DYLAN
Mi propio padre me tocó.
Mi madre entraba con varios hombres todas las semanas y para que yo no molestara, me dejaba encerrado en mi habitación por horas. A veces lloraba por hambre, entonces ella llegaba y con el cigarrillo prendido hacia marcas en mí.
Mi padre se colocó frente a mí y me dijo cosas que tenía que hacerle. No las entendí en ese momento, ni siquiera yo sabía el nombre de las partes de mi cuerpo. Él se desabrochó el pantalón.
Mi tía entró.
Mis tíos habían denunciado a mi madre muchas veces, ellos sí me querían y hacían todo lo que podían para cuidarme. Para ayudarme.
El primer trabajador social no me revisó, solo hizo un par de preguntas y se fue. La segunda trabajadora social me vio y eso fue suficiente para ella. No estaba muerto para ella, eso era suficiente.
Fue el tercero quien entró e hizo su trabajo. Lloré y él lo supo, él me rescató.
Mi tía. Ahora es mi mamá.
Mi tío. Mi padre, quien sé que ahora me cuida en el cielo.
Ese trabajador quien jamás he vuelto a ver, gracias a él yo seré quien él fue para mí. Los superhéroes no son los de las películas, no tienen músculos y trajes, son esos adultos que se interesan de verdad por los niños.
Son los médicos, los jueces, los policías, los vecinos, los familiares y los maestros que luchan por tu bienestar.
Por ellos, seré un superhéroe de verdad.