Tressa de cabeza

Capítulo 2

Aquel día llegué tarde a clases, me había quedado dormida por estar leyendo hasta la madrugada y tuve que tomar el bus. Detestaba hacerlo, sobre todo porque siempre iba lleno. La idea de ir a clases usando mis poderes era completamente tentadora, pero realmente no podía hacerlo. En primer lugar, porque no debía usar mis poderes sin tener un traje puesto y en segundo porque todavía no lo controlaba del todo. Había intentado saltar muy alto, a segundos o terceros pisos. El asunto era que mi estabilidad al caer era nula, y casi siempre acababa por golpearme. Debía practicar más, sentía la necesidad dentro mío y me estaba empezando a cansar no poder explotar mis poderes para lo que se me diera la gana. No tenía intenciones demasiado ambiciosas, pero creía que me facilitaría un poco la vida y la haría más divertida. Mi invisibilidad la usaba para mosquear a mi hermana cuando estaba aburrida o cuando olvidaba llevar mi bata y debía salir desnuda del baño. Y respecto a mi fuerza, abría las tapas que eran difíciles y ayudaba cuando debíamos enderezar algo torcido. Era un completo desperdicio y todo un aburrimiento, sabía que estaba para más. Tampoco conocía a los chicos que tenían poderes en la ciudad, pero Lexa había dicho que me los presentaría cuando fuera el momento indicado. Ese día la vería luego de la escuela, le había dicho a mi madre que iría a casa de Eve.

Cuando llegué a clases intenté entrar al salón sin hacer ruido para no interrumpir, pero un pie se interpuso en mi camino antes de que pudiera notarlo. Caí hacía delante y logré frenarme con mis brazos antes de que mi cara golpeara el suelo. Mi mochila que venía ya algo abierta, terminó de abrirse y todo se desparramó por el piso. El profesor volteó y todos mis compañeros rieron. Me concentré mucho para no ponerme nerviosa y que , en consecuencia, se me fuera el color; para mi suerte sólo mis tobillos se tornaron algo transparentes, y alcancé a subir las medias de mi uniforme antes de que alguien más lo notara.

—Perdón profesor, me tropecé.

—Está bien Tressa, por favor recoge tus cosas y ve a sentarte.

Comencé a reunir mis cosas del suelo y vi cual había sido el pie que había causado mi tropiezo. Subí la vista y me encontré con un muchacho nuevo que no conocía. Tenía el pelo encrespado de un color rubio grisáceo, su expresión era la de una persona enojada. Su mirada fuerte hizo que corriera la mía y que no me atreviera a decirle nada. A su lado también pude ver que había otro muchacho sentado, con el pelo blanco grisáceo y los ojos de dos colores, uno de un color azul intenso y el otro marrón. No pude evitar quedarme asombrada. Alguno de los dos tenía que ser el chico nuevo del que hablaba el día anterior Eve; el otro no tenía idea de dónde había salido. Me dirigí al pupitre que estaba libre al lado de mi amiga y la saludé con un beso en el cachete.

—Menuda entrada Tressa — susurró Timmy por lo bajo.

Me giré, le sonreí y luego le hice fuck you, él se rió y continúo prestando atención a la clase. Yo saqué mi carpeta y puse mi escritorio en orden. Arranqué un pedazo de hoja y se lo pase a Eve, el profesor estaba explicando y no quería que mis murmullos me expusieran otra vez. Suficiente había tenido con esa torpe caída y la fuerte mirada de aquel muchacho.

T: ¿Y esos dos quiénes son?

E: Los nuevos ¿No son monísimos?

T: Pensé que sería uno solo. Uno me miró muy mal, como si fuese mi culpa tropezarme con su pie que estaba en el medio de la entrada.

E: Nadie sabía del segundo, pero no importa. El que me dices debe ser Baco. El otro se llama Aimon, se ve que es bastante más tranquilo.

T: ¿Qué onda con su color de pelo?

E: No sé, me parecen hermosos los dos, aunque Baco me pone más, parece que tiene un carácter mucho más fuerte.

T: Este papel se autodestruirá cuando lo devuelvas por estar teniendo pensamientos cochinos en clase.

E: Me vas a decir que no sentiste su vibra cuando te miró.

Rompí el papel en pedacitos y ella me miró con resignación, se hizo la ofendida y no me dirigió más la mirada durante el resto de la clase. Es verdad que la energía desafiante que emanaba Baco era un tanto excitante, pero su cara de pocos amigos le quitaba el encanto. El otro chico me había parecido curioso, era muy calmo y sus ojos, wow, sus ojos eran maravillosos. Tenían un magnetismo especial que me generó curiosidad y me dieron ganas de conocerlo más a fondo. La campana del recreo sonó y todos salieron desesperados al patio. Yo me quedé guardando mis cosas en la mochila y cuando levanté la mirada lo vi. Sus ojos me penetraron dejándome sin aliento, el chico me tendió la mano, pero estaba tan paralizada que en un principio no la vi.

—Soy Aimon, tú debes ser Tressa ¿Verdad?

—Sí, esa soy yo—contesté saliendo de mi trance y estrechando su mano.

—Dice Lexa que hoy no va a poder ser, pero que si quieres puedes comenzar a venir con nosotros a entrenar luego del colegio.

—¿Conoces a Lexa? — pregunté realmente sorprendida.

—Te espero a la salida, en el cerezo que se encuentra a media cuadra.

—¡Deja de conversar con la niña que me pateó y salgamos al patio de una maldita vez! — gritó Baco notablemente enfadado desde la puerta.

—Discúlpalo, es algo temperamental.




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