Tres Principes, un Castillo

Capitulo 8: Olor a Rosas

Blake

 

 

—¿está bien?

pregunte desesperado mientras la veía venir abrigada con la capa de Jenn y sus nuevas orejas caídas.

 

Me acerqué a ellas y la vi levantar sus ojos azules cristalizados, la abracé sin poder contenerme acariciando sus cabellos.

 

—vamos a casa pequeña Zorro

Murmure a lo que ella levanto la vista para verme con el ceño fruncido, incluso así se veía más adorable.

 

—no me llames así.

Asentí solo porque no quería hacerla enfadar y que hiciera algo tonto.

 

Los guardias nos rodearon y el capitán me miro con pesar.

 

—señor, su hermano lo dejo claro… ella

apreté con fuerza a Michelle a mi cuerpo mientras ellos solo se quedaban sin poder hacer nada, era lo malo de tener tres amos.

 

—si mi hermano quiere hablar, él sabe dónde buscarme—subí a Michelle al caballo y tomé las riendas de este guiándolo a paso calmado hasta el castillo. —eres increíble Michelle, ¿sabes en que problemas te estas metiendo por no obedecerme? —me queje mirándola y ella solo se aferró más a esa prenda que tenía.

 

—esto es secuestro, debo ver a mis padres, regresar a casa.

su tono era demandante, tuve que morder mi labio inferior para no gritarle y menos decirle la verdad tan de golpe.

 

En la entrada este se veía a Kyle con esa aura intimidante que podía paralizar a cualquiera, pero me daba igual, Michelle era mi responsabilidad, yo debía ser quien la castigara.

 

—de nuevo…

Su tono burlón no pasó desapercibido, ayude a Michelle a bajar del caballo y tomándola de los hombros la lleve dentro.

 

— Ella es mía. esto es asunto mío.

Decirlo en voz alta incluso me hizo hormigueos en el pecho, se sentía bien decirlo.

 

Lleve a Michelle de regreso a su habitación, aunque en el camino ella perdía sus ojos en los cuadros y las puertas, tal vez tratando de grabarse el camino.

 

—no lo intentes o la siguiente vez el gruñón de mi hermano te dejara encerrada en las mazmorras

La vi mirarme con esos grandes ojos llenos de miedo y suplica.

 

—¿mazmorras?

Pregunto con un nudo en su garganta.

 

—sí, así que si quieres irte soy tu mejor opción, cuando logres controlar tu transformación podrás regresar a casa

Ella me miro con emoción y una gran sonrisa.

 

—está bien… no intentare huir de nuevo

Me abrazo dejándome ver que aún tenía mi camiseta puesta, le quedaba mejor a ella que a mí. Podía ver detrás de ella la camisa levantarse y agitarse, creo que no se había dado cuenta que movía su cola de manera alegre.

 

Al entrar ella volvió a perderse en mirar a su alrededor y subió rápido a la cama, parecía una pequeña niña, me quede viéndola mientras me apoyaba en el pilar de la cama.

 

—será mejor que te pongas algo de ropa y bajes conmigo a comer, te hará bien ver a otras chicas como tú.

 

Ella me miro sin comprender. Sonreí, su rostro confundido era demasiado para mí; me apiade de ella y le señale el gran closet a unos metros frente a la cama.

 

—toma todo lo que quieras, es tuyo

Ella sujeto la capa a su cuerpo y bajo de la cama para abrir las puertas del closet viendo la ropa dentro y un gemido de sorpresa escapo de sus labios.

 

Yo quería otro tipo de gemido.

 

Carraspee un poco mi garganta tratando de calmarme, quería azotarle el trasero hace un rato por intentar huir, pero ahora solo quería subirla a la cama y—

 

—¿te quedaras allí mirando?

Elevo una ceja mientras me miraba incrédula y yo me sentaba en la cama frente a ella con los brazos apoyados en las sabanas

 

—¿no puedo?

Pregunte imitándola y ella se enfurruño más en esa tela que luego la perdí mirándome con atención, ella estaba mirando mi entrepierna.

 

Así es linda, solo mira como me tienes.

 

—no.

Sus mejillas sonrojadas y su intento de aparentar estar enojada me hicieron reír, me levanté de la cama acercándome a ella y la vi retroceder quedando atrapada en las telas de seda.




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