El primer día de gimnasio llegó y yo me había llevado el único conjunto que tenía de ropa deportiva. Una calza corta negra, una remera rosa fluorescente y mis zapatillas que parecían nuevas de lo poco que las había usado. Me avergonzaba un poco tener que usar esas calzas, pero no le podía pedir prestadas a mi mamá por qué debería darle explicaciones que no podía. La mañana transcurrió normal, con Aimon cruzamos varias miradas, me encantaba ver sus ojos heterocromáticos, eran hermosos. Los dos chicos tenían mi cabeza ocupada, aunque sabía que eso estaba mal.
El primer recreo lo pasé fuera en el patio con Eve, Timmy había ido a hablar con Aimon y Baco, no supimos ni de qué ni porqué.
—Decime que por lo menos se van a volver a ver —presioné a Eve para que me hablara sobre como iban las cosas con Baco.
—Nos volvimos a ver un rato el domingo, nos juntamos a tomar helado de nuevo— confesó con la mirada gacha.
—¡¿Y por qué no me mandaste un mensaje maldita?! —reproché a mi amiga que siempre me contaba todo.
—Por qué no quería estar ansiosa por demás. Hablamos bastante —suspiró—. Ya no sé si quiero acostarme con él.
—¿Me estás jodiendo? —exclamé completamente desconcertada.
—Me preguntó algunas cosas sobre vos, también sobre mí —giró su cara para mirarme a los ojos— Me dijo que no quiere que piense que quiere algo serio, porque él no está para relaciones.
Me quedé callada, todavía no entendía muy bien la situación. Era precisamente lo mismo que estaba buscando mi amiga según me había dicho la semana anterior.
—Y yo sé que te dije que solo quería acostarme con él, pero ahora que sé que soy una más del montón no sé si quiero Tressa.
—Eve, sos una diosa, no importa que otra chiruza lo siga, más linda que vos no hay —dije dándole ánimos a mi amiga.
—Amiga, ¿Y si no le gusta como me muevo, o si no le gusta mi cuerpo? —se estaba auto boicoteando.
Así que por ese lado venía el replanteo, todas las malditas inseguridades que le había generado su ex y que ella aún no había logrado sanar.
—Eve, basta, en este mismo momento. Que tu exnovio sea un idiota no significa que todos los hombres lo sean —suspiré maldiciendo mentalmente a su ex y lo destrozada que la había dejado— y quizás Baco es medio idiota, pero jamás te diría algo así. Además, no sabes, quizás la que se lleva la decepción sos vos.
—¿Vos decís que un bombón como él puede decepcionarme en la cama? Bailó muy bien el otro día —dijo mirando en su dirección.
—Hola, soy virgen, no tengo ni la más puta idea de cómo puede ser alguien en la cama —dije dirigiendo la vista también hacia Baco— pero si es verdad que bailaba muy bien.
—Ay amiga, ¿Será Aimon quien te desflore? —preguntó para molestarme y sacando el centro de atención que había sobre ella.
—No empieces —reproché poniéndome del color de un tomate.
—Perdón, es que no entiendo como todavía no existe deseo sexual en vos, es algo que no cabe en mi cabeza.
—Quizás nunca nadie me había despertado esas cosas —dije sincerándome más de lo que quería.
—¿Había? ¡¿Me estás diciendo que alguien te hizo tener deseos sexuales y no me dijiste nada?! —me golpeó el hombro—. Ya mismo quiero detalles.
La había cagado, y mucho. No podía, y mucho menos en esas circunstancias, decirle que Baco me había hecho sentir caliente la noche del sábado mientras bailábamos. Luego de que hubiera bailado toda la noche con ella. Tampoco que Aimon había causado lo que había causado en mí, porque empezaría a planear puras citas dobles y no tenía ganas de eso. Necesitaba mentirle a mi amiga, aunque me doliera. Traté de pensar rápido en una escapatoria factible.
—La chica que besé me hizo sentir cosquillas en el estómago —dije entonces.
Eve se quedó con los ojos de plato y después se empezó a reír como una desquiciada, quería que la tierra me tragara viva porque varia gente había volteado a mirarnos, me maldije por decir aquello y deteste la reacción de mi amiga.
—Tressa, eso no es deseo sexual, se supone que las cosquillas son ya sabes dónde, mensa.
Claro que los chicos también me habían causado cosquillas allí abajo, pero no lo admitiría y mucho menos en voz alta. Lo positivo fue que mi amiga no insistió más con el asunto y pudimos dedicarnos a hablar de otras cosas. Sin embargo, en mi mente no dejaron de flotar las imágenes del sábado, donde había sentido esas cosquillas, en una misma noche, con dos personas diferentes.
Cuando entramos al gimnasio nos atendió un señor muy musculoso y bajito, quien nos explicó cómo funcionaba la app del celular y cómo debíamos utilizarla cada vez que íbamos a entrenar. Los chicos se dirigieron al baño de varones mientras que yo hice lo respectivo con el mío para poder cambiarme. Me miré el atuendo y me quise morir, me sentía muy expuesta y poco sensual a diferencia de la otra noche, donde dije e hice todo sin demasiado pudor. Al recordar todo aquello me entró una vergüenza que me hizo pensar en mentir con que tenía dolor de panza y no iba a poder ejercitar. Sin embargo, recordaba que Aimon había planificado muy estrictamente mi rutina y no lo quería decepcionar. Tome valor, guardé mis cosas en un locker y salí al salón. Lo recorrí un poco con la vista hasta que los vi a ambos, de short y musculosa negra usando unas bicicletas fijas. Me sumé a ellos y luego hicimos algunos estiramientos con banda, según me dijeron, para terminar de entrar en calor.
Fui por mi agua y cuando volví estaban cerca del área de barras. Ambos lucían muy bien, y aunque Aimon tenía notablemente menos masa muscular que Baco, sus músculos estaban definidos y se marcaban cada que los flexionaba para tomar algo. Baco, por su lado, tenía el físico que a la mayoría de las mujeres de instituto volvía locas: espalda ancha, brazos marcados, buenos pectorales y piernas fornidas. Si bien no solía prestar atención al físico , debía aceptar que ambos estaban muy bien.
Me acerqué a donde estaban y armamos dos barras olímpicas con discos a los costados. A una le pusimos solo 10 kg en total, mientras la otra estaba cargada con 35kg de cada lado. Supuse que esa sería para Baco y la primera para Aimon y para mi.
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Editado: 01.09.2025