—no… no llegaran a ella, es muy tarde.
El anciano se carcajeo con dificultad, su espíritu se sentía joven pero su cuerpo le está pasando factura incluso a él, Aldrik Johnson había sido maldecido por los espíritus hace mil años y ahora debe enmendarse y los espíritus le han dicho como.
—mi hermano es lo suficientemente terco como para no intervenir. —los cabellos negros de Kyle pegados a su frente y su respiración agitada les estaba dando a ambos el tiempo que necesitaban para reponer fuerzas con la esperanza de que sus hermanos fueran entrado ya a esa maldita cueva.
—lo que… lo que no entiendo… ¿usarías a Elizabeth contra nosotros? Ella amaba a Blake —el rostro lleno de confusión del hombre hizo reír y negar al anciano a unos metros de distancia.
—no… Beth no quería hacerlo, pero es mi hija, era una sucesora, era SU deber volver a traerle paz al valle. —gruño con desagrado el anciano volviendo a colocarse en posición de ataque sosteniendo una espada con su derecha y con la izquierda ya estaba comenzando a llenarse de flamas blanca, Kyle tomo una bocanada de aire volviendo a sostener su báculo con ambas manos al frente, había reconstruido aquel artefacto con afecto, su padre lo portaba con orgullo pero después de su muerte este no solo se había quebrado en dos, la gema que contenía se había esfumado con su difunto padre, le tomo mucho tiempo conseguir otra y gracias a su tío la tenía.
—y yo que te admiraba.
Murmuro casi para sí pero el anciano frente a él se acercó a atacarlo una vez más.
Del otro lado de la roca la tensión es palpable, Blake miraba al gran espíritu zorro el cual se encontraba en cuatro patas dispuesta a atacar.
—¡Blaaake! ¡¡Corre!!
Grito una voz a la espalda del hombre, este se giró para encontrar a Arthur el cual estaba comenzando a hacer un cantico invocando una cantidad de poder que se volvía una esfera celeste sobre su cabeza arrojándola al espíritu zorro, el cual voló sobre el cielo protegiendo a Blake.
Este aprovecho la ventaja que le daba el hombre corriendo con todas sus fuerzas hacia donde está el ojo de la tormenta, apenas sosteniéndose con su espada clavada a la tierra para acercarse y con su daga en la otra mano, incluso el espíritu no podía acercarse, pero aprovechaba para entrar en la mente de la mujer.
Blake llego a duras penas a una de las rocas en el suelo el cual gracias a la ventisca debelaba el grabado en este.
El nombre de su madre.
Apenas toco la superficie su mente entro al mismo estado que Michelle, dejando a este con el cuerpo inconsciente sobre la roca.
Un lugar oscuro con laberintos iguales a los que poseía el castillo, con murmullos atrapados detrás de ellas con las miles de voces de personas que precedieron el valle llenaron la mente de Blake; Pisando con torpeza el camión de piedras el cual comenzaba a brillar bajo sus pies con cada paso dejándolo ver solo lo minimo.
—Michelle!!
Grito, pero su voz se volvió un eco que no regresaría; Siguió caminando esperando encontrar alguna intersección, el camino le parecía infinito y oscuro iluminado solo por sus pasos.
—¿Blake?
La voz le hizo detener su andar mirando alrededor percatándose de que ahora las paredes laterales de enredaderas del laberinto han desapareció al igual que el camino de piedras dejándolo en la oscuridad absoluta.
—¿madre?
Sintió su corazón acelerarse, pero la voz de nuevo lo llamo, corrió desesperado sin percatarse que poco a poco se comenzaba a volverse un niño pequeño.
—¡MAMÁ!
Grito un pequeño niño de cabellos castaños mirando alrededor solo para encontrarse con un bulto de cabellos rubios echo bolita.
—¿tú quién eres?
La pequeña voz hizo que la melena rubia levantara la cabeza encontrando los ojos cafés con un par de ojos cristalinos azules que lo miraban con temor.
—me llamo Mich.
La suave voz de la niña temblaba mientras hablaba.
El pequeño Blake abrió los ojos con asombro.