Tres y un cuarto

Capítulo 16

Imaginen un cuerpo de casi dos metros volando por el aire, haciendo una pirueta y luego cayendo al suelo. Bueno, eso fue más o menos lo que sucedió, pero menos cinematográfico y más torpe.

     Al girar nuestras cabezas hacia la puerta encontramos a Tyler y Taylor observándonos con asombro. Llevaban expresiones distintas en sus rostros. No pude deducir si además de la sorpresa era asco, diversión o qué demonios, lo que sí sabía era que me había asustado tanto al verlos que mi accionar fue un poco brusco.

     Mis manos habían estado apoyadas sobre los hombros de Theo y no tuve mejor idea que empujarlo hacia atrás. Al estar sentado en la orilla del respaldo del sillón y sin ningún tipo de protección, se fue de espaldas hacia el suelo, dio una vuelta en la que su cabeza impactó contra los cojines de los sillones y sus pies pasaron a escasos centímetros de mi cara, y luego aterrizó con el trasero en el suelo con un fuerte sonido que seguramente se oyó en la República Popular de China. El gorro de la sudadera le había quedado tapando su cabeza y se le había elevado la camiseta hasta la mitad del tronco; sin embargo, no pude apreciar el espectáculo de abdominales. No, no, no, porque allí estaban sus mejores amigos observándonos con las bocas abiertas y con ojos saltones al mejor estilo caricaturesco.

     —¿Qué demonios sucede aquí? —quiso saber Taylor quien tenía los ojos verdes abiertos de par en par. La voz le salió inusualmente chillona.

     —Es una larga historia… —comencé en un balbuceo y ahí me quedé. No dije más, no tenía nada más para decir.

     —Tenemos tiempo —intervino Ty.

     Tyler cruzó los brazos a la altura de su pecho y Taylor siguió su ejemplo. Me estudiaron a mí porque cuando querían mirar a Theo, con la sudadera en el cuello y hecho un ovillo en el suelo gimiendo por el impacto, no podían evitar esbozar una sonrisa de labios fruncidos.

     —Bueno… es que…

     Por supuesto nada coherente salió de mis labios. No iba a decirles que me había estado besuqueando con el rubio para probar si era gay o no, era su intimidad y no la mía. Además, solo el primer beso había sido para eso, el segundo había sido improvisado pero completamente necesario para mi deleite.

     —¿Theo te mordió la lengua, MIT? Nunca creí que fuera la clase de muchacho que muerde. ¿Tú que crees, Ty?

     —Sí, siempre había pensado que era más de los que soltaban un “te amo” accidental luego de un beso. Parece que hemos vivido engañados todo este tiempo, no es tan romántico como parece.

     —No me mordió la lengua —solté finalmente, defendiéndolo.

     —Ah bueno, entonces empieza a explicar, MIT.

     ¿Por qué me estaban interrogando? ¿Por qué a mí y no a su amigo quien acaba de levantarse del suelo luciendo una expresión de dolor? Era injusto, si querían pedir explicaciones debían hacerlo a los dos, aunque no fuera de su incumbencia, pero en su lugar sólo me miraban a mí. Me sentía como en una sala con un espejo falso, estaba encerrada con el poli bueno y el poli malo. No, mentira, estaba encerrada con dos policías malos que me sacarían la verdad a golpes si era necesario.

     —No les importa.

     —¿Por qué supones que no? —Taylor arqueó una ceja.

     —Porque no es asunto suyo con quién me beso y con quién no. La última vez que me fijé éste era un país libre y yo no era esclava de nadie.

     Me crucé de brazos también y los observé a los dos con una ceja enarcada imitando la expresión facial del muchacho de ojos verdes. Nos retamos en silencio por unos momentos, ninguno se movió, ninguno habló y el corazón me latió con furia. Mi peor temor se había vuelto realidad: que alguno me encontrara besándome con su mejor amigo. Y es que había sido estúpida, ¡había besado a dos de ellos! ¿En qué cabeza entraba? De vivir en otro siglo probablemente me habrían apedreado por golfa.

     —Estábamos confirmando si soy gay.

     Giré la cabeza con rapidez como la niñita de “El exorcista” y lo observé con mala cara; no obstante, su mirada estaba puesta en sus amigos. ¿Tanto secretismo para que luego soltara, así como si nada, su orientación sexual? Me sentía estafada, usada y herida. Creí que habíamos tenido un momento de complicidad, pero no, había confesado su secreto sin pelos en la lengua. Sí, era dramática.

     —¡Lo sabía! —exclamó Tyler—. Te lo dije, amigo. Me debes veinte.

     —Espera, no te adelantes. Todavía no nos dice si es gay o no. —Taylor le dio un golpe en la mano que Tyler extendía en su dirección como si esperara que un billete fuera depositado allí—. ¿Eres gay, Theo? ¿Te gustan los cromosomas XY en lugar de los XX? ¿Pateas hacia el otro lado? ¿Prefieres la banana?

     Negó con la cabeza sin sentirse ofendido por la cantidad de preguntas absurdas. Luego añadió con tono despreocupado que en nada se parecía al que había empleado al llegar poco tiempo atrás:

     —Soy bisexual.

     Fue el turno de Taylor de festejar. Elevó los brazos al cielo como Rocky al subir las escaleras. Hasta le mostró la lengua azul a Tyler de manera burlesca como un niño pequeño que había ganado en el juego de la silla.

     —Esperen, ¿habían apostado sobre mi sexualidad?




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