Esa misma noche, antes de acostarme, recibí un mensaje de Baco. Su notificación hizo que sonriera, y también que sintiera algo extraño. Debía recordar que a mi amiga todavía le gustaba. Y que yo le había dicho te quiero a Aimon, aunque hubiese sido brutalmente rechazada.
Baco: Hola cerebrito azul, me dijo Aimon que tuviste que irte por algo familiar ¿Está todo bien? Una lástima que no pudiste ver como subí el peso en el press de pecho, te hubiera gustado ver todos estos músculos en acción.
Tressa: No me digas así, te dije, maldición. Si, está todo bien, gracias por preguntar. Seguro Isa disfrutó el espectáculo en mi lugar, no te apenes.
Baco: No creo, estuvo muy entretenida con el moreno de ojos claros, además, ya te dije que quién quiero que me mire, sos vos. Menos mal que está todo bien, me imaginé encontrarte mañana toda mocosa e hinchada por llorar y pensé seriamente en no ir a la escuela, me aterraba la imagen.
Su comentario me hizo reír y fastidiar al mismo tiempo, sabía que estaba bromeando pero era así exactamente como me encontraba en ese momento.
Tressa: Qué obsesión que tenes con que te mire, voy a empezar a pensar que te gusto. Y tranquilo, los mocos ya me los saqué y me pienso poner parches en los ojos para amanecer como nueva, solo tendrás que ver este pelo azul entrar con cara de zombie.
Baco: Yo solo disfruto que la gente contemple mi belleza, cerebrito azul, y las miradas de la gente inteligente me hacen sentir incluso mejor. Asegúrate de que esos parches funcionen bien, y si no, ponete unos lentes de sol para pasar desapercibida.
Tressa: Si, lo sé, mi intelecto es elevado, que bueno que con el tuyo que está en la media lo hayas notado. Hasta mañana, cerebrititito blanco (así chiquito como el tuyo en matemática).
Baco: Si no hubieses puesto ceribrititito, ya te estaba por enviar una foto para que vieras que es todo menos chiquito.
Tressa: De vuelta, no se puede conversar en serio con vos, adiós.
Dejé el teléfono con una sonrisa estúpida en el rostro y fui a por los parches para mis ojos, luego me acosté a dormir.
Al día siguiente, durante la jornada escolar, Aimon se acercó a preguntarme si todo estaba bien con mi familia y a disculparse por si alguna de sus palabras me había herido. Si bien se sintió reconfortante que registrara que en parte había sido su culpa, también me dio algo de vergüenza. Así que le dije que no se preocupara, que todo estaba bien y que seguíamos siendo amigos. Ante ello él sonrió, y dándose por satisfecho se marchó. Mis amigos estuvieron atentos toda la mañana a cómo me sentía y si necesitaba algo.
Por la tarde, fuimos con Timmy y Eve a una tienda de ropa deportiva. Me probé diferentes prendas, mientras ellos me decían cuales me favorecían y cuáles no, así como también que tela era mejor. El saldo de esa prueba dio tres tops, dos calzas cortas y cinco remeras con visto bueno. Timmy fue quién realizó la pregunta más importante.
— ¿Qué tanto transpiras cuando estás en el gimnasio?
— ¿Normal supongo?— respondí.
— Normal es solo un poco en partes como entre los senos y un poco las axilas— explicó.
— No, también me caen gotas de sudor por la nuca y a veces la frente— contesté algo avergonzada.
— Entonces los corpiños sí o sí color negro o estampados, y las remeras negras o si queres de color tienen que ser las que son más sueltas.
Dada esta explicación, descartamos tres remeras y dos tops, por lo que hicimos una segunda tanda de prueba de musculosas y tops. Terminé por llevarme una calza negra, un top negro y uno violeta con estampa psicodelica y tres musculosas, una negra, una rosa claro y una violeta (ambas quedaban bien con el segundo top).
Luego de eso fuimos a buscar algunas remeras y buzos básicos, lo que demoró menos de lo esperado y nos dio tiempo para tomar un helado antes de volver cada uno para su hogar.
El viernes llegó, y con mi nueva ropa deportiva fui al gimnasio, sintiéndome un poco más linda y aliviada porque Isa no había vuelto a aparecer. Hicimos la rutina entre comentarios sosos y caras de fuerza. La conversación fluía de manera amena y parecía que todo lo que había sucedido el miércoles había sido olvidado, aunque de todas maneras el recuerdo, a mi, todavía me dolía un poco.
— Me gusta tu nuevo corpiño— observó Baco haciéndome ruborizar cuando Aimon se había alejado.
— ¿Es que no vas a parar de analizarme nunca?— pregunté haciéndome la ofendida.
— El gym te queda bien, además, me gustá mucho la estampa que elegiste— señalo mi camiseta— y con esa musculosa puedo verlo, así que no es mi culpa que haga contraste con el negro.
Ambos observamos mis tobillos, que se habían puesto algo transparentes, enseguida conté hasta diez y volvieron a su color natural.
— Sigo ganando— canturreó victorioso—. Sigo teniendo poder sobre tus reacciones.
— Es que no conozco a nadie más que sea tan descarado— me defendí.
— Ni a nadie que te haya mirado como te miro yo— sentenció para continuar haciendo su ejercicio luego de guiñar un ojo.
Sí, eso era cierto, su mirada penetrante me hacía sentir cosquillas en todos lados, y más cuando lo hacía con su sonrisa de lado. Y sus músculos sumaban a que esa mirada se sintiera tan ¿lujuriosa?. No, no podía ser, él quería estar con Eve, no conmigo, eso estaba más que claro. Desvié mis pensamientos y me concentré en hacer correctamente los ejercicios que restaban. Poco antes de irnos, Baco y Aimon me mencionaron que el sábado por la noche irían al bar al que habíamos salido antes, porque iba a tocar un dj de su ciudad que les gustaba mucho. Me propusieron ir e invitar a mis amigos, a lo que dije que sí sin dudarlo.
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Editado: 07.10.2025