Había hecho algunos ejercicios más luego de cambiarme para seguir probando mi fuerza, también Aimon me había dado algunos consejos sobre tácticas para hacer que el enemigo se enfoque en otro lado diferente al que uno lo pretende atacar. Me mostró un poco de lo que él sabía hacer con él agua, mientras yo lo miraba atónita. Las secuencias que lograban eran realmente hipnotizantes, y su manejo era perfecto.
Cuando llegó la hora de irnos Aimon decidió que me acompañaría hasta mi casa en señal de disculpa. Baco se quejó un poco pero terminó por ceder. Envié un mensaje a mi madre para avisarle que ya estaba volviendo a casa y emprendimos camino. Les pedí a los muchachos que media cuadra antes se fueran por su lado, porque mi madre era capaz de verlos y hacerlos entrar a la casa como si fuesen conocidos de toda la vida. Ella era así, una mujer muuuuy intensa y sociable. Además, había dicho que iba a lo de Timmy a estudiar, y claramente él no estaba con nosotros. Aimon se negó y me dijo que necesitaba verme entrar, a lo que respondí que una cuadra antes camináramos por veredas separadas.
Conforme con eso , una vez que estábamos cerca de casa me despedí de ellos con la mano y cruzaron de vereda. Algunos metros antes de llegar, pude ver a mi madre espiando por la venta. Porfiada si las había, estaba en todo. Hice mi camino hacia la puerta como si los chicos no se encontraran a mis espaldas, y en cuanto introduje la llave en el cerrojo mi madre abrió la puerta. Entré a casa y cuando mamá estaba por cerrar, escuché al estúpido de Baco gritando: Adiós Tressa, nos vemos mañana. Estúpido, estúpido y más estúpido. Lo odié con cada fibra de mi ser por el lío en el que me acababa de meter.
—¿Se puede saber quiénes eran esos chicos Tressa? — preguntó mi madre enfadada.
—Son compañeros de curso, están haciendo el proyecto con nosotros — mentí.
—¿Y cómo es posible que nunca supe de su existencia si tengo vistos a todos sus compañeros?
Maldición, la mujer era muy buena descubriendo mis mentiras y sabiéndolo todo. Contuve un suspiro para que no me retara y contesté.
—Son nuevos ma, ingresaron esta semana — eso si era cierto.
—Bien, quiero conocerlos.
—Mamá, no empeces. Por favor, solo estamos haciendo un proyecto.
—Te acompañaron hasta aquí, por lo que veo que les preocupas. Deben ser buenos muchachos — me acusó con el dedo — .Y vos sos muy maleducada por haberlos hecho cruzar de vereda.
—Basta mamá, les queda de camino a su casa — mentí nuevamente.
—La próxima vez que los vea pasando por la vereda de enfrente, vendrán a tomar el té. Estás avisada cariño — se dio media vuelta para ir a la cocina —. No podes ser así con quienes se preocupan por ti.
Subí a mi cuarto con ganas de pegarle a Baco otra buena cachetada por estúpido. Mi madre quería conocerlos y eso no traería nada bueno. Además, era consciente de que fuesen por la vereda que fuesen, la próxima vez que los viera los iba a invitar a pasar. No me molestaba que conocieran a Aimon, seguramente mi madre pensaría que era un chico demasiado correcto y aburrido para su edad. El que realmente me preocupaba era Baco, por qué era capaz de decir cualquier cosa con tal de molestarme. Necesitaba gritarle o mínimamente insultarlo. Pero pedirle su teléfono a Eve era una mala idea, y tampoco quería pedírselo a Aimon. Mi última opción era mi amigo Timmy, quien probablemente lo hubiese quitado a escondidas del teléfono de Eve para poder insultar al chico si le hacía daño a nuestra amiga. Timmy era algo posesivo y celoso con nosotras, pero en buen término. Mantenía a los idiotas a raya y advertía a quienes se nos acercaban para que no se les ocurriera lastimarnos. Nos había ahorrado una gran cantidad de decepciones.
Le escribí con la excusa de que necesitaba hablarle sobre la cita del día siguiente para que no nos llevara a la heladería que Eve detestaba. ¡Cómo diablos iba a encontrar una excusa decente para lo que debía hacer al día siguiente si Baco me había metido en semejante lío! Logré que Timmy me pasara el número de Baco y le escribí sin pensarlo.
T: ¡Te detesto! Sos un imbécil
B: Te tardaste bastante en escribirme linda
T: No me digas así porque me dan más ganas de golpearte.
B: Si me vas a golpear que sea en la cama
T: ¡Ni siquiera se puede hablar contigo! Me metiste en un lío enorme, y que sepas que ni en tus sueños terminaría en tu cama.
B: En mi sueños no solo lo hacemos en la cama linda
T: Sabes, no tiene sentido hablar con vos. Te odio
B: Sabes que no es así. Del odio al amor hay un solo paso.
Tiré el teléfono a la cama completamente frustrada y enojada. El idiota siquiera podía mantener una conversación normal. Iba a tener una cita con mi amiga y me estaba diciendo esa clase de cosas a mi ¡Su mejor amiga! Quería contárselo a Eve para que supiera que siquiera valía la pena, pero no podía hablarle de aquello porque debería contarle muchas cosas que no podía saber. Decidí darme un largo baño para calmar un poco mi humor y para rasurarme las axilas para el día siguiente. Iba a hacer calor y probablemente acabaría usando alguna musculosa, por lo que preferí estar depilada. Realmente no importaba demasiado en el día a día, pero sabía que Baco podía llegar a hacer algún comentario fuera de lugar y no quería arruinar la estúpida cita de mi amiga. Deseaba con todo mi corazón que aquella cita fuera rápida y que Baco se comportara de manera decente. Sabía que mi amiga era algo picara y probablemente le coquetearía un montón, pero prefería evitar escuchar cosas obscenas y más si provenían de su boca.
Eve me había enviado un mensaje, avisándome que iríamos los cuatro y que llevara ropa sexy pero no tanto. Realmente quería acostarse con Baco y estaba yendo con todo desde el inicio. Admiraba mucho su forma de hacerle frente a lo que quería, yo era bastante más tímida con todo. No podía culparla de querer estar con Baco, lo detestaba con todo mi corazón, pero su cuerpo trabajado y su vibra lograban que cualquier chica fantaseara. Recordé como me había agarrado la pierna en el entrenamiento y mi estómago hizo cosquillas. No, no y no. Tressa por el amor de dios, es un estúpido y además le gusta a tu amiga. Sacudí la cabeza para sacar aquel indebido pensamiento de mi mente, no podía sentir nada por ese muchacho, era un patán. Traté de pensar en Aimon y me sentí muchísimo mejor, su recuerdo me evocó serenidad y paz. El chico se desenvolvía muy bien en todo lo que hacía y lograba cautivarme con cada cosa que decía y hacía. Su poder estaba en sintonía con su aura, el agua que manejaba era tan serena como él, incluso cuando hacía movimientos rápidos, fluía de una manera maravillosa. Decidí escribirle un mensaje, y para mi sorpresa contestó enseguida.
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Editado: 07.10.2025