Tres y un cuarto

Capítulo 9

No pude contestar porque una camioneta repleta de muchachos con camisetas blancas se cruzó en nuestro camino y tuve que pisar con rapidez el freno para no impactar contra el vehículo. Aproveché la situación para soltar un montón de groserías que habrían escandalizado a mi difunto padre y escuché a Tyler hacer lo mismo a mis espaldas aunque sus groserías también iban dirigidas hacia mí.

     —¡Demonios, G! Conduce con cuidado.

     —¡No es mi culpa! —chillé mientras volvía a avanzar.

     —Ahora con más razón me elegirá a mí. —Taylor hizo bailar sus cejas de arriba abajo y ese gesto ayudó a quitar mi reciente malhumor.

     Conseguí estacionamiento cerca de la lavandería del pueblo porque el instituto estaba repleto de autos mal aparcados del equipo contrario. Era una muchedumbre ruidosa que llamaba la atención de manera nada agradable soltando improperios hacia el equipo de nuestra escuela. Todos vestían con una camiseta blanca con el dibujo de un oso pardo en el centro y uno de ellos iba vestido como oso. Al menos tenían espíritu deportivo.

     —Este es el clásico —explicó Taylor mientras abría una caja de dulces—. Es normal escuchar insultos y gritos, no te dejes asustar.

     —De todas maneras, desde que Theo está en el equipo, las águilas amarillas no han vuelto a perder. Somos el mejor equipo del estado —señaló Ty.

     —Eso quiere decir que será un partido entretenido —deduje y Tyler asintió dándome la razón.

     Ingresamos al edificio seguidos de muchos otros adolescentes de las dos escuelas. Los pasillos se habían llenado de color y carteles lo que anticipaba una noche entretenida para todos. El gimnasio estaba casi lleno cuando llegamos allí y pude divisar a Sophie con su trompeta en la zona reservaba para la banda escolar. Vestía un conjunto con borlas doradas y tan amarillo que parecía un patito, incluso llevaba un sombrero que achataba sus hermosos bucles; no obstante, lucía adorable así. La saludé con la mano y ella hizo lo mismo desde su lugar con una sonrisa en el rostro.

     —¿Quién es tu amiga? Es bonita.

     —Para ti todas son bonitas, Ty —le recriminó Tay con una sonrisa burlesca.

     —Se llama Sophie, pero ni siquiera lo intentes porque está flechada por alguien más.

     Se encogió de hombros.

     —Es una pena, parece divertida.

     Ya podía imaginar lo contenta que se pondría Sophie al enterarse que Tyler Murphy la consideraba una chica bonita y divertida. Claro que confesarle eso no sería romper la confidencialidad de nuestro grupo porque, como había señalado Taylor, al castaño toda persona del género femenino le parecía atractiva.

     —¡Tyler! —Una muchacha de cabello oscuro chilló desde el grupo de porristas y no necesité ser muy inteligente para identificarla.

     Candace movía su mano energéticamente para llamar su atención y eso hizo que el muchacho de ojos color miel soltara un suspiro. No lucía feliz, casi podía jurar que la muchacha le caía terriblemente mal.

     —Iré a saludarla para que deje de fastidiar, guárdenme un lugar.

     —Termina con ella, Ty. No seas cabrón.

     Tyler chasqueó la lengua al escuchar a su amigo y con las manos escondidas en el interior del bolsillo de su sudadera color amarillo pastel, se alejó de nosotros con dirección al equipo de animadoras.

     —Vamos, MIT. Consigamos un buen lugar.

     Tomó mi mano sin esperar a recibir una respuesta y me condujo escaleras arriba por las gradas concurridas. Estábamos del lado que le correspondía a nuestro equipo y los cantos animados eran bastante estridentes acompañados de la fuerte música que tocaba la banda.

     —¿Por qué no estás en la banda? —exclamé para que pudiera oírme sobre el ruido.

     —¿Y usar uno de esos horribles trajes? Estás loca.

     Solté una pequeña carcajada, pero le di la razón. Los trajes eran horribles y él no lucía exactamente como la clase de muchacho que utilizara colores llamativos. Su guardarropa era casi monocromático: negro, blanco, gris, azul, verde muy oscuro y bordó. Si tenía suerte podía ver sus medias multicolores que mantenía bien ocultas bajo sus vaqueros negros con las rodillas abiertas. Para completar su aspecto de músico de rock peligroso, llevaba tatuada en el antebrazo la marca tenebrosa de los mortífagos de Harry Potter.

     No tardamos en conseguir asiento y dejamos uno guardado para Tyler por si realmente decidía volver con nosotros. Por el momento se lo veía muy entretenido metiéndole la lengua hasta la garganta a Candace bajo la atenta mirada del resto de las animadoras que suspiraban como si fueran testigos de una hermosa historia de amor. Se llevarían una enorme decepción cuando el muchacho botara a su capitana.

     —¿A qué hora comienza el partido?

     —En… —Dejó ir mi mano y tomó el móvil del interior de su chaqueta de mezclilla—. En doce minutos.

     —Creí que tenías que ir a orinar —confesé y eso lo hizo reír.

     —Nah, sólo quería que Tyler dejara de coquetear contigo.




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