa Amanda, mi hija Michelle y yo soy John—Dijo papá mientras volvía a abrazarme desde mis hombros, estaba segura de que había sido muy dura con mis palabras y que le habían afectado, pero de vez en cuando papá es muy desquiciante y yo una bomba de tiempo.

—Un gusto, yo soy Alice Gray y él es mi esposo Theodore Gray. —La amabilidad de la señora mientras es abrazada por su esposo, aun me tenía preocupada, y no lo entiendo, es como cuando ya conoces a alguien pero pierdes la memoria y ahora los vuelves a ver, sí, hay un sentimiento de familiaridad en todo esto.

— ¿Qué tal si seguimos con las presentaciones dentro de la casa?—Sugirió el señor Gray mientras Papá afirmaba con la cabeza y se disponía a bajar las maletas, tome las mías de mala gana y me adentre a aquella casa, creí que sería igual de fea que por fuera, pero es cálida y acogedora.




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