Tres Secretos

14: Rueda de prensa

 

Durante las clases las personas me miraban pero esta vez, no recosté mi cabeza en el escritorio, simplemente las veía hasta que apartaban la mirada. Algunas chicas me señalaban y reían pero no les prestaba atención realmente.

William y yo tuvimos dos clases pero él no cruzó su mirada con la mía, yo simplemente seguí con lo mío sin importarme nada. En algún punto de la clase Olivia me pasó un papel donde me preguntaba si era cierto que estaba saliendo con el “hippie” y si realmente engañé a William.

Yo rompí la hoja y la tiré en el basurero.

La clase anterior a la hora del almuerzo era otra que llevaba con Rilley, William y Dylan. Yo llegué primero a la clase y me senté como siempre en el fondo, dejé mis cosas y giré los tobillos varias veces en círculos como para relajarlos.

Dylan se apreció después sentándose a mi lado. — ¿Cómo lo llevas? —se acerca con su silla.

Me encojo de hombros. —Bien.

Él asiente. —En mi caso ya van como quince personas que me preguntan lo mismo una y otra vez —niega—. No entiendo que cambia en sus vidas si fuera verdad o no.

William y Rilley entran, cuando lo hacen mueven sus ojos directamente a esta dirección. Dylan no puede verlos porque está de espalda a ellos pero yo sí así que le sonrío a Dylan y me inclino hacia él, de reojo veo que William rueda sus ojos.

— ¿Los de la banda te han dicho algo? —le pregunto sonriendo.

Él niega con una expresión confundida, tal vez por la forma en que  de pronto estoy sonriendo. —No, aun no —entorna los ojos—. Creo que me están ignorando.

—Lamento arruinar tu carrera de súper estrella —le digo dejando de sonreír.

Él ahora sonríe. —No importa, ya se les pasará.

La clase comenzó y los minutos pasaron haciendo que las personas estuvieran obligadas a escuchar las explicaciones del profesor y dejar de voltear hacia nosotros.

Cuando finalmente llega la hora del almuerzo me levanto lentamente, siento mi pierna diferente hoy, como si esa sensación se hubiera extendido. Intento estirarla un poco sin que las personas noten mis movimientos, pero no importa lo que haga, eso no se irá.

Levanto la mirada y Dylan está viéndome, él ha presenciado una vez más todo esto. Tomo una respiración —Vamos a comer —le digo solo para que deje de intentar entender qué estoy haciendo y qué me está pasando.

Dylan asiente —Vamos Bryn, hoy hay Nuggets de pollo, son mejor cuando están calientes.

Resoplo. —Me alegra que te sepas todo el menú de la cafetería.

Dylan pasa la mano por su cabello. —Tengo contactos.

Camino un poco y de nuevo mi rodilla se debilita, me tropiezo un poco pero no caigo gracias a que extendí el brazo y me sostuve del brazo de Dylan. Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo lo veo con los ojos abiertos y retiro mi mano rápidamente.

—Lo siento —parpadeo dos veces.

A esto me refería cuando dije que hay cosas más importantes en mi vida que unos rumores tontos y fotografías en internet. Me reincorporo y suspiro, rogando que mis rodillas dejen de perder el control así.

—Entonces —Dylan se acerca a mí y coloca su brazo sobre mis hombros—. ¿Vamos?

Lo miro un poco sorprendida — ¿Qué haces?

—Dando de qué hablar —sonríe acercando un poco su rostro—. ¿Vamos? —vuelve a preguntar.

Entrecierro los ojos — ¿Estás seguro? Estamos jugando con fuego y bueno, te puedes quemar.

Dylan suelta una risa y camina hacia adelante un poco para que comencemos a avanzar. Yo lo hago, sintiendo un poco agitada mi respiración, damos pasos al mismo tiempo y él sigue con su brazo sobre mis hombros.

Él huele a vainilla y a fragancia de hombre, soy de esas personas que tienen que oler todo. Me gusta el olor a ropa nueva, a ropa recién lavada, a gasolina incluso y siempre estoy acercándome las cosas a la nariz por eso tengo que resistir el impulso de acércame un poco a él para olerlo mejor.

Mientras más avanzamos más personas nos voltean a ver, él me lleva hasta mi casillero y no retira su brazo de mí. —Creo que lo estas disfrutando —le digo.

Dylan ríe —Tal vez, me gusta que las personas malas no obtengan lo que quieren.

Abro mi casillero y Dylan se inclina para guardar su libro en mi casillero — ¿Qué haces ahora? —lo volteo a ver frunciendo el ceño.

—Nada —toma el libro que tenía entre mis manos y lo guarda también, colocándolo sobre el suyo—. Ahora ya vamos por los Nuggets, muero de hambre.

Cierro el casillero y suspiro. —Vamos por tus Nuggets —le digo para luego respirar profundamente.

Nos damos la vuelta y caminamos así hasta la cafetería. Es absurdo la forma en que las personas se están comportando, algunos chicos y chicas no parecen interesados en nada de esto pero si hay bastantes personas que parecen poner atención a cada movimiento que hago o Dylan.

Sin embargo Dylan no parece estar afectado por todo esto, camina tranquilamente mientras me cuenta cuáles son sus restaurantes favoritos y quienes tienen los mejores Nuggets. Yo me distraigo por su charla sobre pollo y dejo de notar si las personas me están viendo o no.

Llegamos a la cafetería y él toma dos bandejas de nuevo, me da una y yo la sostengo. Dylan me explica que el mejor aderezo para los Nuggets siempre será la mostaza picante, yo le digo que no me gusta la mostaza y él me regaña.

Escucho que alguien detrás de mi dice algo sobre mí, escuché “Bryn” pero no el resto. Solo suspiro, esto se está volviendo aburrido y apenas va solo un día, o bueno, ni siquiera un solo día.

Dylan deja su bandeja sobre el aluminio que está colocado para que vayamos deslizando las bandejas, retira su brazo y se gira sobre sus talones.

—Oye, ¿Qué dijiste? —miro a quien le está hablando, es una chica que no sé su nombre, definitivamente es un año menor o dos, tal vez. La hora del almuerzo es la misma para todos pero los de primero y segundo deberían estar en la cafetería en la parte contraria de la escuela aunque algunas veces se cuelan aquí—. ¿Por qué no lo repites? —pide Dylan.



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En el texto hay: secretos, amor, amor adolescente

Editado: 06.12.2022

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