Tres y un cuarto

Capítulo 13

Esa tarde descubrí algunas cosas referidas a cada una de las familias.

     La familia Johnson, la de Theo, era muy unida y carismática, parecían salidos de una revista o un anuncio de Disney. Reían y bromeaban juntos. Sus padres parecían realmente enamorados y eso reforzó mi idea del amor verdadero por cursi que pueda sonar.

     La familia O’Malley era la más divertida. Taylor y su padre se trataban como amigos y su madre los observaba con una pizca de vergüenza escondida en una expresión de diversión. Hacían bromas a cada minuto, se peleaban entre ellos y eran tan sarcásticos que llegaba un punto en que no podías saber si hablaban en serio o era todo un juego.

     La familia Murphy tenías más tensiones que la familia Kardashian. No era difícil deducir que Tyler no se llevaba bien con su hermano quien era el hijo perfecto a los ojos de sus padres, servicial y dedicado completamente a la familia. Su madre no dejaba de regañarlo hasta por respirar y, aunque los demás estaban acostumbrados a ello, él lucía abochornado todo el tiempo.

     En cuanto a mi familia, había descubierto que la madre de Theo había sido amiga de mi madre y que se habían separado cuando mamá se fue del pueblo para trabajar en Paris como modelo. También supe que la tía de Tyler había salido con mi padre por una pequeña temporada antes de que su familia se mudara a otro pueblo. Mi abuela me confió lo último en secreto y añadió que era una mujer insufrible, peor que su hermana.

     —Gracias por traernos y por todo —dije mientras bajaba del vehículo de la familia de Taylor.

     —Fue un placer conocerlas, Genesis. Siéntete libre de ir a casa cuando gustes.

     Sonreí a Vivian y le di un breve apretón en la mano a modo de saludo.

     —Recuerda que mañana vendré para hacer el proyecto de historia —señaló Tay mientras su padre ponía el auto en marcha.

     Asentí y los despedí con la mano. Luego giré a mirar a mi nana quien me observaba a su vez con una sonrisa curvando sus labios.

     —¿Qué?

     —No he dicho nada —se defendió y comenzó a caminar hacia la puerta.

     La seguí para asegurarme que no se cayera y en parte porque quería saber qué estaba pensando. No solía dedicarme una mirada como esa y sabía que significaba algo.

     —No intentes escapar, nana. Soy más veloz que tú.

     —Pero no he dicho nada, niña. Estás paranoica.

     —Pero estás pensando en algo y quiero saber en qué.

     Ingresamos a la casa y ella caminó hacia el sillón. Se acomodó y antes de que pudiera encender la televisión, me planté frente a ella para evitar que me ignorara.

     —Siempre estoy pensando en muchas cosas. No eres tan especial, mi niña.

     —Nana… —Alargué la última “a” y eso la hizo reír.

     —Bien, pensaba en que deberías darle una oportunidad a ese chico.

     —¿A qué chico? Podrías ser más específica.

     —A Taylor O’Malley.

     Bien, me había esperado esa respuesta porque, como dije antes, ella lo adoraba con locura.

     —Ay, nana. ¿Y cómo sabes que él me daría una oportunidad a mí?

     —Seré vieja, pero no ciega, cariño.

     Sentí mis mejillas un poco calientes e intenté disimularlo pasando despreocupadamente las manos por el rostro; sin embargo, mi abuela, que no era ni tonta ni perezosa, se dio cuenta. A veces odiaba meterme a mí misma en esas conversaciones incómodas de las que luego no podía salir ilesa.

     —Somos amigos —sentencié.

     —¿Y con los otros dos?

     —También.

     Suspiré y me tiré a su lado en el sofá. Apoyé mi cabeza sobre su hombro y observé como la pantalla comenzaba a teñirse de color para luego mostrar una imagen.

     —Sé que no quieres escuchar mi consejo, pero ve con cuidado. Son muy amigos y si te gustan los tres sería un problema gigante —aconsejó en un susurro con la vista fija en el dispositivo—. Intenta pensar con la cabeza en frío antes de actuar, son apuestos y jóvenes, y sé que eso produce algo en ti aunque intentes actuar casual.

     No dije nada después de ello; no obstante, me quedé pensando en sus palabras por unas cuantas horas. Ella tenía razón, los tres me alborotaban los sentidos y me hacían sentir mariposas en el estómago. Probablemente eso era lo que toda adolescente sentiría al estar rodeada de chicos apuestos que le prestaban atención y la trataban bonito, de todas maneras, decidí que debía hacer algo o metería la pata hasta el fondo muy pronto.

     Tyler, Theo y Taylor eran mejores amigos y también eran mis amigos. Prefería conservar su amistad antes de involucrarme con alguno de una manera más física y emocional. Lástima que tenía mala memoria y olvidé todas mis determinaciones más rápido de lo que Usain Bolt gana una carrera.

 

     Esa tarde volví sola a casa luego del instituto. Theo tenía práctica con el equipo, Tyler debía trabajar en el restaurante y Taylor tenía una reunión con los miembros de su banda para discutir sobre su próximo concierto que era en tres semanas. Se sintió extraño conducir en silencio y sin tener que dar vueltas de más, pero la soledad me sentó bien para despejar la mente.




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