Tres y un cuarto

Capítulo 10

Al finalizar el partido una pequeña celebración tuvo lugar en la plaza del pueblo. Música, cantos de victoria, comida y refrescos por doquier. Era una celebración que englobaba a toda la comunidad de Rose Valley, con familias enteras cuyos niños habían sobrepasado el horario para ir a la cama mucho tiempo atrás y revoloteaban entre los adultos como moscas. Eso significaba, por supuesto, que no había alcohol y la música no era estridente. Era un festejo divertido y apto para todo público.

     Sin embargo, antes de las doce me encontraba conduciendo con Theo durmiendo ruidosamente en el asiento trasero, Taylor le sostenía la cabeza mientras le introducía pequeñas bolas de papel en las orejas y Tyler iba inusualmente callado en el asiento del copiloto tamborileando con los dedos al ritmo de la música rock de la radio. Música elegida por Taylor, claro está.

     Había sido una buena noche, pero me sentía cansada y estaba a nada de quedar noqueada como Theo con la cabeza contra el volante.

     —Llegamos —anuncié con fuerza para que el rubio despertara de su sueño de belleza.

     Se incorporó de un salto y frunció el ceño al notar los papeles vertidos sobre él. Observó a Taylor con los ojos entornados y el muchacho de ojos verdes fingió asombro. No era un buen actor.

     —Gracias, pequeñita —soltó entre un bostezo.

     Se reclinó hacia delante para depositar un beso en mi mejilla y luego salió del vehículo con el bolso deportivo colgando de su hombro. Esperé a que desapareciera de mi vista y luego hice marcha atrás para subir al camino de entrada de la casa de la familia O´Malley.

     —Nos vemos mañana.

     Taylor saludó con la mano y se bajó acomodándose el cabello.

     El vehículo quedó en un silencio sepulcral sin la música de Taylor y los ronquidos de Theo. Nunca había estado a solas con Tyler porque siempre era el último al que pasaba a buscar y el primero al que dejaba, pero esa noche debido al claro cansancio del más alto de los tres había decidido cambiar el recorrido.

     —¿Necesitas que te deje en casa de Candace?

     Al finalizar el festejo en la plaza, mucho de los estudiantes se habían dirigido en caravana a la vivienda de la capitana del equipo de animadoras para continuar con la fiesta y beber cerveza de escasa calidad a escondidas. Si bien había sido invitada –por mi amistad con el trío de oro— no me sentía con ganas de beber o bailar.

     —No, no iré a esa fiesta.

     Asentí con la cabeza y conduje el auto por las vacías y silenciosas calles. Tuve el impulso de encender la radio, aunque me detuve ya que eso evidenciaría lo incómoda que me sentía.

     Tras diez minutos de denso silencio, que podría haberse cortado con un cuchillo, estacioné frente a la casa de Tyler. Era una bonita construcción blanca de dos niveles con arbustos que la bordeaban y un árbol de naranjas que le brindaba sombra a un columpio; sin embargo, lucía apagada y tenebrosa. Imaginé que se debía al hecho de que el restaurante de su familia todavía no cerraba y debían estar todos allí.

     —Aquí estamos —señalé esperando que se bajara rápidamente como cada día.

     —Gracias por traerme, G.

     —Cuando quieras.

     Creí que finalmente se iría, pero se mantuvo quieto sin siquiera desabrochar el cinturón de seguridad. Observaba la casa con el ceño fruncido y los músculos tensionados, y eso ensombreció su linda mirada miel.

     —¿Sucede algo?

     —Estoy pensando si realmente vale la pena entrar.

     Fue mi turno de fruncir el entrecejo.

     —¿Por qué?

     —Mis padres llegarán pronto y estarán muy enfadados conmigo. Mi madre seguramente dirá que soy un irresponsable que odia a la familia y está deseoso de irse a Nueva York a estudiar.

     —¿Y tiene razón?

     —Un poco.

     —¿Por qué tu madre diría que eres irresponsable?

     Bien, me había vuelto una preguntona de primera al punto de parecer que lo estaba interrogando. En mi defensa esa era la primera vez que se mostraba tan abierto conmigo y que no lucía como si mis preguntas le disminuyeran el coeficiente intelectual. Debía aprovechar las oportunidades que me brindaba la vida y esa era una oportunidad que nunca más se me presentaría.

     —Porque no fui a trabajar esta noche.

     —Creí que no te tocaba esta noche.

     —Claro que me tocaba, pero era un partido importante para Theo y no podía faltar.

     Lo observé con una mezcla de asombro y entendimiento. Él permaneció con la mirada fija en la oscura vivienda y tan tenso que parecía estar esperando un ataque.

     —Puedes dormir en mi casa —solté de pronto.

     No sé de dónde había venido eso, pero me pareció que no sonaba como una idea descabellada. Por primera vez en los últimos veinte minutos me miró y la respiración se me atoró en los labios al tener un primer plano del color de sus ojos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.