Tres Secretos

45: Fin.

VARIOS AÑOS DESPUES

—Vaya, mira eso —sonrío—. Se ve tan aburrido como lo recordaba.

Dylan recuesta su brazo en mi respaldo. —No puedo creer lo rápido que pasa el tiempo —entorna sus ojos—. Siento que fue ayer cuando te pedí que me llevaras a mi salón de clases.

Giro mi rostro y beso su barbilla. —Suenas a un anciano, ellos dicen esas cosas —sonrío—. ¿Los ves por aquí? ¿Qué exactamente vendrán a hacer?

Da unos golpecitos al volante. —Rilley tiene un grupo o algo así, es el profesor del club de música y según me dijo querían conocernos.

Levanto una ceja. — ¿A ustedes? —Me río—. Vaya Dylan, eres tan popular como siempre.

Estira su mano pasa sus dedos por mi cabello recién teñido. Siempre me lo quise pintar de rojo y aunque pensaba que era demasiado alocado, a Dylan le pareció una idea genial. El problema es que a Dylan le parecen geniales todas mis ideas.

Por eso me casé con él.

—Sigue burlándote pero según recuerdo, te volvías loca cuando tocaba la guitarra —dice riendo.

Ruedo los ojos. —Ya supéralo, ahora ya no eres un guitarrista atractivo, eres un trabajador social atractivo —me acerco y él también lo hace. Estamos a punto de besarnos cuando escuchamos que entra otro auto al estacionamiento.

Un convertible (no tan nuevo) azul. Owen, por supuesto.

Dylan me hace una seña para que bajemos, lo hacemos mientras él se estaciona. Cierra la puerta y gira su rostro, Dylan levanta la mano y él camina rápidamente donde estamos.

—Miren nada más —abraza a Dylan—. La pareja menos probable de terminar juntos, y aquí están, juntos después de todos estos años.

Dylan le sonríe cuando se separan. —Ah, ¿Y que hay sobre ti y tu novio?

Owen me mira y me abraza también. Había olvidado lo alto que es. —No digas nada Harman, aquí Rilley es un profesor conservador de buenos modales o lo que sea —suelta una carcajada—. ¿Pueden creerlo? Rilley de profesor, pero realmente le apasiona estar aquí y enseñar lo que sabe.

—Owen, ¿ya maduraste? —le pregunto.

Me mira levantando una ceja. — ¿Tú ya eres humilde o aun tienes el ego en el cielo? —Le da un golpe a Dylan en el brazo—. No sé cómo la has aguantado tanto, te admiro.

Dylan toma mi mano. —Pero si Bryn es perfecta, ¿Por qué dices eso?

Él suelta una carcajada. —Ah, ya entiendo porque funcionan —nos mira sonriendo—. Él te da halagos todo el día y tú los recibes, perfectos el uno para el otro.

Vemos un auto entrar al estacionamiento. A diferencia del convertible de Owen o de nuestro sedan, este es un auto familiar. Y sé quién va ahí antes que se baje.

La puerta del pasajero se abre, una figura delgada sale y se inclina hacia el asiento del pasajero, seguramente está despidiéndose de la conductora. El vidrio de atrás se baja, un pequeño niño con cabello marrón sonríe y sacude la mano hacia él.

William le da una caricia en su mejilla y luego el niño nos mira y señala, William gira el rostro y le dice algo. El niño saluda hacia nosotros y le devolvemos el gesto. William sacude la mano una vez más y se acerca hasta nosotros con una sonrisa.

—Vaya, Will —Owen se acerca primero y lo abraza—. ¿Ese es Julian? Ha crecido bastante rápido

—Si —se ve mucho más tranquilo que como era antes—. Hola a todos —incluso está usando gafas—. Hola Dylan, hola Brynley.

Dylan y yo seguimos en contacto con ellos aunque no nos vemos tan seguido como cuando éramos jóvenes. Normalmente nos comunicamos por redes sociales y la última vez que los vimos en persona fue para nuestra boda.

Dylan se acerca y también lo abraza. —Te va bien, ¿no?

Asiente con una pequeña sonrisa. —Mejor de lo que pensé.

Eso me hace sonreír, también me acerco. —Hola Will.

Will asiente. —Hola.

Dylan empuja mi espalda y la de él. —Pueden abrazarse, no pasa nada —ambos reímos y nos damos un abrazo rápido.

—Julian es lindo —admito—. Aunque no pude verlo bien.

—Tengo fotos —toma su teléfono y busca en su galería—. Aquí está —afirma mientras vemos una foto familiar navideña. Tres personas sonriendo, abrazados y felices.

Le doy un vistazo a William, me alegro que esté bien.

— ¿Está embarazada de nuevo? —pregunta Owen viendo una foto reciente de Leticia.

William asiente. —Sí, en realidad, queremos una familia grande.

Los tres soltamos una carajada, ¿Quién diría que Will Diamond terminaría de esta forma? Nadie. Pero eso es lo mejor de la vida, a pesar de cualquier predicción realizada por las personas a tu alrededor, eres tu quien tiene la última palabra.

— ¿Y ustedes, para cuando el mini hippie egocéntrico? —pregunta Owen.

Lo fulmino con la mirada. —No insultes a nuestro bebé inexistente.

Dylan coloca su brazo sobre mis hombros. —En realidad, queremos adoptar —expresa—. Pero aun no, en unos años.



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En el texto hay: secretos, amor, amor adolescente

Editado: 06.12.2022

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