Haces que me ame a mí mismo
Muchos dicen que lo primero para poder amar a alguien es amarse a sí mismo, creo que eso tiene un poco de lógica y a la vez no, es algo más bien relativo. De la manera en que me sentía no podía negar que era amor, la forma en la podía alterar mi corazón de llegar a morir de alegría o entristecer, era algo que me resultaba tan curioso.
Cuando salimos un día de campo para festejar nuestro primer año de novios, simplemente no podía contener la curiosidad del por qué me habías aceptado en primer lugar con tu pareja, era tan intrigante, yo un chico que llamaban arrogante por ser el hijo del héroe número dos, rico y extremadamente antisocial, ser novio de chico más hermoso que había podido conocer.
— Izuku— llame tu nombre y obtuve tu atención—, ¿Por qué te enamoraste de mí?
Tú me miraste un poco confundido, dejaste tu posición de acostado sobre la manta que habíamos tirado encima del césped en el parque para mirarme directamente abrazando tus rodillas.
— Me refiero a qué tengo tantos problemas que ¿Quién pudiese querer a alguien así? — no era mi intención que mi voz saliera de esa manera, solo que al último mi voz se quebró sin que yo pudiese evitarlo.
No quería mirarte, después de todo solo me hacía quererte cada vez más y más y conociéndo como tus ojos observarían con cariño todas mis dudas.
Una corriente cálida de viento se cruzó entre nosotros demostrando que pronto se avecinaría el verano, no levante la vista del suelo, mis cabellos se movían al compás del viento.
Ese viento era como si intentase llevarse mis penas con él a su paso.
— Mmm, bueno si tuviera que decir porqué te elegí— meditaste unos segundos antes de continuar— diría que eres la persona más fuerte que conocí, a pesar de haber pasado por tanto tu continuas de pie. Siempre me pareciste interesante, pero no me atrevía a acercarme aun cuando empezaste a gustarme, y el día que dijiste que me amabas fue el día más feliz de mi vida, cuando llegue a casa llore demasiado, sintiéndome tan afortunado de recibir amor por parte de una persona tan especial y tan fuerte como tú.
Mis ojos se sentían aguados, un nudo en mi garganta se había formado imposible de ignorar, intente pasar saliva por mi garganta pero era casi imposible, solté un suspiro que se sentía como si agujas atacaran mi pecho.
— ¿Incluso si soy horrible?
Al escucharme te acercaste hasta mi sentándote sobre mis piernas a horacadas, sujetaste los dos lados de rostro obligándome a alzar mi mirada, observando esos ojos esmeralda y pecas que me atraparon desde la primera vez que pude observarlos.
— Shotou— me llamaste dulcemente, tanto así que sentí que tu voz acariciaba mi alma—, no sé de qué persona me hablas, aquí solo puedo ver a un joven fuerte, que supero cosas que no muchos lo haríamos, veo a una de las mejores personas que conocí, a un novio celoso y protector y dulce como nadie más.
Sus palabras hacían que todo dentro de mi cabeza se silenciara, dejando todo lo demás de fondo, solamente podía escucharlo a él.
— ¿Y esta cicatriz? Es asquerosa, ¿No crees?
Mire hacia abajo, sabiendo que no podría encontrar una excusa para eso, pero en lugar de palabras con su mano tomo mi mentón y lo sostuvo a la altura de su vista, acerco su rostro y repartió besos castos por encima de la cicatriz delicadamente como si temiese que con sus acciones me lastimase, y cuando termino paso la yema de sus dedos por sobre ella, sin poder evitarlo lagrimas cayeron por mi rostro.
— Esta cicatriz es parte de ti, y cuenta tu historia, quien fuiste, quien eres y quien serás— explico secando mis lágrimas— ¿Cómo algo tan hermoso puede ser considerado horrible?
La sonrisa con la que me mirabas hacia que todas mis heridas se curasen, mis manos se unieron detrás de tu espalda estrechándote fuertemente creyendo que podrías llegar a desaparecer si llegaba a soltarte, apoye mi frente en tu hombro.
— ¿Podrías prometerme algo? — pregunte.
— Claro, ¿qué es? — con una de tus manos acariciabas mi cabello bicolor.
— Promete que te quedaras a mi lado.
Estreche su cuerpo más fuerte contra mí esperando su respuesta.
— Lo prometo— dijo seguro—. Y ahora promete que nunca dejaras de amarme.
Una pequeña risa divertida salió de mis labios.
— Lo prometo.
Tampoco es como si pudiera dejar de serlo.
Tu me enseñaste a amarme a mi mismo.
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Este es el final de tres razones, estoy planeando hacer una historia pero vista de la perspectiva de Izuku.
Siento que fue corto, pero me divertí escribiéndolo.
Gracias a todos quien leyeron.
Wildcat246