Trillizas del jefe

Capítulo 35

Alejandro

Sentí que todo se detenía cuando las trillizas entraron corriendo.

Mis hijas.

Mi mirada se desvió a Victoria, pero ella parecía igual de sorprendida que yo.

—¡Mami! —repitió una de ellas, abrazando su pierna—. ¡Tío Ale, vinimos a buscarte!

Otra tironeó de mi pantalón.

—¡Tuvimos que decirle al señor de la entrada que eras nuestro papá para que nos dejara subir!

Mi cuerpo se tensó.

Mi papá.

Las palabras se sintieron como un golpe directo al pecho.

Victoria se llevó una mano a la frente, claramente abrumada.

-Dios, niñas, no pueden hacer estas cosas. ¿Cómo llegaron hasta aquí?

Las tres intercambiaron miradas y sonrieron, orgullosas de su travesura.

—Le dijimos a la tía Emma que queríamos ver a tío Ale y nos dejó venir con el chofer —explicó una.

Victoria suspiró, frotándose las sienes.

Pero yo no podía dejar de mirarlas.

Se veían tan pequeñas, tan llenas de vida.

Y me habían llamado papá.

No lo habían dicho con miedo ni con dudas.

Lo habían dicho con la naturalidad con la que respiraban.

Como si siempre hubiese sido así.

Me arrodillé lentamente hasta quedar a su altura.

—¿Así que le dijeron al guardia que soy su papá? —pregunté con una media sonrisa.

Las tres asintieron con entusiasmo.

—¡Porque queremos que lo seas! —dijo una de ellas sin dudar.

El aire se atascó en mi garganta.

Miré a Victoria.

Ella estaba pálida, con los labios ligeramente entreabiertos.

Pero no dijo nada.

No me detuvo.

Regresé la vista a las niñas.

Mis hijas.

La realidad golpeó con más fuerza que nunca.

Ellas me aceptaban.

Querían que fuera su papá.

Y yo…

Yo quería serlo más que nada en el mundo.

Tragué saliva y forcé una sonrisa para disimular la oleada de emociones que me invadía.

—Bueno… —Acaricié el cabello de una de ellas—. Supongo que tendremos que hablar con su mamá sobre eso.

Las trillizas saltaron emocionadas.

—¡Sí! ¡Mami, di que sí!

Me puse de pie y volví a mirar a Victoria.

Ella seguía en shock.

Pero debajo de toda esa sorpresa, vi otra cosa en su expresión.

Miedo.

Porque esto no tenía vuelta atrás.




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