Epílogo

El Comienzo de la Luz

La gran celebración de la boda de Vianne y Adrian fue un acontecimiento que todos en Ravencourt Manor jamás olvidarían. La mansión, que alguna vez estuvo marcada por sombras, ahora brillaba con la luz cálida de la felicidad. Las paredes de piedra, que habían sido testigos de sufrimiento y desesperación, ahora se llenaban de risas y música.

Las trillizas Ravencourt estaban radiantes, las tres vestidas con vestidos de novia que parecían susurrar historias de amor y redención. Selene y Elisa se habían unido a sus respectivas parejas, Edgar y Nathaniel, compartiendo con Vianne el momento más feliz de sus vidas. Cada uno, con sus propios amores y luchas, ahora se reunían bajo el mismo techo, celebrando la unión, la paz y el amor que habían encontrado.

La ceremonia de Vianne y Adrian estuvo llena de emoción. Los votos de amor eterno resonaron en las paredes del salón, y cuando los dos se miraron, sabían que este era el final de su tormento, el principio de una vida juntos.

Vianne, con su rostro iluminado por el amor y la luz que emanaban de ella, dio el último paso hacia la felicidad verdadera. Adrian, con su mirada profunda, llena de gratitud y esperanza, la miraba como si la luz del sol se hubiera levantado solo para ella.

Los anillos, símbolo de su unión, brillaron bajo la luz de las velas. Cuando Vianne y Adrian compartieron su primer beso como marido y mujer, fue como si la oscuridad que una vez los había consumido se desvaneciera por completo, dejando un rastro de luz detrás de ellos.

Las lágrimas de felicidad brillaban en los ojos de Selene, Elisa, y los hermanos Ashmere, sabiendo que el ciclo de oscuridad finalmente había sido roto.

La recepción fue todo lo que la familia Ravencourt y los Ashmere habían soñado. El jardín estaba adornado con flores frescas, los cielos despejados dejaban ver un manto de estrellas que brillaban como si el mismo universo estuviera celebrando con ellos.

La música llenaba el aire, las risas de los invitados resonaban en cada rincón, y los novios danzaban bajo la luz suave de la luna.

Selene y Edgar, Elisa y Nathaniel compartieron la alegría de Vianne y Adrian como una familia unida, como un círculo de amor que había superado las sombras del pasado.

Mientras la fiesta continuaba, Vianne y Adrian compartían miradas cómplices, sabiendo que, a pesar de todo lo que habían sufrido, el futuro ahora era suyo para tomarlo.

A la mañana siguiente, después de un largo día de celebración, Vianne y Adrian partieron hacia su luna de miel. La mansión de Ravencourt Manor quedaba atrás, y el futuro los esperaba en un nuevo lugar, lleno de promesas, amor y libertad. Vianne, en brazos de Adrian, sentía la seguridad de su amor y la paz que siempre había anhelado. Sabía que los días oscuros ya no formaban parte de su vida. La oscuridad ya no la perseguiría.

Años después, el legado de los Ravencourt y los Ashmere sería recordado como el de una familia que había roto las cadenas de la oscuridad, el legado de una triada de mujeres que, a través de sacrificios y luchas, encontraron el amor verdadero y la libertad.

Vianne, Selene y Elisa habían compartido un destino común: ser amadas por los hombres que las salvaron del peso de su pasado, hombres que rompieron las maldiciones que sus familias habían lanzado sobre ellas.

Adrian, Edgar y Nathaniel fueron sus caballeros, sus protectores, y sus amores. Juntos, compartieron una vida en la que la oscuridad fue reemplazada por la luz del amor, una luz que nunca se apagaría.

Tres rostros, una triada de luz, un destino compartido. Tres mujeres, amadas por tres caballeros, que rompieron las cadenas de la oscuridad para vivir el resto de sus días bajo el resplandor de su amor. El ciclo de la oscuridad terminó; su futuro brilló con la fuerza de un sol eterno.

Con esto concluye la historia de Vianne y Adrian, Selene y Edgar, Elisa y Nathaniel. Han encontrado su paz y su amor, y con ello, el destino que una vez estuvo marcado por la oscuridad, ahora se convierte en un futuro lleno de esperanza, unión y felicidad.

FIN