Tres y un cuarto

Capítulo 12

Lo normal sería encontrar un cambio de actitud, una sonrisa o un ceño fruncido. Lo que cualquier chica esperaría luego de un beso robado, y de una posterior y larga sesión de besos, sería un trato distinto, pero yo no era cualquier chica y Tyler tampoco era cualquier chico. Es por eso que no me asombró ni molestó que a la mañana siguiente llegara a la casa de mi abuela cargando un paquete con donas, luciendo como quien sufría una horrible resaca y acompañado de Theo y Taylor.

     —¿Qué hay, MIT?

     Taylor fue el primero en ingresar a casa sin hacer comentarios sobre mi pijama de gatitos o lo despeinada que estaba. Me había levantado al escuchar el timbre sonar y había creído que se trataba de la enfermera que había olvidado su llave.

     —Buen día —saludé y tallé mis ojos con el dorso de la mano—. ¿Qué hora es?

     —Temprano —se quejó Tyler quien seguía a sus amigos hacia la cocina—. Demasiado temprano para un domingo o para la gente normal.

     —Son las ocho, pequeñita.

     Cerré la puerta y me encaminé hacia la cocina para ver lo que estaban haciendo. Taylor había encendido la pava eléctrica luego de llenarla con agua y Theo no tardó en rebuscar en los cajones intentando hallar las cápsulas de café para encender la máquina.

     —¿Qué hacen aquí? Creí que pasarían el día con sus familias.

     —Lo haremos, pero tú vienes con nosotros, MIT.

     Eso me hizo fruncir el ceño, seguía un poco dormida y mi capacidad de razonamiento había disminuido.

     —¿Por qué?

     —Porque eres nuestra amiga y al menos mis padres quieren conocerte.

     Theo asintió de acuerdo y Tyler gruñó mientras se desplomaba sobre uno de los bancos frente a la isla para luego apoyar su cabeza sobre el frío mármol.

     —Iré a cambiarme entonces.

     —Tu abuela viene con nosotros también.

     Mire con sorpresa al rubio quien finalmente había hallado lo que buscaba y estaba encendiendo la cafetera. No me asombró que se manejaran en mi cocina como si fuera su propia casa pues lo habían hecho desde un primer momento y no me molestaba en lo absoluto porque eso suponía que no tenía que servirles. Al menos esa vez habían llevado algo de comida.

     —¿Mi nana?

     —Sí, hablamos con la enferma y no vendrá hoy.

     Abrí los ojos con asombro.

     —¿Cuándo?

     —No puedes saberlo todo, G. Además, sus voces me molestan por lo que agradecería un poquito de silencio.

     —Jódete por borracho —le contestó Taylor con diversión.

     —Iré a despertarla en ese caso.

     No esperé una respuesta y salí de la habitación con una clara expresión de confusión. Entre todas las razones por las cuales había imaginado que estaban allí una invitación para el día de campo de sus familias no estaba en la lista. Había imaginado que quizás era alguna clase de intervención, que Taylor y Theo me regañarían por haberme metido con Tyler y que el castaño estaría allí para que supiera lo mal que se había portado. Pero eso no había sucedido y no parecían siquiera saberlo, y si lo sabían, pues la verdad, disimulaban muy bien o simplemente les daba igual.

     Tardé unos veinte minutos en arreglarme para parecer una persona decente y en despertar a mi abuela y cuidarla mientras se vestía. Había ganado un poco de peso y fuerza desde que estaba allí y en parte se debía a mis comidas calóricas y que ya no se sentía tan sola. Tenía más color en el rostro y no caminaba como si se estuviera balanceando.

     Al volver a la cocina encontramos que los tres habían preparado la mesa y colocado bastante comida, que no sabía que tenía, en ella. Nos esperaban sentados en un extremo de la mesa como niños que esperaban que sus padres dieran las gracias para devorar todo.

     —Que agradable sorpresa verlos aquí esta mañana, muchachos.

     Mi abuela les había agarrado cariño pues siempre la hacían reír con sus comentarios graciosos y le daban abrazos al despedirse.

     —Buen día, señora Allen —saludaron a coro.

     Ayudé a mi nana a tomar asiento y luego me senté frente a ella. En la cabecera se encontraba Theo, Taylor había quedado al lado de mi abuelita y yo ocupé el lugar vacío junto a Tyler.

     —Se ve muy atractiva hoy, señora Allen.

     El halago por parte de Taylor la hizo sonreír y le apretó la mejilla con cariño como hacían las abuelas en las películas. Mi nana nunca me apretaba las mejillas; sin embargo, sospechaba que el músico era su T favorito por la manera en que lo miraba. Supongo que se debía a su aura de chico rebelde y carismático, similar a la de mi padre.

     —Gracias por el desayuno —comenté y tomé una dona del centro de la mesa.

     Eso hizo que los tres reaccionaran y rápidamente comenzaran a comer como si no hubiese un mañana. Temía que se atoraran entre tanta comida, pero como siempre me sorprendían. Todavía no puedo entender dónde les cabían tantos alimentos y calorías si lucían esbeltos y atléticos todo el tiempo.




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