Dylan fue a dejarme a mi casa a las cuatro y me prometió que vendría en una hora, me avisó que traería cosas para nuestro picnic, no sé qué fue a buscar pero le dije que estaba bien.
Eran las cuatro y media y mi papá aún no había venido, mamá todavía se estaba arreglando y yo estaba muy ansiosa así que lo llamé porque comencé a pensar que tal vez ellos habían cancelado sus planes y ahora estarían arruinando mis planes.
—Hola —contesta Dylan—. ¿Qué pasa? Aun no salgo, ¿Ya se fueron?
—No —cierro la puerta de mi habitación—. Mamá está en su habitación y creo que se está arreglando pero papá no viene, todavía tendría que cambiarse y todo eso —suspiro—. Puede que se vayan más tarde.
—Está bien —responde—. Tendremos suficiente tiempo.
Yo me paro frente al espejo de mi habitación, veo mi ropa simpe y apagada, ¿Debería ponerme algo diferente? —Eso espero, no vayas a olvidar traer el helado.
Dylan ríe —No lo haré, por cierto, gracias por las galletas que le dejaste a mamá —sonrío al escuchar eso— leí la nota que le dejaste sobre el paquete.
Entrecierro los ojos mientras camino a mi armario —Pues yo escribí afuera “Dylan tu no leas esto”
Dylan se ríe otra vez —Lo siento, soy muy curioso.
—Ja, Ja —tomo una camiseta de manga larga, es bonita pero recuerdo haber usado esa cuando fui al hospital por primera vez así que la regreso con el montón y sigo buscando—. Oye hippie, ¿Cuál es tu color favorito?
—Todos los colores me gustan —por supuesto que sí.
—No hippie, dime uno en específico, uno que digas “ese es mi color” —le pido esperando que no diga anaranjado, no me gusta la ropa en ese color.
—El azul, el verde, el rojo y el negro —afirma.
Bufo —Dije uno pero bueno, eso servirá —contesto buscando una blusa verde pastel de manga larga y algunos detalles en la parte de abajo.
— ¿Por qué? —me pregunta curioso.
—Por nada, solo tenía curiosidad —miento. Justo en ese momento escucho el sonido de un auto, me apresuro a la ventana y veo a papá finalmente llegando—. Finalmente vino papá.
— ¿Ah sí? Bien entonces me avisas cuando ya estén por irse, ¿Crees que en una media hora?
Eso espero —Tal vez, mejor ven en cuarenta minutos —le digo calculando mentalmente cuánto tarda papá en arreglarse, a veces ellos suelen quedarse hablando de cosas y no se van.
—Claro —aclara su garganta—. Bryn, ¿Tu color favorito es el rosa, verdad?
—Obviamente —respondo abriendo el cajón de los pantalones.
—Genial, entonces nos vemos más tarde —se despide.
—Adiós —cuelgo y dejo el teléfono sobre la cama.
Busco entre mis pantalones los que no sean tan apretados, tengo unos de pierna recta y los tomo dejándolos a un lado de la blusa que escogí, voy a mi baño y me lavo la cara después de recogerme el cabello.
Cuando termino tomo mi bolsa de maquillaje y la veo, sintiéndome rara. No he usado maquillaje desde aquel día, no por nada malo, o bueno, tal vez sí. Me di cuenta que lloraba mucho y se me corría todo el tiempo, también perdí las ganas de arreglarme, no quería hacer nada.
Ahora que me doy cuenta, yo era de esas personas que se vestían y se maquillaban para los demás, no para ellas mismas. Dylan se acercó a mí de esta forma, sin nada en el rostro y jamás me vio como si estuviera mal solo por eso. Solo por no tener las ojeras cubiertas y las pestañas dobladas.
Tomo únicamente el rímel y me aplico dos capas, luego tomo mi labial rosa y lo paso por mis labios, decido que algo de corrector bajo los ojos no está de más. Luego, tomo una botella de perfume floral y me aplico un poco en el cuello.
¿Qué estoy haciendo? No es una cita, solo voy a pasar tiempo con el único amigo que tengo, con el chico que está enamorado de alguien más.
Que ridícula me siento.
— ¡Bryn! —mamá me llama.
Ruedo los ojos por interrumpirme. — ¿Qué pasa? —contesto.
Ella contesta: — ¿Puedes salir, amor? —pide detrás de mi puerta.
—Espera, dame dos minutos, solo me voy a vestir —aviso quitándome la ropa que usé en la escuela y colocándome la nueva, me tengo que sentar en la cama para subirme el pantalón y cuando pasa por mis muslos me duele por los moretes. Cierro los ojos. No voy a llorar solo por esto, no debo pensar en nada, debo fingir que soy normal.
Me coloco mis pantuflas rosadas afelpadas y abro la puerta, escucho a mamá hablando sobre algo, seguramente con papá y yo me siento ansiosa. Ellos deberían dejar de habar y preparase para su cena romántica cursi.
Bajo las escaleras lentamente, sujetándome mientras tengo la mirada hacia abajo así no resbalo, cuando llego al suelo mamá me dice: —Mira Bryn, tienes visitas.
¿Visitas? Subo la mirada y primero veo a mi mamá con un vestido color vino, luego mis ojos se mueven a su lado derecho y ahí está Dylan. Entorno los ojos, ¿Qué hace aquí? ¿Y porque se mira así?
Si pensaba que se veía muy lindo con esa ropa de la mañana, ahora pienso que se ve terriblemente bien. Tiene una camisa de botones verde oscuro, unos pantalones como los que usa mi papá, muy formales y unas zapatillas oscuras. — ¿Dylan? —lo miro casi con la boca abierta.
Papá aparece por detrás como un fantasma —Así que tú eres Dylan.
Dylan asiente —Buenas tardes señor, soy Dylan Harman —se acerca y estira su mano hacia mi padre quien pasa a mi lado para saludarlo.
Mamá me hace una seña para que me mueva pues me he quedado quieta. —Buenas tardes Dylan —responde papá—. ¿A qué se debe el placer? Por cierto, Bryn nos ha hablado de ti, no mucho pero nos ha dicho que tú eres quien la ha estado llevando a la escuela.
Dylan asiente —Así es, somos amigos —sonríe—. Y somos compañeros en muchas clases así que, es conveniente repasar las lecciones mientras vamos de camino a la escuela.
¿Repasar las lecciones? ¿Desde cuándo hacemos eso? —Oh, ¿Eso hacen? —papá puede ser un abogado genial pero no nota cuando un adolescente inventa algo—. Me parece estupendo, no queremos que Bryn descuide sus estudios debido a su situación.