Tres Secretos

11: Nathaniel

 

Mamá se veía confundida.

No estaba confundida con que yo esté aquí acompañada de un chico, lo que la confunde es EL chico que está a mi lado. Mamá ya conoce a las personas de mi grupo y normalmente estaba aquí siempre con William, no recuerdo haber traído a algún chico sin él a mi lado. Incluso si era para hacer una tarea o algo, William siempre estaba a mí alrededor.

Ella no había conocido a Dylan hasta ahora. Primero lo examina de pies a cabeza, hoy se ve bastante normal así que parece que lo aprueba. Luego le hace un par de preguntas y finalmente cuando Dylan le explica que llevamos varias clases juntos y todo eso, ella lo deja pasar y sonríe como siempre.

Le hago una señal para que se vaya, le pedí que no estuviera molestando. Mi mamá puede llegar a ser bastante molesta cuando se lo propone. —Bueno chicos —sonríe en dirección a Dylan—. Estaré arriba si me necesitan, Bryn ya sabes que me puedes llamar en caso de…

—Sí —la detengo—. Estamos bien, adiós mamá.

Asiente y sube las escaleras. Lleva sus pantalones que parecen cortinas y una blusa sin mangas, creo que erróneamente he llamado hippie a Dylan cuando mamá tiene este tipo de apariencia.

—Bien —Dylan sonríe—. ¿Empezamos a investigar lo de cada uno o ambos buscamos de los dos?

Me siento en el sofá. —Mejor los dos de las dos guerras, así tendremos más información más rápido —me vuelvo a levantar—. Espérame un segundo, ya vuelvo, siéntate mientras tanto.

Voy a la cocina y tomo un vaso con agua, luego abro la gaveta de medicinas y busco una pastilla para el dolor de cabeza, me tomo dos y me termino el resto del agua luego de tragármelas. Dejo el vaso en el mueble y regreso con Dylan quien ya sacó su libro.

A veces intento no tomar nada para el dolor de cabeza pero ahora que estaremos leyendo de cosas no tan interesantes, necesito que mi cerebro no se sobrecaliente (no literalmente) y comience a dolerme realmente mal.

Veo la mesa donde estaremos trabajando y recuerdo que deje mi computadora portátil arriba, así que le aviso: —Iré por mi computadora.

Asiente acomodando una libreta frente a él. —Está bien.

Comienzo a subir las escaleras cuando siento algo extraño. Me tengo que detener y me recuerdo a mí misma que estoy bien, que no tengo que entrar en pánico solo por algo que tal vez está en mi imaginación. Subo la otra escalera y siento la misma sensación.

Respiro profundo y cierro los ojos, es una broma. No puede estar sucediéndome esto ahora mismo, ¡Justo cuando hay una persona aquí! Me presiono a mí misma pero no puedo hacerlo, ¿Qué me está pasando?

— ¿Bryn? —Dylan pregunta por detrás, acercándose a mí ¿acaso vio todo lo que acaba de pasar? ¿Qué ni siquiera puedo subir dos escalones?

Las pastillas no han hecho efecto y siento como la cabeza me va a reventar de pronto. Siempre tengo dolor de cabeza aunque a veces es casi imperceptible, pero si le pongo atención está ahí. Por eso tomé las pastillas para evitar que me doliera como está pasando ahora.

Intento respirar de manera calmada para no perder la paciencia con mi propio cuerpo. —Ya vengo —afirmo otra vez pero él no se aleja, está esperando a que suba las escaleras.

¿Cómo lo explico? Si puedo hacerlo pero es como si necesitara levantar mi pierna con la mano, no se levanta más que unos centímetros. ¿Por qué ahora mismo? No estaba así en la mañana.

—Dylan, regresa al sofá —le pido respirando más rápido.

Dylan no lo hace.

Mi cabeza me lastima mucho.

Mi pierna se siente como si pesara diez kilos más que la otra.

—Bryn —se acerca a mí pues no he subido casi nada y me mira a los ojos—. ¿Quieres que yo vaya por tu computadora?

No. Quiero poder ser capaz de subir por mi cuenta las escaleras. Quiero entender cómo es que hace una hora no se sentía así. Quiero saber por qué me pasa esto a mí.

Trago saliva —No, yo puedo —siento un dolor punzante en la parte de arriba de mi cabeza, tan fuerte que cierro los ojos con fuerza sin pensarlo.

Creo que acabo de delatarme.

—Bryn —Dylan sube algunos escalones y se acerca a mí—. Déjame ir por ella.

Mi respiración sigue agitada, me quedo en silencio unos segundos y finalmente, me rindo. —Está sobre mi cama, el cargador está a un lado —mis ojos están a punto de llenarse de lágrimas así que muevo la mirada de él.

—Ahora regreso —avisa subiendo y volteando hacia mí como para cerciorarse que esté bien.

—Es la del fondo, la habitación —le indico sin verlo a los ojos.

Asiente y se aleja, cuando ya no puedo verlo me golpeo en donde siento el dolor. Sé que no servirá de nada pero estoy desesperada, aprieto los puños y golpeo mi pierna con fuerza. Igual no puedo hacerle más daño. Esto es una porquería.

Cierro los ojos y me recuerdo que no puedo llorar. No debo llorar. No puedo.

Bajo con cuidado y camino hasta el sofá, casi arrastrando mi otra pierna, para sentarme otra vez. Me dejo caer en el sofá y muerdo mi labio para prevenir que las lágrimas se desaten esta tarde. No puedo permitirme llorar ahora mismo.

Mi teléfono vibra, lo tomo de la mesa y veo que es Kourtney llamándome, esta vez no dejo que suene, simplemente deniego la llamada y luego  bloqueo su número. Tengo unos mensajes de ella que los envió hace veinte minutos, no los abro, solo los archivo y desaparecen de mi vista.

Veo su nombre en las llamadas perdidas y bloqueo su número para que ya no vuelva a llamarme. Luego bloqueo a Olivia, a Owen, a William a pesar que ya no hablamos, Chelsea, Rilley y a todas las personas que alguna vez llamé mis amigos.

Bajo por la lista de contactos hasta que encuentro otro nombre “Victoria” la bloqueo también a pesar que ella y yo jamás nos hemos hablado, solo tenía su número porque una vez necesitaba llamarla, le pedí el número a Kourtney para preguntarle algo sobre un evento escolar. Ni siquiera me contestó.



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En el texto hay: secretos, amor, amor adolescente

Editado: 06.12.2022

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